24.9.15

[REFLEXIÓN] Dos preguntas sobre el 27-S

El sector soberanista ha publicado muchos estudios e informes que detallan el proceso para que Cataluña pueda dotarse de un estado propio. Seguro que estamos ante el proceso de secesión más analizado, descrito, previsto en todos los pasos y ámbitos. Los interrogantes que quedan pendientes son los que no se pueden prever y que, en gran medida, dependen de cuál sea la actitud del Estado español, tanto en el momento central del proceso como en los meses posteriores, en función de si se aviene a aceptar el mandato democrático y se lleva a cabo un proceso ordenado, pactado, y sin efectos relevantes en el campo económico.  

En cambio, tengo algunas preguntas para el sector unionista, ya que es el que a lo largo de estos años, y también en campaña electoral, no ha tenido capacidad de aportar argumentos más allá de los tópicos en torno a la legalidad y las afirmaciones sentimentales de base nacionalista, combinadas con las amenazas y la estrategia del miedo.  

Pregunta 1. En caso de que el 100 % de la ciudadanía se declarara a favor de la creación de un nuevo estado para Cataluña, ¿aceptarían este hecho como un mandato democrático y colaborarían con actitud respetuosa en la implementación? 

Esta pregunta en formato de hipótesis es muy importante y todos los indicios de las afirmaciones que se han ido haciendo por parte de los líderes unionistas apuntan a que ni en este caso no aceptarían la secesión porque seguiría yendo contra la legalidad y porque en todo caso habría que saber qué piensa el resto de españoles ya que se trata de una cuestión que les afecta a todos.  

La respuesta intuida y de alguna manera verbalizada en algunas afirmaciones nos lleva a una constatación de la incapacidad del unionismo y de las instituciones españolas de entender la diferencia entre legalidad y legitimidad, y la incapacidad de comprender que las leyes deben adaptarse a la voluntad de la ciudadanía.  

Si en algún caso un unionista se deja llevar por el juego de la hipótesis y considera que con un porcentaje tendente a la totalidad es evidente que habría que aceptar el proceso, entonces es necesario reformular la pregunta y saber cuál es el porcentaje o las condiciones: ¿el 60? ¿55? ¿51? Por experiencia, debo decir que aquí el contraste de opiniones ya no tendrá continuidad ya que el apriorismo de que el proceso no se puede producir está por encima de la democracia y del raciocinio, y aceptar que en ciertas condiciones habría que aceptarlo implica en último término aceptar que hay una legitimidad que pasa por encima de la legalidad, lo que finalmente agrieta la verdad única del unionismo, que es el carácter sagrado e indivisible de España.  

Pregunta 2. Si uno de los argumentos centrales de la 'unionismo es la crítica a poner fronteras, ¿por qué su acción de revancha sería imponer fronteras?

Uno de los grandes argumentos del unionismo es que crear fronteras es antiguo y va contra las tendencias de Europa y del mundo. El problema es que el soberanismo no está proponiendo poner fronteras sino solamente de crear un estado propio, es decir, que cada uno se pueda gobernar a sí mismo en el marco de interdependencia que el mundo actual demanda. La propuesta soberanista central, de hecho, propone que Cataluña siga dentro de la Unión Europea y que la España resultante sea considerada una nación hermana con quien compartir muchos activos y estrategias, hasta el punto de ser el gran aliado en el mundo.

Cuando el unionismo afirma que en caso de secesión habrá una frontera entre Cataluña y España, de hecho, están diciendo otra cosa que no se atreven a declarar de forma más explícita: si Cataluña crea un estado propio, como revancha, España pondrá todos los esfuerzos para vetar su entrada en la Unión Europea y en todos los organismos internacionales posibles. Interpreto como un acto de cobardía que no se atreva a explicar claramente qué es lo que quieren decir exactamente. Si el Estado español respeta un supuesto mandato democrático de los catalanes en pro del nuevo estado, no habría ninguna frontera real, como no tenemos ninguna en este momento con todos los países de la UE.

La contradicción es flagrante y muy grave, ya que si realmente lo que te preocupa es que no haya fronteras, y este es uno de tus argumentos bandera, ¿cómo puede ser que después lo que quieras hacer sea precisamente imponer fronteras? Quizá las fronteras no les importan mucho y el problema es que se sentirían heridos en su orgullo nacional, pero eso ya es un problema sentimental y de nacionalismo que deben curarse a partir de la aceptación de los hechos democráticos y no disimular con falsos argumentos.