Pero las disfunciones del modelo español son muchas más y la efectividad del sistema español es muy baja frente a la economía sumergida, por lo que no es del todo eficaz para combatir el fraude. Y se dan otros inconvenientes como la inseguridad jurídica para el contribuyente, que para hacer la autoliquidación de los impuestos que le corresponde pagar se ve obligado a interpretar la farragosa legislación fiscal. Por ello, la futura Hacienda catalana está diseñando a partir de un equipo de expertos encargados de construir la estructura tributaria del estado propio, explorando modelos recaudatorios que respondan a los criterios de eficiencia y transparencia.
Como informa el diario ARA, los sistemas escandinavos son una de las principales referencias, no por su elevada presión fiscal, sino por los procedimientos de recaudación de impuestos y persecución del fraude. El Govern pretende reflejarse en las prácticas de los estados de la OCDE con unos índices de fraude más bajos y prevenir las disfunciones de la Agencia Tributaria estatal.
Según apunta ARA el economista Miquel Puig ultima un ensayo sobre qué podría aprender una Cataluña independiente de países como Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Holanda, Suecia y Suiza y señala que otro punto fuerte de estos sistemas de recaudación es que se basan en la transparencia y la corresponsabilidad. En estados del centro y el norte de Europa "es la administración quien calcula el importe a liquidar". Ponen más funcionarios, pero dedicados sobre todo a perseguir a los que se sitúan fuera del sistema. Los datos tributarios de los ciudadanos son públicas y nadie quiere quedar retratado como un defraudador.
Junto con el cambio de sistema de modelo de agencia tributaria, la creación de un nuevo estado debe servir para cambiar aspectos culturales profundos. En este mismo sentido, el CAREC hace algunas recomendaciones justamente para mejorar el control tributario, como elevar la "moral fiscal" de la ciudadanía y el empresariado para incentivar el cumplimiento cívico de sus obligaciones y hacer que interioricen que esto revierte en unos mejores servicios sociales. Cabe recordar la historia: en Cataluña existían las contribuciones, concepto que remite a la aportación para el bien común, mientras que Castilla nos impuso los impuestos, palabra que ya remite a un modelo con la filosofía de la coerción, sin ningún sentido de corresponsabilidad.
El hecho de que Cataluña pueda llegar a crear el estado propio por medio de un proceso tanto democrático, pacífico y transparente como el que está siendo el "derecho a decidir" y la movilización de la ciudadanía, aporta un plus de calidad ética el futuro estado catalán: el derecho a decidir y las formas radicalmente democráticas formarán parte ineludiblemente del nuevo escenario, serán un triunfo al que la ciudadanía no querrá renunciar. Y otras medidas como la transparecia en las adjudicaciones públicas o la financiación de los partidos deberán formar parte de los compromisos éticos fundacionales.
Con la creación de un estado, la marca de territorio, la marca Cataluña, parte desde cero, con todo lo que implica posibilidad de asociar aquellos atributos que como sociedad queramos de manera más determinante: libertad y madurez democrática, transparencia y ética, sentido de la responsabilidad, respeto y tolerancia... Una marca que invite el mejor talento del mundo a venir a cocrear, una marca que ofrezca a las empresas un espacio donde hacer negocios sin trampa, una marca que permita que la propia ciudadanía sienta el sano orgullo de pertenecer a una sociedad que se sabe culturalmente digna y con una capacidad aumentada de ejercer el control sobre los poderes.
Nota: artículo publicado en catalán en Jornal.cat
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