Recientemente publiqué un artículo con motivo de una efeméride de éstas que, como mínimo, se prestan para hacer alguna reflexión: Día Internacional de la Lengua Materna: ¡necesitamos responsabilidad social! El artículo, pensado para Catalunya, lo traduje al castellano en toda su literalidad.
Desconozco si puede haber suscitado alguna reflexión en los lectores más alejados territorialmente, pero sí puedo decir que generó extrañeza en algún lector latinoamericano. Porque de entrada es fácil pensar que la vinculación de lengua y derechos humanos se puede producir en zonas alejadas de los países más desarrollados. Es posible que en países latinoamericanos se puedan dar conflictos de este tipo pero alguien podría quedar sorprendido que puedan pasar cosas como las que realmente suceden en un país europeo y respecto a una lengua de prestigio y diez millones de hablantes.
De hecho, el motivo por el que se celebra esta efeméride viene por unos acontecimientos que recorto de un artículo de Queti Vinyals (miembro de Tallers per la Llengua) titulado la Festa de les Llengües:
El 21 de febrero de 1952 en Bangladesh, un numeroso grupo de estudiantes universitarios se manifestaron para reivindicar el uso académico de lenguas no oficiales en diversas zonas de Asia y por el reconocimiento oficial de su lengua, el bengalí. Algunos de ellos fueron asesinados durante la manifestación.
Desde aquella tragedia, el país ha perpetuado la conmemoración de aquellos hechos como símbolo de convivencia y diversidad. En 1999, la UNESCO aprobó la demanda de Bangladesh de convertir esta fecha en un día de reconocimiento internacional y desde entonces se celebra en todo el mundo con el objetivo de promover la diversidad lingüística y de reconocer la lengua como un factor de identidad cultural. Con la voluntad de concienciar a la población de la importancia de las lenguas, la efeméride de este año ha estado dedicada al plurilingüismo para la educación inclusiva: "Aprender en un idioma que puedan entender es clave para que los niños puedan disfrutar de su derecho a una educación de calidad. La educación en lengua materna y plurilingüe son clave para reducir la discriminación, promover la inclusión y mejorar los resultados educativos para todos". La Unesco reivindica el papel del plurilingüismo justamente como un medio de solución de los conflictos. [...] Por otro lado, como dice la Unesco, cuando hablamos de lengua materna no nos referimos a la de la madre de cada uno, sino a las propias de los territorios, que a la vez son su patrimonio.Todo el mundo puede entender perfectamente el sentido de la celebración, los objetivos que se pretenden y el vínculo con los derechos humanos. Y cuando en nuestro país trabajamos en la línea de incorporar los temas de lengua dentro de la materialidad de la responsabilidad social de las empresas y las organizaciones, no lo hacemos tanto en un sentido de derechos humanos como en una lógica más relacionada con la gestión de la diversidad, los derechos de los consumidores, de la vinculación con la comunidad, de gestión de los activos intangibles... A menudo hablamos de conceptos como estrategia, diálogo con grupos de interés, marketing, cosas distintas de los derechos humanos pero también en el corazón de la RSE.
Pero el artículo que hice hace unos días, donde básicamente recogía noticias recientes que han pasado en nuestro país, aportaba unos casos donde lo que primaba no era exactamente un enfoque de excelencia empresarial sino sencillamente de derechos humanos.
Hay quien piensa que la defensa de los derechos humanos es un enfoque focalizado en los países del Sur, y no sabe que en Europa se conculcan día a día los derechos humanos, en temas gravísimos como la nueva esclavitud sexual y laboral, en ámbitos de mujeres y de infancia, pero también en temas de lengua, diversidad e identidad.
Es fácil pensar que todo esto no es muy relevante porque en definitiva nosotros disponemos de un estado de derecho que hará que tarde o temprano vamos avanzando hacia la erradicación de las malas prácticas. Pero esto no es exactamente así. Ya hemos visto cómo en los últimos años (¡no con la crisis sino antes!) aumentaba la conculcación de derechos humanos de niños y de mujeres en Europa. Por tanto, no vamos adelante sino que se puede estar produciendo un estado de aceptación de la situación sea por dejadez, por confianza ciega en el sistema, o por incredulidad...
Y en el caso de la lengua, no podemos pensar que la ley o el sentido común lo arreglará todo. De hecho, mirado desde fuera, cualquier persona con sentido común pensaría que es materialmente imposible que los derechos de tantos millones de personas sean pisoteados, lo que puede llevar a restar relevancia a los acontecimientos presentados en el artículo.
Y efectivamente podrían tener razón si no fuera porque no siempre las personas tienen capacidad para defenderse o para hacer prevalecer sus derechos. Hay personas aparentemente normales que, como consecuencia de la presión social o de los condicionantes político-culturales pueden llegar a sentir vergüenza de una parte de ellos mismos. Y puede haber personas que, comprendiendo perfectamente la lengua propia del territorio, obliguen incluso a un orador a cambiar de lengua y hacerlo avergonzar. Siglos de historia conllevan unos factores sociológicos y psicológicos ante los que no podemos pensar que uno actúa movido por la libertad de opción.
Un acto público, en este caso de presentación de los candidatos del PP valenciano a las alcaldías, nos permite comprobar cuál es esa realidad sociológica. El video dura medio minuto y les recomiendo verlo:
Como se puede captar fácilmente, lo que hemos visto no puede ser solamente un resto del franquismo sociológico sino que viene de mucho más allá, de siglos de persecución y minorización lingüística, que acaban otorgando un sentido de superioridad a los hablantes de la lengua que tiene el poder del Estado y una incapacidad de hacer valer sus derechos -incluso legales- a los hablantes de la lengua vejada. Toda una muestra vergonzante de autoodio, de incultura, de pobreza intelectual y de desprecio a la lengua catalana, a las lenguas, a la diversidad lingüística, al respecto entre las personas, a la dignidad del territorio... Esta es la transcripción:
«Deixeu-me un poquet que parle del meu poble, deixeu-me que parle de Villa-Real» («Dejadme un poquito que hable de mi pueblo, dejadme que hable de Villa-Real"), dice el candidato.
Voz del público: «¡Habla en castellano». A continuación, el candidato con convicción: «Hablo en castellano. Como querais. Perfecto ». Se sienten aplausos. El candidato rie y apunta con el dedo índice al público en señal de complicidad...
En otro momento interviene la candidata del municipio de Torrent: «Buenas tardes a todos. En primer lugar pediros disculpas por si en algún momento me paso al valenciano pero es mi lengua materna y tengo ese defecto ». Y continúa acto seguido, con énfasis: «Si lo hago me perdonáis, ¿eh?». Aplausos.
Aunque no debe ser el enfoque principal, ¿puede todavía alguien dudar que los temas de responsabilidad social en materia de lengua en Europa también deben partir de los derechos humanos?
Y esto tiene una consecuencia para las empresas y las organizaciones que pretenden gestionar la responsabilidad social. No se puede presuponer que cuando una colectividad no se queja es porque no se conculcan los derechos humanos. La imposición de valores culturales y pautas de conducta contrarias al interés de la propia comunidad puede darse de manera imperceptible entre ciudadanos libres pertenecientes a estados democráticos y derecho, y no se puede presuponer que la aceptación del statu quo es una garantía de situación de pleno respeto a los derechos humanos y los pueblos ya la dignidad personal y colectiva.
Llevado al terreno de la RSE, esta autocensura tiene consecuencias peculiares, como por ejemplo que hace pocos años se cree un organismo especializado en la gestión de la diversidad, o que se elabore hace unas semanas una publicación de amplio alcance sobre la diversidad, y que ambas iniciativas, pese a estar centradas en el estado español, hagan constar todas las diversidades habidas y por haber excepto aquella que podría considerarse más singular de la propia constitución del marco territorial, la diversidad nacional / cultural / lingüística. Y que, por otra parte, posiblemente sea la única diversidad que muestra un crecimiento en su animadversión tanto desde un punto de vista social como empresarial. ¿Censura explícita o autocensura cultural?
Si bien esta reflexión ha tomado en consideración uno de los muchos aspectos de la RSE, pensemos cómo puede ser válida para cualquier otra materia, especialmente esas que algunas empresas u organizaciones se niegan a reconocer su materialidad en la gestión y en el diálogo con los grupos de interés.
Versió en català
Publicado en Diario Responsable
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