Dentro de dos meses, cuando hayan pasado las elecciones europeas, comenzará a aparecer una propuesta de diálogo para Cataluña desde España. Formalmente no se presentará como un diálogo España - Cataluña porque difícilmente harán ningún paso que implique reconocer Cataluña como un sujeto con quien hablar. Por lo tanto, se pondrá sobre la mesa una propuesta para reformar el estado español, la Constitución. Puede que algunos, más osados, afirmarán que habría que respetar la singularidad catalana, así como la vasca y la gallega, y recentralizar al resto, acabar con el "café para todos", pero rápidamente serán tachados de herejes. La presencia en escena de UPyD evitará que este discurso ni siquiera se pueda considerar.
Por mi parte, confieso que no tengo ningún interés en escuchar. Primero España debería ser receptivo a la voluntad de los catalanes de ser consultados. En este marco de consulta democrática sería aceptable que el estado español hiciera su oferta para retener a Catalunya dentro de España. Pero sin la aceptación de este marco no es necesario que se esfuercen. La propuesta que hagan llega tarde. A la mayoría ahora ya no nos interesa. Sea la que sea, no dudamos que será rancia, obsoleta.
Pero el problema más grave es que no tendrá ninguna credibilidad. ¿Por qué deberíamos creer que son sinceros y quieren hacer un marco que garantice el respeto si ahora que ya podrían hacerlo sin cambiar la Constitución no lo hacen? La CE no obliga a perjudicar la lengua catalana tanto como pueden, ni a perjudicar la competitividad catalana en relación con las inversiones e infraestructuras, ni obliga a hacer leyes de recentralización o de unidad del mercado.
Mi lectura es drástica: si nos dicen que están dispuestos a hacer una reforma que blinde los derechos de los catalanes, cuando en el día a día tanto el gobierno de un color como del otro estos derechos se los pasan y se los han pasado por un lugar, quiere decir que ellos mismos se consideran una especie de seres carentes de control de las emociones que aceptan que deben ponerse un aparato que los limite en su instinto atávico. Pues ya se podrían poner ahora mismo un brazalete que haga sonar las alarmas cuando se aproximen a la zona prohibida de las conductas que consideran que no deberían tener.
De hecho, sería bueno que antes de proponerse reformar la Constitución hicieran una lista de cuáles son estas conductas que aceptan que no deberían tener, de límites que no deberían atravesar. Si resulta que el papel queda en blanco, quizás no es necesario que hagan el esfuerzo de cambiar ninguna Constitución porque quiere decir que siempre intentarán por la puerta trasera modificar el espíritu constitucional para hacer prevalecer sus intereses.
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