7.3.15

[ARTÍCULO] ¿Tu quoque, Yunus?

He leído una reflexión sobre el hilo argumental que Muhammad Yunus hizo en un acto hace unos días. Desconozco si recoge adecuadamente la intencionalidad del Premio Nobel de la Paz de 2007 o bien puede estar sacada de contexto. En todo caso, me va bien para motivar una reflexión que creo que merece ir recordando.  

Se trata de unas consideraciones negativas que se proyectan contra la RSE en lugar de contra los que hacen un mal uso de este enfoque de gestión. En concreto, según leo, Yunus afirmó que la RSE está radicalmente desactualizada, lo que consideró causado por la industria de la filantropía. Quiero entender que Yunus sabe perfectamente que este modelo que denuncia por desfasado y poco efectivo no es RSE. Pero la confusión le va bien para hacer la propuesta alternativa: invertir en empresas sociales, es decir, su producto.

Recientemente, pasó algo similar con el profesor Mark Kramer, de la Universidad de Harvard, que declaró que "el concepto de valor compartido se centra en la gestión de oportunidades y la RSE con la gestión de riesgos". Argumenté que discrepaba de esta actitud o táctica de tirar a la papelera la RSE para remarcar las bondades del propio producto.

Y hace dos años publiqué una reflexión, "¿Ir más allá de la RSE?", en referencia a una de líneas de crítica a la RSE, la de aquellos que creen que no es suficiente. Ir más allá o proponer unas buenas prácticas de alto interés no requiere como condición previa pisotear la RSE, ya que no son productos alternativos sino maneras de progresar en ella.  

Es cierto que no podemos pedir a la RS más de lo que puede dar. Como metodología de gestión puede estar marcada por una baja dosis de glamour y, además, fácilmente se pueden dar casos de empresas que hablen de ella sin hacerla realmente o haciendo un uso perverso. Por ello, es necesario que seamos cuidadosos con el uso de la RSE, y que no aceptemos los malos usos. Esto es lo que debería haber denunciado Yunus: los que usan fraudulentamente el concepto de RSE para hacer una serie de prácticas meramente filantrópicas.  

Las críticas fáciles, fruto de una lógica discursiva que sólo tiene por objetivo resaltar la propia alternativa, pueden ser letales para el interés de todos los que somos de la misma inquietud. Cada empresa está en un proceso, pero la RSE debería ser una base necesaria también para aquellas empresas que identificamos como más comprometidas. El hecho es que, sin una gestión de la RSE, puede haber empresas con un gran sentido ético pero que no dialoguen con grupos de interés, que no identifiquen correctamente la materialidad, o que puedan cumplir las normas legales a la carta...

Afortunadamente, el nuevo marco de rendición de cuentas GRI G4 pone el foco en la forma en que se han obtenido los datos, como se han escogido los temas y qué proceso de diálogo con los grupos de interés. Es un gran paso adelante, y no porque haya introducido ninguna novedad en la RSE sino porque limita los que hacían un uso de memorias de RSE sin una gestión homologable de la RSE. 

Pero ahora también es necesario que los grupos de interés se pongan las pilas. No pueden no gestionar la propia RS como tampoco deberían dirigirse a la empresa con una pose de "¿qué hay de lo mío?". Puede estar muy bien que una empresa invierta en empresas sociales en lugar de un modelo de filantropía rancio y marketiniano. Pero eso no me asegura que este dinero se hayan obtenido de forma legítima, a la vez que desconozco también si la empresa tiene otras responsabilidades más relevantes en la medida en que sean inherentes a su actividad. Es decir, se puede llegar a darse el caso de que lo que propone Yunus no deje de ser también una práctica periférica, no conectada con el núcleo del modelo de negocio, con el único estímulo de un mejor impacto social que la filantropía clásica. Y si es así, sin estar en contra de que las empresas inviertan mucho en su propuesta, le deberíamos decir que no es este que nos propone el modelo de RSE a que aspiramos.

Y podemos considerar que con la RSE no hay suficiente, que aspiramos a más. Para hacer esta declaración no hace falta cargarse la RSE. Al contrario, cuanto más empresas haya que hagan RSE más habrá que lleguen a la excelencia social. Pero sin olvidar que incluso las empresas sociales y las públicas también deben gestionar la RSE y no considerarla un implícito.  

Nota: Josep Maria Lozano decía hace dos años: "¿Por qué me sigue pareciendo que no hay que precipitarse en liquidar la denominación RSE? Pues mira, porque me parece que huele a chamusquina que se quiera cubrir con un espeso velo la R de la palabra responsabilidad. [...] Pero ya que estamos jugando con las palabras, me pregunto si algunos los cambios de denominación propuestos no son más que hábiles e inteligentes maneras de no movernos del ego-system. 

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