- Canyelles, Josep Maria. «Per un territori socialment responsable. Promovent la Responsabilitat Social dels Ajuntaments». Fundació Pro Penedès. Vilafranca del Penedès, 2009.
- Canyelles, Josep Maria. «Territoris Socialment Responsables. Una oportunitat per a la millora del territori». Consorci per l'Ocupació i la Promoció econòmica del Vallès Occidental. 2008.
6.5.12
La Responsabilidad Social de las organizaciones en la Educación
La publicación Fòrum. Revista d'Organització i Gestió Educativa correspondiente a mayo - agosto 2012 incluye un artículo de Josep Maria Canyelles sobre La Responsabilidad Social de las organizaciones en la Educación. Podéis ver el índice con los otros artículos aquí.
La revista (en lengua catalana) está a la venta y también está accesible digitalmente en el quiosco de Zinio . Puede acceder al artículo en castellano a continuación:
La Responsabilidad Social de las organizaciones en la Educación
Josep Maria Canyelles
Responsabilitat Global
2012
Todo empieza en la persona
Si aspiras a cambiar el mundo, primero prueba de cambiar la baldosa sobre la que te mueves. Recuerdo
que una expresión similar a esta la usábamos en los cursos de monitores
de educadores en el tiempo libre, con una clara intencionalidad
pedagógica y educativa. Sería como decir "sé el cambio que quieres ser".
También
de aquel tiempo y circunstancias en qué actuábamos de profesores de
pedagogía de la naturaleza, recuerdo que en alguna ocasión nos lo
habíamos hecho venir bien para hablar de un grupo ecologista alemán
llamados azules
que apostaban por un modelo de reivindicación ecologista que partía de de una
manera muy diáfana de las actitudes de las personas, estableciendo un
compromiso de mayor profundidad personalista que el meramente
reivindicativo de los verdes, sin menospreciar esta otra dimensión.
Esta
referencia a la relevancia de la actitud de las personas, de cada uno
de nosotros, y muy especialmente a la coherencia entre los discursos y
los comportamientos, resultaba básica en un contexto de carácter
educativo donde quizá no era tan significativo el impacto ambiental de
nuestras actuaciones como la manera como conformar nuestro propio
impacto en el proceso de crecimiento personal. O dicho de
otro modo: aun siendo altamente relevante el impacto en el entorno de
nuestras actuaciones, lo que focalizábamos era la manera como la
persona -o el niño y sus monitores en este caso- conformaban una escala de
valores y una correspondencia de actitudes bastante coherente y
estructurada, bastante consecuente, y bastante favorecedora del pleno
desarrollo del individuo en armonía con el entorno.
La responsabilidad social de las organizaciones
A menudo, la persona con intenciones más nobles puede incurrir en incoherencias, al igual que cualquier organización
-no importa si se trata de una empresa, ONG, escuela, o administración
pública- también pueden afrontar en su gestión diaria, ya sea por falta
de visión global de sus impactos, por desconocimiento de muchas materias
no centrales en su actividad, o por dificultades organizativas,
técnicas o económicas para poder desarrollar sus actuaciones como sería
deseable idealmente.
El
patrimonio de la presunta incoherencia afecta a cualquier organización,
y es bueno poder afrontarlo sin acomplejamiento y con la mejor
voluntad de tomar conciencia y gestionar adecuadamente los desajustes.
Sin
duda, la primera responsabilidad de una organización no lucrativa ante
la sociedad es la creación de impactos sociales sostenibles en el marco
de su misión, de tal manera que se cree valor para todos los grupos de
interés.
Pero cualquier organización también debe saber diferenciar lo que está en su
misión y que conforma objetivos centrales de lo que tal vez sólo debe
generar criterios de actuación pero que son hoy día muy relevantes:
organizaciones que tienen una finalidad cultural desatienden aspectos
sociales; organizaciones que tienen una finalidad en derechos humanos
desatienden derechos culturales; organizaciones que trabajan por la
sostenibilidad ambiental desatienden la sostenibilidad lingüística;
organizaciones que defienden los derechos de ciertos colectivos no
atienden los derechos sociales de otros colectivos diferentes...
Sin embargo, no sería positivo hablar de "incoherencias" por la carga negativa y culpabilizadora que conlleva este término. Partiendo
de la constatación y el sano reconocimiento de que todas las
organizaciones, como todas las personas, tenemos muchos aspectos a
mejorar en cuanto al impacto que generamos en nuestro alrededor, lo que
hace falta es desarrollar la voluntad de mejora constante para aproximar
este impacto en nuestro discurso acercando al mismo tiempo este
discurso a las expectativas que nuestro entorno tiene sobre nosotros.
Con
gran facilidad podemos emitir críticas contundentes contra empresas y
administraciones, las cuales sin que pierdan validez, no están con
correspondencia con la capacidad limitada de autocrítica de nuestras
propias organizaciones. En proporción a la capacidad de
impacto social y ambiental de cada uno, algunas de nuestras actuaciones
mal resueltas pueden estar al mismo nivel que aquellas que son blanco de
nuestras diatribas.
Hoy son muchas las empresas
que empiezan a asumir que el poder que recae en sus manos debe ir
acompañado de una mejor asunción de la responsabilidad que va asociada. Algunas
empresas ya han empezado a ejercer lo que se conoce como RSE, y
disponen de sistemas para gestionarla, indicadores para hacer un
seguimiento y plantearse su objetivos de mejora, e informes de
sostenibilidad para rendir cuentas a la sociedad en un ejercicio de
transparencia que es la base para el diálogo con las partes, la
comparación con otras empresas, y la relevancia social de estas
iniciativas.
En
este sentido, no sería una justa correspondencia que las organizaciones
que tienen una finalidad no lucrativa, o de progreso humano, o de
mejora de la sociedad, rehuyesen de reconocer sus propias limitaciones y
de mostrar transparentemente los esfuerzos por la mejora en cada una de
las áreas. La exigencia social debe convertirse
autoexigencia para hacer no sólo posible el cambio hacia mejor a
nuestras organizaciones sino para hacer además una acción pedagógica,
sabiendo que el compromiso de responsabilidad no sólo mejorará las áreas
en las que nuestra acción puede generar un impacto, sino que tiene el
gran valor de convertirse en ejemplo de compromiso dinámico y efectivo.
Una
de las mejores aportaciones que las organizaciones al servicio del
crecimiento humano pueden hacer hoy en la sociedad es situar sus
estrategias y actuaciones sectoriales y particulares en el marco de una
visión de unas comunidades más responsables socialmente en cada una de
las partes comparte públicamente un anhelo similar de creación de
capital social. Y la responsabilidad social nos puede ayudar.
Qué se entiende por Responsabilidad Social
Se
entiende la Responsabilidad Social como la integración voluntaria, ya
sea por parte de una empresa o de cualquier otro tipo de organización,
de las preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones y sus
relaciones con sus interlocutores. Se trata, pues, de una
forma de gestión que se define por la relación ética de la organización
con todos los públicos con los que se relaciona, y por el
establecimiento de objetivos compatibles con el desarrollo sostenible de
la sociedad.
Si
bien este enfoque de gestión comenzó a desarrollarse en el corazón de
algunas empresas, hoy se incorpora en todo tipo de organizaciones,
privadas o públicas, cada una de acuerdo con el grado de impacto que
puedan tener en la sociedad y en el entorno.
Las
entidades no lucrativas, las públicas, las del conocimiento, las de
educación superior, entre otras, también están incorporando la gestión
de la RS. Para las organizaciones que gestionan
conocimiento, la RS es un enfoque muy adecuado ya que a diferencia de
los enfoques basados meramente en estándares de gestión de la calidad,
el medio ambiente, o la salud y seguridad laboral, la RS va más allá
con un especial énfasis en el diálogo con los grupos de interés, lo que
permite gestionar el conocimiento, el aprendizaje, la identificación de
las mejores prácticas, y gestionar la confianza, rendir cuentas,
profundizar en el compromiso, desarrollar valores...
Este
comportamiento basado en el diálogo y en la buena ciudadanía
corporativa, se suele orientar a una visión de mejora de la gestión de
sus activos intangibles (talento de los equipos humanos, confianza de
los clientes, solidez de las relaciones en la cadena, licencia social
para operar , reputación, marca...) y pretende garantizar la
sostenibilidad del propio proyecto empresarial.
Podríamos,
pues, afirmar que la empresa ciudadana -otra forma como se conoce este perfil
de compañía- es una organización que toma conciencia de sus
interacciones con el entorno y de sus impactos, tanto positivos como
negativos, y tanto los previstos como otras externalidades o incluso los
potenciales.
Expresado así, parece que las organizaciones educativas tengan una responsabilidad social implícita. Sin
embargo, la percepción sobre el objeto social de las organizaciones que
comparten una base misional al servicio del desarrollo humano puede
hacer perder la capacidad analítica y crítica sobre cuál es el amplio
alcance de los aspectos que hay que gestionar con una enfoque de RS.
En
el sector de la educación, la RS se puede hacer presente de maneras
diversas, las relacionadas con la actividad educativa y las que
corresponden a la gestión de las instituciones, y que podríamos
trasladar a dos grandes objetivos:
a) Desarrollar
criterios éticos en los futuros adultos en relación con el
comportamiento socialmente responsable de las organizaciones;
b) Gestionar la propia organización educativa de manera que sus impactos creen el máximo valor para sus grupos de interés;
Gestionar la Responsabilidad Social
Metodológicamente,
la gestión de la RS implica una serie de procesos entre los cuales los
más significativos serían identificar los siguientes tres:
Identificar los grupos de interés. Una
organización debe saber cuáles son aquellos agentes (grupos,
organizaciones, sectores) sobre los que se genera impacto y viceversa. Por
supuesto, encontramos a los clientes, usuarios o destinatarios, a los
trabajadores, a la propiedad o titularidad, pero también otros como el
barrio o comunidad, organizaciones sociales, medios de comunicación,
organizaciones de consumidores, agentes sociales, asociaciones
sectoriales, la competencia o concurrencia, el legislador o regulador,
financiadores, otras empresas del territorio, etc. Saber
identificar cuáles son los grupos de interés que tienen intereses
legítimos sobre nuestra acción (y viceversa) y establecer canales o
procesos de diálogo permite apreciar cuáles son las expectativas que
tiene la sociedad sobre nuestra organización, y qué podemos tener
nosotros sobre los demás, cuáles son las mejores prácticas, como generar
procesos de trabajo en red que permitan un mejor impacto, como generar
confianza entre las organizaciones y capital relacional para la
sociedad.
Identificar la materialidad. Una
organización debe saber cuáles son las cuestiones que debe abordar en
la gestión de su RS, ya que ésta no se basa en una lista estándar sino
en un proceso de aprendizaje sobre la realidad de la organización, sus
impactos, las expectativas que genera, las consecuencias de la visión
para la que trabaja. En
el caso de una empresa, es importante comprender que la filantropía por
sí sola no es RS, sino que una organización primero debe abordar las
responsabilidades primarias, entendidas como las inherentes a la propia
actividad, en un segundo lugar las secundarias, relacionadas con sus
grupos de interés, y finalmente las terciarias, vinculadas a retos de la
sociedad sobre los que la empresa no tiene una relación de causalidad
directa. Haciendo un rápido paralelismo, no podríamos
clasificar como socialmente responsable que una escuela colaborara con
un proyecto solidario del Sur mientras que hiciera dejadez ante las
expresiones de valores asociales en las actividades deportivas.
Rendir cuentas. La rendición de cuentas es un requisito más de la metodología de la RS como enfoque de gestión. No vale presuponer que ya basta hacer las cosas bien. Rendir
cuentas significa mostrar cómo se hacen las cosas en aquellos aspectos
que forman parte de las inquietudes de nuestros grupos de interés, dar
contenido al diálogo haciendo posible contrastar datos y puntos de
vista, marcar y comunicar objetivos de mejora del rendimiento y
establecer pautas de trabajo en red o creación de sinergias. Y
también permite mostrar el compromiso, los análisis sobre el
rendimiento y las buenas prácticas, de manera que puedan ser útiles para
otras organizaciones similares.
Proceso de mejora continua
Es
importante hacer notar que, aunque haya muchas iniciativas que permiten
obtener etiquetas, certificaciones, y reconocimientos varios, el más
importante es tener un compromiso claro en todo aquello que afecta a los
impactos de la organización en las diversas materias, habitualmente
clasificadas en impactos económicos, ambientales, sociales, laborales y
buen gobierno. Y que este compromiso tenga un carácter
integral, respeto toda la organización y las relaciones con los grupos
de interés, vinculándose al modelo de organización y la propia
estrategia corporativa, y se acompañe de medidas concretas integradas en
el funcionamiento organizativo.
Hay
que hacer notar que no es conveniente simplificar refiriéndose a
empresas u organizaciones socialmente responsables, ya que esta
catalogación parece remitir a una dualidad engañosa entre buenos y
malos. Preferimos en todo momento hacer notar que
una organización gestiona la responsabilidad social, lo que ya es
indicativo del hecho de encontrarnos ante un proceso de mejora continua,
como muchos otros que puede llevar a cabo una entidad, sólo que en este
caso ocurre sobre unas materias que tradicionalmente no han entrado
dentro del ámbito de gestión y que requieren saber interpretar
inquietudes sociales, a partir de los grupos de interés, muchas de las
cuales pueden ser variantes o evolutivas con el tiempo e incluso
contrapuestas.
Algunos ejemplos
Pondremos
algunos ejemplos, ya sea con buenas prácticas reales o con cuestiones a
abordar, sin voluntad de prescribir en un campo donde cada compañía o
entidad debe saber hacer su mapa de materialidad y establecer las
prioridades.
Ø
El compromiso ético de la organización se puede establecer de maneras diversas. En
la materia central, de carácter educativo en el marco de este artículo,
existen documentos como el proyecto educativo del centro que pueden
recoger aspectos. Pero el documento de referencia para mostrar el compromiso estructuradamente es el Código ético, un documento que establece los valores corporativos y desgrana cómo
se hacen operativos en relación con cada grupo de interés. De otra manera, ¿tenemos algún documento que podamos entregar a los proveedores
indicando que esperamos de ellos para continuar siendo proveedores
nuestros?
Ø
Otra
manera de estructurar el compromiso es suscribiendo iniciativas
externas, ya sean éticas y globales, como el Pacto Mundial de Naciones
Unidas, o locales y sectoriales, como las redes de escuelas verdes. Como ejemplo global y sectorial, el Pacto Mundial de Naciones Unidas promovió los Principios para una Educación en Gestión Responsable [1]
dirigidos específicamente a las instituciones de educación superior
implicadas en la educación de los gestores actuales y futuros.
Ø
¿Cómo se garantiza que los valores
que se proclaman formen parte realmente de todas las personas de la
organización, incluidas sobre todo las que supuestamente tienen por
función transmitir?
Algunas empresas, que tradicionalmente no se habían hecho esta pregunta
y ahora lo requieren, son conscientes de que no saben suficientement, y están
experimentando y buscando las mejores prácticas. Podría
ocurrir que en otras organizaciones se presupone en exceso y se
renunciara a ejercer una gestión del cambio que abordara radicalmente la
asunción de los valores por los que ha optado.
Ø ¿Cómo fomentamos una participación empoderadora y que se encare a un proceso de mejora? La transparencia no es sólo una voluntad de mostrar las informaciones de las que se dispone, sino que debe vincularse a la calidad de la información, ya que se pretende facilitar una participación eficaz y mejorar las aptitudes participativas. Se sabe que los datos informativos tienen un valor relativo sino se les otorga significación. Por ejemplo, ¿pueden nuestros grupos de interés acceder a datos comparados sobre rendimiento?
Ø
En las contrataciones podemos introducir cláusulas sociales, es decir, criterios que pueden hacer referencia a la inclusividad
laboral, calidad de condiciones laborales, sostenibilidad ambiental,
contenidos lingüísticos, etc. Esta técnica no
debería usarse meramente como un recurso legalista sino que debería
conllevar en paralelo un proceso de diálogo abierto con el conjunto de
proveedores para mejorar y profundizar en el sentido de la cláusula
social, favoreciendo no solamente el cumplimiento sino que la misma
empresa pueda ser más competitiva en otros sectores poniendo en valor el
esfuerzo realizado para su cumplimiento.
Ø ¿Cómo rendimos cuentas a nuestros grupos de interés? El instrumento por excelencia de rendición de cuentas es la memoria de responsabilidad social, también llamada informe de sostenibilidad, la cual describe de manera
ordenada y sistemática el comportamiento corporativo y sus impactos,
por medio de indicadores pautados en aspectos diversos. Una memoria no es un canal publicitario, sino que debe proporcionar una imagen equilibrada y razonable. Esto implica incluir tanto los aspectos positivos como los negativos de la organización.
Como
se aprecia, las reflexiones a hacer en el marco de la RS son muy
amplias y podrían incluir además temas fundamentales como el impacto
social generado (la escuela como ascensor social) o las actitudes de las
familias en las competiciones deportivas escolares, enfoques
innovadores como el voluntariado en familia o la gestión compartida de
indicadores ambientales del centro, temas delicados como la manera de
tratar los regalos en el marco escolar, cuestiones complejas como los
límites de la diversidad o las ondas electromagnéticas...
Finalmente
es importante comprender que la RS no es una práctica externa y
filantrópica sino nuclear y estratégica, relacionada con cómo aseguramos
la integración de las sensibilidades sociales, como asegure la gestión,
como las transparentamos, como aportamos el máximo valor a todos los
grupos de interés.
Conseguir
que la responsabilidad social forme parte del territorio no es un reto
reservado exclusivamente a instituciones del ámbito económico. Precisamente,
si se pretende que la RS sea un referente, una manera de proceder, un
enfoque integrado a la cultura organizacional, un atributo del propio
territorio, es necesario que una gran parte de organizaciones se la
hagan suya, la practiquen y la fomenten. Y desde los
ámbitos educativos se pueden dar grandes oportunidades tanto en el
fomento de los valores como en tanto que organizaciones que interactúan
en el mercado y la sociedad.
Las
instituciones educativas pueden ser un modelo de gestión socialmente
responsable y aportar esta manera de hacer a la colectividad. Y ponerla como un estándar en la relación con todos los grupos de interés.
Las
instituciones educativas y académicas, pues, también pueden ser unos
actores relevantes para construir Territorios Socialmente Responsables [2], unos territorios donde no sólo la gestión ética esté considerada,
sino que se puedan abordar retos del territorio a partir de la gestión
de la RS de cada agente. Así, por ejemplo, instituciones
educativas pueden incorporar mejor retos sociales como el
emprendimiento, empresas pueden sumarse al reto de los valores cívicos o
comercios del barrio pueden colaborar en iniciativas como los caminos
escolares.
A menudo las escuelas son consideradas destinatarias de múltiples demandas que formula la sociedad. Pero
la gran parte de los retos importantes que hoy tenemos presentes tienen
una complejidad tal que sólo pueden ser abordados con una visión
relacional que tenga capacidad para generar análisis, conocimientos, y
respuestas compartidas. Así, se requiere una visión
multilateral donde los diversos actores tomen parte bajo un principio de
corresponsabilidad, confianza y complicidad mutua. Los marcos escolares son un espacio más y singular pero no el único si se pretenden gestionar valores de la sociedad.
La
RS puede facilitar la generación de relaciones de confianza entre las
partes, en la medida que parte de compromisos tangibles, de diálogo y de
transparencia. En un contexto de territorio, la RS puede
favorecer la identificación de retos compartidos y la capacidad de crear
sinergias y fomento de la innovación social. Son muchos
los estudios que avalan que hay una conexión causal entre la calidad
institucional, el capital social y el grado de desarrollo de los países.
El desarrollo económico y el progreso de un territorio se
fundamenta en un potencial más sólido cuando parte de la implicación de
todas las partes y sabe aglutinar las iniciativas públicas, privadas y
sociales. La excelencia se puede lograr cuando cada
organización de la comunidad sabe gestionar su responsabilidad ante la
sociedad y se pueden desarrollar alianzas estratégicas en beneficio del
territorio.
Josep Maria Canyelles jmcanyelles@collaboratio.net, promotor del think tank www.ResponsabilitatGlobal.com. Asesora empresas, gobiernos y organizaciones. Es asesor técnico de la Cambra de Comerç de Barcelona. Colabora con la Asociación para las Naciones Unidas. Coordinador de la Comisión de RS de la Ass. Catalana de Comptabilitat i Direcció www.accid.cat y colabora con diferentes universidades. Promueve collaboratio, iniciativa para los Territorios Socialmente Responsables.
[2]
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