14.10.11
Regalos a los maestros
Los regalos son la manera como nuestra sociedad ha formalizado la muestra de agradecimiento. A veces, parece que sea más fácil adquirir un objeto y hacerlo llegar al destinatario que mostrar y expresar un sincero y profundo agradecimiento.
Las palabras están tan gastadas que a veces ya no expresan nada. Y a menudo que las recibe las puede interpretar como un mero cumplimiento formal sino un acto de hipocresía social en alguna ocasión.
El regalo es una manera neutra de mostrar el agradecimiento. Pero los regalos tienen una cara negativa. Un regalo de valor económico entre agentes con intereses mutuos (un proveedor respecto a su cliente, por ejemplo) puede pretender ser una forma de condicionar futuras decisiones y procurar verla se favorecido aunque no se recojan todos los méritos adecuados.
Desde la gestión de la Responsabilidad Social, estas prácticas están reguladas en las empresas comprometidas, lo que se puede hacer de diferentes maneras entre las cuales no aceptar, derivar, o poner un máximo indicativo al valor económico del objeto.
Si en la relación entre empresas, proveedores, administraciones, etc., es relativamente sencillo abordar la cuestión, todo ello adquiere una mayor complejidad cuando es la relación de un paciente con un médico o de unos niños con un maestro... En estos casos no existe el conflicto ético motivado por la intencionalidad de condicionar, pero se despiertan otros conflictos éticos.
Se expresa muy bien, por ejemplo, en esta normativa de una escuela :
LOS MAESTROS NO PODEMOS ACEPTAR NINGÚN REGALO Esta es una indicación antigua en nuestra escuela, que repetimos cada curso, sin embargo siempre hay alguna familia que se olvida. Por lo tanto volvemos a insistir. Hay una razón fundamental para abandonar la costumbre de hacer regalos a los maestros: hay niños que no pueden hacerlos y se les crea sentimientos de culpa e inferioridad. Si alguna familia o alumno viene a la escuela con un regalo pone en un compromiso al maestro ya que debería rechazar el presente y se provocaría una situación incomoda. Los mejores regalos: su confianza, comprensión y colaboración.
Por otra parte, y compartiendo plenamente esta norma, también es diferente cuando se trata de un hecho puntual y excepcional o se convierte en una norma tan regular que genera expectativa y casi el deber de hacer un regalo. Por ejemplo, una cosa sería hacer un regalo por parte del APMA a un maestro que se jubila tras cuarenta años en una escuela, y otra es que cada año el tutor del curso reciba un regalo de los alumnos.
Pero también es muy diferente que el regalo sea un objeto de valor económico adquirido con las aportaciones de las familias o bien que sea algún detalle fruto del esfuerzo, como podría ser algo elaborada por ellos. Es diferente, en definitiva, si estamos regalando dinero (valor económico) o esfuerzo (valor tiempo).
Sin duda es cuestión de las estructuras de plausabilidad. Nuestra sociedad, donde el tiempo escasea y mostrar agradecimiento sincero se hace difícil incluso porque no encontramos el espacio-tiempo adecuado para hacerlo, tiende a dar por válido la compra de un regalo.
Por ello, la gestión de la responsabilidad social -o de la ética, si se quiere, en este caso que afecta más bien a personas y familias- es la manera mediante la cual podemos modificar pautas que la sociedad ha normalizado y que fruto del discernimiento ético queremos modificar.
Continuación del artículo:
Regalos a los maestros (II)
Regals als mestres (II)
Artículo publicado en Jornal.cat
Las palabras están tan gastadas que a veces ya no expresan nada. Y a menudo que las recibe las puede interpretar como un mero cumplimiento formal sino un acto de hipocresía social en alguna ocasión.
El regalo es una manera neutra de mostrar el agradecimiento. Pero los regalos tienen una cara negativa. Un regalo de valor económico entre agentes con intereses mutuos (un proveedor respecto a su cliente, por ejemplo) puede pretender ser una forma de condicionar futuras decisiones y procurar verla se favorecido aunque no se recojan todos los méritos adecuados.
Desde la gestión de la Responsabilidad Social, estas prácticas están reguladas en las empresas comprometidas, lo que se puede hacer de diferentes maneras entre las cuales no aceptar, derivar, o poner un máximo indicativo al valor económico del objeto.
Si en la relación entre empresas, proveedores, administraciones, etc., es relativamente sencillo abordar la cuestión, todo ello adquiere una mayor complejidad cuando es la relación de un paciente con un médico o de unos niños con un maestro... En estos casos no existe el conflicto ético motivado por la intencionalidad de condicionar, pero se despiertan otros conflictos éticos.
Se expresa muy bien, por ejemplo, en esta normativa de una escuela :
LOS MAESTROS NO PODEMOS ACEPTAR NINGÚN REGALO Esta es una indicación antigua en nuestra escuela, que repetimos cada curso, sin embargo siempre hay alguna familia que se olvida. Por lo tanto volvemos a insistir. Hay una razón fundamental para abandonar la costumbre de hacer regalos a los maestros: hay niños que no pueden hacerlos y se les crea sentimientos de culpa e inferioridad. Si alguna familia o alumno viene a la escuela con un regalo pone en un compromiso al maestro ya que debería rechazar el presente y se provocaría una situación incomoda. Los mejores regalos: su confianza, comprensión y colaboración.
Por otra parte, y compartiendo plenamente esta norma, también es diferente cuando se trata de un hecho puntual y excepcional o se convierte en una norma tan regular que genera expectativa y casi el deber de hacer un regalo. Por ejemplo, una cosa sería hacer un regalo por parte del APMA a un maestro que se jubila tras cuarenta años en una escuela, y otra es que cada año el tutor del curso reciba un regalo de los alumnos.
Pero también es muy diferente que el regalo sea un objeto de valor económico adquirido con las aportaciones de las familias o bien que sea algún detalle fruto del esfuerzo, como podría ser algo elaborada por ellos. Es diferente, en definitiva, si estamos regalando dinero (valor económico) o esfuerzo (valor tiempo).
Sin duda es cuestión de las estructuras de plausabilidad. Nuestra sociedad, donde el tiempo escasea y mostrar agradecimiento sincero se hace difícil incluso porque no encontramos el espacio-tiempo adecuado para hacerlo, tiende a dar por válido la compra de un regalo.
Por ello, la gestión de la responsabilidad social -o de la ética, si se quiere, en este caso que afecta más bien a personas y familias- es la manera mediante la cual podemos modificar pautas que la sociedad ha normalizado y que fruto del discernimiento ético queremos modificar.
Continuación del artículo:
Regalos a los maestros (II)
Regals als mestres (II)
Artículo publicado en Jornal.cat
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