- Este 2014 cumplo 25 años de actividad profesional continuada. Y mostraré un indicador con el que monitoreo la dedicación por sectores.
- Hace unas semanas he traspasado la barrera del 50% de
dedicación al sector privado, con un 41% en el sector público, y un 9%
al no lucrativo.
Explicación datos:
a) La dedicación al
sector público contabiliza tanto la dedicación laboral como el ejercicio
de cargos públicos, en el sentido de que también han supuesto una
dedicación comparable a la profesional.
b) Las tareas de consultor independiente (autónomo) están contabilizadas lógicamente como sector privado.
c) Hay períodos en los
que se pueden haber desarrollando simultáneamente dos dedicaciones a
sectores diferentes, como consultor particular y cargo público.
Me he ubicado en un cincuenta por ciento de mi dedicación profesional en estos veinticinco años en el sector privado. Y me gustaría aprovechar la circunstancia del número redondo para hacer alguna reflexión motivada.
Aunque el porcentaje se esté desequilibrando hacia el sector privado,
mantengo la sensación de sentirme en cierto modo parte de los tres
sectores, con cada uno de los cuales tengo afinidad, me siento defensor y
al mismo tiempo voz crítica.
Me siento satisfecho y orgulloso de haber pasado por los tres sectores, y
más diversidad querría haber tenido dentro de cada tipología, ya que
cada modelo aporta un aprendizaje y permite obtener una visión más
amplia sobre las virtudes y limitaciones.
Como consultor, pero también como trabajador o ciudadano, me resulta muy
interesante este trayecto y pienso que sería bueno para mucha gente. Si ya no son tiempos para quedarse eternamente en un lugar de trabajo tampoco lo son respecto a un sector. El cambio aporta elementos favorables para la polinización de ideas, para la apertura mental, para la renovación permanente...
Para alguien que se dedique a la política, o al servicio público en
general, como funcionario incluso, creo que sería muy importante haber conocido diferentes
modelos organizativos y jurídicos y cómo cada uno puede aportar valor a
la sociedad y a los diferentes grupos de interés. Es muy
probable que alguien que tenga una experiencia organizacional limitada
tendrá más dificultades para abordar la gestión del cambio.
Como consultor, tener esta visión amplia es muy necesario. De
hecho, a pesar de ser un "privado", no tengo claro a qué sector
pertenezco... Autónomo, pequeño empresario, medio emprendedor social,
soy un poco lo que son mis clientes pero también soy un proyecto propio.
Soy profesión y vocación... En cierto modo estoy
intentando hacer aportaciones desde fuera de los sectores (lo que llaman
out-of-the-box thinking).
No es que quiera desmarcarme de los tres sectores, sino que valoro mucho
las zonas de confluencia, las hibridaciones que aportan lo mejor de
cada uno... Allá en los confines de cada sector hay espacios por
colonizar, espacios intersticiales donde la creatividad organizacional
es posible. Pienso más en los intraemprendedores o en el
voluntariado de empresa que en los consorcios público-privados, para que
se me entienda. Pero pienso también en sociedades
mercantiles que no tengan ánimo de lucro, o empresas que quieran crear
valor económico y social.
Quiero sentirme fuera de los sectores clásicos porque sólo desde fuera,
desde sobre o desde el lado, o desde los espacios de confluencia
podemos aportar soluciones osadas, innovadoras.. Las oportunidades de
diálogo, las alianzas, permiten abrir luces, abrir ventanas que hacen
posible que desde dentro mismo pero mirando hacia fuera se pueda soñar,
se pueda proyectar, se pueda ser visionario. Las organizaciones que no abren las puertas huelen a cerrado, a rancio, ahogan la creatividad y ahogan las personas.
Es sugerente la confluencia que se ha producido entre los tres modelos. Años
atrás estaba muy delimitada la frontera entre sectores, los modelos e
identidades propias, e incluso las dificultades de entendimiento fruto
de unos corporativismos y defensa intransigente de los propios
principios estaban en el orden del día, incluso con posiciones poco
predispuestas a espacios de concertación.
La última década del siglo XX, justo tras el derrumbe del bloque
soviético, marcó un vuelco espectacular en cuanto a la capacidad de
vislumbrar nuevas perspectivas. Y hoy -no tanto como quisiéramos- también es una realidad el espacio público de encuentro, diálogo, concertación entre sectores. Públicos, sociales y privados trabajando juntos... ¿Qué lo ha hecho posible? ¿Se ha agrietado el corporativismo?
Las respuestas son diversas pero se pueden apuntar algunas. El
advenimiento de la Sociedad del Conocimiento ha comportado una
valoración creciente del factor humano de las organizaciones y muy
especialmente de las empresas donde muy rápidamente se ha percibido que
la visión de los recursos humanos como carga y gasto necesario debía dar
paso a los equipos humanos como activo altamente positivo en tanto que
catalizadores del conocimiento, la innovación, las relaciones.
Otra línea de respuesta radica en el contexto de Sociedad Abierta, que
ha permitido hacerse cargo con mayor visión que hay que sumar esfuerzos
en el trabajo por país y por la sociedad, más allá de perdernos en un
estéril tira y afloja para mejorar las posiciones del uno hacia el otro,
perdiendo posiciones en los escenarios globales.
El sector público tantea la introducción de modelos de gestión más
efectivos, incorpora la cogestión, explora el trabajo por objetivos,
externaliza algunos procesos, aunque lentamente pero sin posible vuelta
atrás.
El sector social búsca sin miedo y reclama poder intervenir en la
gestión de las políticas públicas a la vez que va encontrando espacios
de colaboración con el sector empresarial que comprometen más allá de la
simple subvención o aportación filantrópica.
El sector privado autoexige normas de funcionamiento ético y se marca
metas de responsabilidad social corporativa, que reubican su papel en la
sociedad y se posicionan sutilmente en la creación de riqueza para la
sociedad que no puramente en la generación de beneficios sin ninguna
otra consideración.
Sean cuales sean los motivos para haber llegado aquí, hoy empieza a ser
posible el diálogo y los espacios de confluencia (colaboración,
complicidad) en la medida en que somos capaces de tener metas comunes:
generar riqueza, crear valor compartido. Hoy esto significa no sólo un exceso económico, sino capital intelectual, conocimientos, capital social, cohesión social.
Me siento satisfecho de haber pasado por los tres sectores, decía. Creo
incluso que todo el mundo tiene derecho a una degustación de cada
sector, creo que debería haber maneras de poder abrir las organizaciones
para facilitar que la gente pase, como lo permiten las prácticas, o
como lo permite el voluntariado. Airear las organizaciones,
ponerlas en la tesitura del marco relacional, tensionarlas por la
transparencia y los proyectos compartidos, deben ser maneras de hacer un
salto adelante que tenga como punto de partida el denominador común de
las mejores prácticas de cada sector.