20.8.07

Turismo responsable, erosión y desarrollo local

En medio del desierto de Atacama está el Valle de la Luna, que supone una gran atracción turística. Ciertamente no es un turismo masivo, y casi diríamos que el paso de centenares y centenares de personas al día no deja demasiado efecto. Haremos dos comentarios sobre la materia.

El primero es que el paso por encima de esta inmensa duna que veis fotografiada pronto ya no será posible. Los guías nos indicaron que la erosión provocada por los visitantes había hecho desaconsejable el tráfico por encima. Tuvimos el honor de ser de los últimos en andar por esta inmensa y fabulosa duna, pero ciertamente no es necesario atravesarla a pie por encima para disfrutar de ella, y más si queremos que las generaciones futuras también puedan disfrutarla.

El segundo es sobre la gran cantidad de servicios turísticos que se han instalado en los últimos años, la mayoría de los cuales no son fruto de la iniciativa local sino de empresas venidas de fuera. Nada a decir contra las empresas que se han instalado, y que en muchos casos no son sino emprendedores que han visto la oportunidad. Pero habría que mejorar la capacidad de desarrollo endógeno, es decir, a partir de la propia comunidad y, específicamente de los indígenas, muchos de los cuales venden productos artesanales pero no han sabido desarrollar otros servicios de mayor valor añadido para el turismo.

Un indígena aymara nos transmitía esta reflexión, y lo hacía sin ningún resentimiento ya que entendía que les correspondía a ellos encontrar las maneras, pero también el sector público local tiene que pensar en cómo aportar recursos para la capacitación para crear sinergias, desde la concertación de intereses, que lo hagan posible. Sin desmerecer la calidad de los excelentes guías del lugar, antes habríamos preferido que los servicios nos fueran prestados por personas de comunidades que centenariamente han vivido en aquella tierra, de la que son parte.