Las redes sociales son un espacio de opinión informal donde la gente
expresa todo tipo de posicionamientos, sentimientos, ocurrencias. El
hecho de que alguien emita un insulto en una conversación de bar o de
la calle tiene una consideración menor, especialmente si forma parte de
una conversación donde no impera la violencia sino que quizá no es más
que una manera burda y poco elaborada de manifestar las diferencias
respecto al otro.
Podemos ser críticos con los insultos, o mejor aún, con la cultura de los insultos. Es
una cultura extensa e intensa, a menudo por falta de mejores recursos o
habilidades personales que permitan encontrar otros razonamientos más
inteligentes con mayor nivel de argumentación y matices. Insultar
o soltar un improperio muy a menudo es sencillamente el reflejo de la
incapacidad de poner un circuito lógico entre los sentimientos primarios
y la generación de un mensaje. La ausencia de este
circuito hace que el gesto sea puro sentimiento primario sin una
elaboración por medio del raciocinio y la ponderación. Este
paso es muy importante porque de rebote hace que los sentimientos
primarios se maticen a partir de la conformación de una constelación de
valores. Viene a ser la maduración de las personas por medio del intelecto.
Por ello, ante la crítica fácil a los insultos, también podríamos hacer
una crítica a un modelo educativo que no ha priorizado la oratoria, por
ejemplo, y el razonamiento en general. Alguien debería
preguntarse por qué en España, frente al modelo francés, por ejemplo, se
ha priorizado la gramática frente al saber razonar y hablar.
Los insultos o improperios en las redes sociales se han de perseguir en
la medida y sólo en la medida en que también sean un delito en la vida
real offline. Quiero decir que no hay que magnificar el factor de divulgación social e incitación social. Y
de hecho, más bien pienso que hace falta una visión más laxa que los
criterios de la vida real... Otra cosa es lo que puedan hacer en las
redes aquellas personas que tienen una gran capacidad de influir, por su
carácter mediático, por la gran extensión de sus mensajes.
Ahora el ministro de Interior, un personaje desmesurado por unos
apriorismos ideológicos obsesivos, se ha puesto nervioso por todo lo que
circula por la red y ha decidido coger el toro por los cuernos, valga
la expresión para un personaje castizo y casposo.
De hecho, no cuesta mucho imaginarse que su obsesión debe ser contra la
red en general y que lo que pretende es causar miedo, limitar el uso de
las redes y en último término limitar la libre expresión de las
opiniones.
Ante el asesinato de la presidenta de la Diputación de León -según
finalmente hemos descubierto- la gran preocupación era si podía afectar
el resultado de las próximas elecciones. Y este señor se las da de cristiano. Quizá por ello en un determinado momento la palabra cristiano, en la versión francesa, evolucionó hacia cretino.
Pero más allá de los valores y las incoherencias personales, hay otros
factores que hacen que una persona suponga un riesgo para el cargo que
ocupa y la institución que representa. Se trata de cuando
la ideología personal o partidista acaba rompiendo el estado de derecho,
la ecuanimidad, la igualdad de trato. No se puede manejar
la institución como si fuera el partido, ni confundirse de siglo y
confundirla con la Inquisición, por más que se tenga el mono.
Comparto la
angustia
que ha manifestado sentir, el conseller Francesc Homs por la "deriva
que está tomando el Gobierno de querer intervenir en la limitación de la
libertad de expresión a través de Internet ". El conseller
considera que "a veces al gobierno español se le va la mano", ya que
actualmente "tiene herramientas a su alcance" para defender los derechos
fundamentales.
Quizá habría que reflexionar sobre cuáles son los límites de la aplicación del código penal frente a las redes sociales. A
veces se habla sobre cómo la Sociedad de la Información da lugar a una
Sociedad del Riesgo, por el uso que quieran hacer los agentes con malas
intenciones. Pero también por la manera como algunos gobernantes se posicionan.
Dejadme llevar la reflexión hacia el futuro. Imaginemos que
la tecnología progrese lo posible captar conversaciones privadas en la
calle o en casa, y que tengan detectores a partir de ciertas palabras
clave como matar o bomba. Ya puestos, vamos más allá y
supongamos que sea posible detectar pensamientos que incluyan vehemencia
política e incluso un toque de complicidad con expresiones violentas. No dudo que cierto ministro modificaría todos los códigos penales para encarcelar a estas personas. Bueno, solamente las que atentaran de pensamiento contra "los suyos", claro. De hecho, he hecho una proyección hacia el futuro, pero no es nada diferente de la Inquisición que tanto deben añorar algunos. No es otra cosa lo que pretenden, la Santa Inquisición 2.0.
El hecho de que se detenga a un joven de 19 años por haber una
declaración condenable en Twitter empujando a matar políticos, mientras
que no se detengan ni se condenen a ninguna de las personas que
continuamente están invitando a ejercer la violencia contra los
catalanes, creo que supone una grave irresponsabilidad política y
social. El ministro -con todo su entorno- no está demostrando
sólo ser una mala persona, sino que está comunicando un mensaje
relevante a la sociedad.
Lo que está comunicando el ministro -y el Ministerio- a la sociedad es
que conminar a la violencia de políticos españoles puede ser perseguido
penalmente mientras que hacerlo contra catalanes, incluso invitando al
asesinato, no tiene ni condena verbal.
No tengo
ninguna duda de que un estado serio una diferenciación tal debería
conllevar no sólo la inmediata dimisión sino incluso un proceso penal
por usar las instituciones, la policía y la justicia, sometida a los
intereses políticos y bajo discriminaciones que tienen una base no sólo
política sino nacional y, por tanto, presuntamente xenófoba.
PD:
Reportaje a Al Jazeera: 'Aún darán una medalla a Franco. ' Durísimo reportaje en la web de la cadena sobre la hipocresía del gobierno español actuando contra usuarios de Twitter .
En plena polémica por la decisión del gobierno español de perseguir y
castigar a los usuarios de redes sociales que hagan comentarios
ofensivos, la cadena Al Jazeera ha publicado hoy en su web en inglés un
artículo durísimo contra la hipocresía del ejecutivo de Mariano Rajoy ,
alertando de la impunidad fascista y recordando los vínculos con el
franquismo de la clase política gobernante.
El artículo, titulado ' España contra Twitter
', lo firma la periodista Belén Fernández, que, entre más tuits que
han pasado por alto al gobierno español, destaca los comentarios de
Hermann Tertsch aplaudiendo el fusilamiento de Companys. La
periodista recuerda las detenciones que hizo la guardia civil de una
veintena de usuarios de Twitter del País Vasco al que acusaban de
enaltecer a ETA y de faltar al respeto de la memoria de las víctimas. Enmarca
esta nueva ofensiva del gobierno español en una serie de decisiones y
de actitudes del ejecutivo español, tales como la aprobación de una ley
de seguridad ciudadana que restringe las protestas y manifestaciones en
la calle.
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