versió en català
Este ha sido un año complicado para mí. Y no precisamente por la crisis, como quizás se podría intuir fácilmente a partir de la afirmación. A principios de año tuve un ataque de lumbalgia como consecuencia de un gran volumen de trabajo que hasta entonces había ido gestionando adecuadamente, sin derivar en estrés, pero que finalmente, ante un colapso, el cuerpo -que es sabio-dió el aviso. Y como no se trataba de una situación debida a causas físicas, el malestar se me alargado meses. Prácticamente todo el año.
En más de una ocasión había dicho públicamente que de los temas de conciliación de la vida laboral y personal no hablaba mucho porque me sentía profundamente incoherente. Y si hay una actitud que me gusta practicar es la de hablar de cosas en las que creo. En la conciliación creo, pero no podría hablar con autenticidad.
Ahora quizá tendré que empezar a practicarla. ¡Y quizás resulta que pronto me veréis que empiezo a hablar de ella con más intensidad! Ciertamente, para un profesional la conciliación también es una buena práctica. No sólo es una buena práctica en empresas. Los profesionales independientes, como a menudo nos podemos combinar bastante bien el trabajo de acuerdo con necesidades diversas, acabamos conciliando necesidades diversas pero a costa de destinar un número imposible de horas en el trabajo.
En el caso de algunas actividades en las que se mezcla la actividad profesional con la actividad vocacional, esto es aún más grave, porque no hay una divisoria clara entre el trabajo y la no trabajo, entre ocio y neg-ocio, que diríamos haciendo uso de la etimología.
A menudo he explicado que para un profesional autónomo puede ser una muestra de transparencia mostrar las multas que recibes, tanto de tráfico como otras, para demostrar tu fiabilidad y sentido de la responsabilidad. Quizás también convendría gestionar, y por lo tanto mostrar, las horas de dedicación. En todo caso, la gestión cuidadosa debería formar parte de nuestra responsabilidad social, porque afecta a nuestra calidad de vida y salud, y también puede afectar a la calidad del trabajo provisto. Este año tengo que lamentar que he disminuido la calidad del trabajo en razón de lo que he explicado, especialmente en cuanto a plazos de entrega. Me parece que también he disminuido el número de artículos publicados en el blog, ¡pero eso es lo de menos! Tengo que agradecer la comprensión de la clientela pero me parece evidente que no puedo volver a caer en esta situación. Ahora terminaré el año como buenamente pueda, pero con la clara intención de iniciar un nuevo año con un nuevo espíritu.
En todo caso, sí me gustaría compartir algo más sobre la situación que he vivido. Ciertamente, creí que me lo había buscado... porque fue un inicio de año de colapso absoluto, pensando que podría superar la montaña de trabajo con un gran esfuerzo personal.
De hecho, una de las maneras de evitar estos colapsos tan personales que podemos tener los profesionales autónomos es a partir de la red de colaboradores o de dar el paso a crear una empresa. La red ya la iba articulando, pero muchos de los encargos que tenía acababan requiriendo una dedicación muy personal. Y de hecho, hacía cuatro años que había iniciado conversaciones con varias personas para dar el paso a crear una empresa, lo cual no es fácil. Finalmente, y habiendo encontrado otros dos socios con los que compartir este proyecto, nos decidimos a definirla y constituirla. El propio proceso de creación -necesario- ha requerido un buen volumen de dedicación que ha ayudado a provocar la propia situación límite. Sin embargo, ahora ya está funcionando y algunos proyectos ya los hacemos a partir de este proyecto común de tres socios. Pronto os la presentaré.
La otra cosa que no puedo dejar de contar, en este proceso de transparencia profesional (y que el caso de un autónomo acaba siendo personal), es como he ido descubriendo una de las causas de la crisis sufrida: el ordenador. Es cierto que he vivido situaciones de mucho volumen de trabajo pero también es cierto que en otros momentos los había superado. ¿Cuál es la circunstancia que ha cambiado? Pues que hacía unos meses había cambiado de Windows a Mac. Llegado en aquí, prefiero detenerme porque cambiaría el tono educado por la grosería.
En todo caso, os aconsejo que si tenéis que dar un paso de tal MACnitud os lo penséis bien. Y sobre todo desconfiéis de todos los fanáticos de Mac que, ante los problemas, os dirán que de ahora en adelante debéis pensar diferente, que todavía pensáis en windows ... Y mietrastanto les diréis que antes podíais hacer cosas que ahora no podéis. Pero ellos os dirán que todavía pensáis a la antigua. Sólo os diré que hay personas que han tenido depresiones por un cambio de sistema operativo. Un servidor, por suerte, sencillamente ha generado una lumbalgia y quizá una especie de fobia a la herramienta con la que trabajo todo el día. Llegué a hacer un blog despotricando de Mac.
Por cierto, en el AppleStore, después de ir a explicarles todos los problemas con el correo electrónico (entre otros), me dijeron que para el uso profesional que hacía yo, el programa de los Mac, el Mail, es para estudiantes. Y me recomendaron que volviera inmediatamente a Outlook, porque no había color. ¡Gracias por la sinceridad! Si esta y otras cosas las hubiera sabido un año antes, quizá habría sorteado el gran volumen de trabajo sin haber generado ningúna lumbalgia.
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