Sin duda, la actuación que a primeras puede parecer más responsable socialmente es el mantenimiento de los puestos de trabajo, aunque tampoco se puede maximizar este punto si una empresa realmente debe disminuir la plantilla para sobrevivir. El problema es que no se han tenido en cuenta todas las posibilidades (como las reducciones de jornada) o sencillamente que algunas empresas se aprovechan de las circunstancias para hacer limpieza'. Por ello, hace unos meses valorábamos positivamente que una gran Caja prefiriera ir cerrando oficinas como medida de ahorro pero sin despedir a trabajadores.
De cara a la clientela, también es un acto de responsabilidad no subir los precios. Hace unos meses escribíamos: "Hacer un esfuerzo de contención y no subir precios de las tarifas y honorarios debería entenderse como una muestra de responsabilidad ante una sociedad en crisis económica. Mantener precios significa sumarse al esfuerzo colectivo para a favorecer la recuperación, disminuir el impacto económico de los costes de la clientela, aceptar una limitación en los propios ingresos ...".
Sea como sea, la cuestión a retener es que la RSE no se debe medir o valorar por acciones colaterales o filantrópicas sino por los impactos que generan primariamente, es decir en los aspectos más vinculados a su 'core business', a su misión y a toda su operativa. Reflexionábamos sobre este punto en un posteo sobre las empresas de telecomunicaciones.
Y también conviene recordar que hay empresas que creen que cuando las cosas van mal, las malas prácticas no son tan condenables éticamente. Un artículo de Jordi Goula en la Vanguardia titulado ¿A más crisis, menos ética? Lleva el subtítulo explícito de "Un 25% de ejecutivos europeos ve aceptable pagar sobornos para superar el mal momento".
Y si hemos dicho que una buena práctica en momentos de crisis es no subir los precios, en el caso del sector de la distribución de productos básicos todavía lo es más la reducción de precios. En este sentido podemos destacar que bastantes compañías han bajado precios, pero es interesante destacar cuando esta reducción se ha hecho no sólo a partir de apretar los proveedores o de disminuir márgenes sino que además se ha focalizado la sencillez y la simplicidad limitando gastos innecesarias y con un fuerte impacto ambiental.
Cuando siempre se dice que las inversiones ambientales suponen un coste, en algunos casos vemos que suponen un gran ahorro; cuando a menudo nos hacen confundir la RSE con acción social, en algunos casos la podemos identificar claramente con el impacto económico.
Véase sino esta noticia según la cual Mercadona ahorra a los clientes 410 millones con la mejora de procesos. La firma valenciana seguirá optimizando el surtido para abaratar el coste de la compra hasta un 17%, al tiempo que gana 80 compradores por tienda y día, y aumenta las unidades vendidas.
Mercadona, la cadena valenciana de supermercados, inició hace poco más de un año una controvertida estrategia para hacer frente a la crisis. Además de la polémica retirada de más de 900 productos de sus lineales y la reducción de márgenes, la firma puso en marcha más de 600 medidas destinadas a optimizar procesos y productos sin mermar su calidad. Un año después, el balance que hace de Mercadona es más que satisfactorio: ha conseguido un ahorro de 410 millones de euros sólo mejorando procesos, cantidad que ha destinado a bajar los precios de los productos. El consumidor no le ha dado la espalda: gana clientes y volumen de ventas.
«Para salir de esta crisis hemos de actuar. Quitar el foco de los beneficios, ganar todos menos dinero, subir la productividad y bajar precios », decía el presidente de la firma, Juan Roig,«Volver a la sencillez» es el lema de esta estrategia de optimización de procesos. La firma valenciana, en colaboración con sus interproveedores, puso en funcionamiento más de 600 iniciativas "basadas en la eficacia de la sencillez» para bajar el precio de los productos, «eliminando lo que no aporta valor al consumidor y siempre" manteniendo la calidad de los productos », según fuentes de la firma. Revisando procesos (transporte) y productos (envases, empaquetado), sólo en plástico se ha ahorrado 30 millones de euros; en cartón, seis millones, y en tinta, dos millones.
El principal ahorro proviene del cambio de venta de la fruta y la verdura de bandejas a hacerlo a granel. Tan sólo en este ámbito ha conseguido un ahorro de 175 millones de euros (10 céntimos por cada bandeja de plástico y un mínimo de 35 céntimos por kilogramo al suprimir costes de manipulación). Otro ahorro importante viene del transporte (10 millones de euros), un hecho que ha conseguido acercando las fábricas a los centros logísticos.
Más ejemplos de ahorro: cuatro millones cambiando la bandeja de ensaladas y pollo y optimizando la capacidad de las bandejas; 3,4 millones mejorando el apilado de caldos y sopas; 2,6 millones eliminando el satinado de los tetrabriks de leche, dos millones reduciendo el gramaje en plástico y cartón de las botellas de agua y la caja de leche; 1,5 millones eliminando la serigrafía y cambiando etiquetas de papel en los envases y las latas; 1,2 millones con el menor grosor y tamaño de las cajas de cartón de yogures, helados y postres; 900.000 euros reduciendo el aire en los paquetes de cereales; también 900.000 sacando etiquetas duplicadas y tintas en vinos y aceites; 600.000 euros reduciendo la superficie a las bolsas y 150.000 euros cambiando la envase de las especies de vidrio en plástico.
La promesa de la cadena valenciana era bajar los precios hasta un 17%, y la firma «sigue trabajando» para conseguirlo, aseguran fuentes de la empresa. Si comparamos los precios actuales con los de hace un año, Mercadona ha abaratado el 14% el kilo de arroz, el 11, 1% las latas de atún, el 10% de los geles de baño y casi el 8% la docena de 'huevos.
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