16.3.13

No entender nada (pero Einstein finalmente lo comprendió)

  • Somos prisioneros de las palabras! Acabo de hacer unos artículos sobre una campaña por culpa de la traducción de una palabra, y ahora hago otro sobre otra palabra, un adjetivo que marca nuestra actualidad nacional.
  • Muchos españoles han quedado realmente sorprendidos por el voto del PSC a favor del derecho a decidir por parte de Cataluña. Quizás España había vivido en una burbuja con respecto al sentimientos e inquietudes de los catalanes.
  • Un científico como Einstein sí comprendió que la lengua es imprecisa y que sólo se puede llegar a la verdad si hay voluntad de comprender el sentido que damos a las palabras.  
  • Einstein dijo que nos equivocabamos denominando nacionalismo al catalanismo, ya que no tiene nada que ver a la manera como este término se usa en otros países
Los que ayudamos a las empresas a gestionar la responsabilidad social, solemos sentarnos con personas y organizaciones que intentan comprender qué sucede a su alrededor. De hecho, si están interesados ​​en desarrollar la RSE es normal que ya tengan una actitud de escucha, de sensibilidad, de interés.

Siempre he considerado anómalo que sea en el sector público donde menos interés haya en disponer de procesos de diálogo con los grupos de interés, aparte de algunas técnicas de participación ciudadana más centradas en dar una cierta imagen que realmente a ser usadas como marco de aprendizaje.

Seguramente el sector público cree que ya conoce de primera mano qué quiere la sociedad y ya dispone de la legitimidad para actuar, a diferencia de la empresa a quien le hace falta ganarse la legitimidad y debe descubrir cuáles son las inquietudes de los grupos de interés.

En el caso de la política, aun se va más allá de los que pasa en las estructuras de la Administración pública, ya que los partidos pueden llegar a considerar que ellos son los que deben guiar una sociedad descarriada que no sabe muy bien hacia dónde va. Esto hace que cualquier evento que no cuadre con su realidad imaginada les provoque una sacudida de considerable magnitud.

Intento analizarlo desde la óptica de la responsabilidad social y de su metodología, aunque los partidos no incorporen este enfoque de gestión. Lo hago porque precisamente creo que esta es una de sus carencias. Basarse en sus apriorismos, que los distancian de la sociedad, al tiempo que se niegan a interlocutar con la sociedad más allá de fríos datos demoscópicos que alguien les ha cocinado para que satisfagan sus lecturas.

La gran noticia política de estos días supone un ejemplo paradigmático. Me refiero al voto favorable del PSC a las mociones de CiU e ICV en el Congreso de los Diputados, rompiendo la disciplina de voto del PSOE, que se había alineado con el PP y los demás partidos españolistas para que no prosperaran las propuestas de diálogo entre los gobiernos catalán y español sobre el derecho a decidir.

Se ve que personas de responsabilidad en el PSOE de todo el estado español han quedado realmente sorprendidas por este gesto del PSC. Se ve que no pueden comprender cómo es posible que alguien de sus propias filas vote una moción que consideran "nacionalista".

Para no repetir argumentos, me remito al artículo que hice medio año: 23/09/12 ¿Qué está pasando en las relaciones Catalunya-España? En él decía que:

A pesar de tener muchos contactos fuera de Cataluña, y en España específicamente, debo decir que a lo largo de estos últimos meses nadie se me ha dirigido para pedirme la opinión sobre qué está pasando en las relaciones entre Catalunya y España. Debo confesar que me ha sorprendido. Habría encontrado normal que alguien (colegas, conocidos, contactos ...) me pidiera las impresiones, el punto de vista, la interpretación... [...]
En el caso que nos ocupa, creo sinceramente que no ha habido por la parte española una voluntad de comprender las razones de la parte catalana. Pero aún es más grave: se ha dado a lo largo de estos lustros de democracia un enmascaramiento, una ocultación de la información, y un alud de informaciones tendenciosas. Se ha alterado la realidad; se ha construido una imagen de Cataluña y los catalanes falsa. [...]
Pero el problema grave es que tanto el conjunto de la población como los mismos gobernantes han acabado creyendo la mentira. Y más aún: ¡el mundo académico y cultural! Y ahora no entienden nada. Ahora no pueden entender que más de un millón y medio de ciudadanos salgan a la calle a pedir el estado propio. Ahora no pueden entender que el gobierno catalán haga un propuesta de pacto fiscal como último intento de hacer viables las relaciones Cataluña-España, y que una vez recibida la negativa a hablar diga que se siente libre para que Catalunya haga su camino, en el marco de la transición nacional que debe llevar a recuperar el estado propio. [ leer más ]
Si incluso la propia militancia de los partidos no encuentra canales de comunicación con los dirigentes, como acertadamente se denuncia en este magnífico artículo de Carmen Morán en El País: La militancia languidece.

Pero en referencia a Cataluña, esta incomprensión dramática también viene soportada por un fenómeno léxico. ¡Las palabras nos gobiernan! Han caído en la trampa de criticar el catalanismo a partir de una anécdota, una palabra, el hecho de haberse denominado a sí mismo "nacionalismo".
El movimiento que toda la vida había llamado "catalanismo" era tan extendido en la sociedad que no permitía diferenciar entre lo que era meramente folclórico del que tenía un componente político, lo que era regionalista de lo que era soberanista. En un momento determinado, el catalanismo político mayoritario optó por usar la palabra "nacionalismo", que permitía visualizar de una manera nítida la asunción de que Cataluña era una nación y que reclamaba los derechos que le correspondían. La palabra nacionalismo puede interpretar de muchas maneras, pero en el contexto local esta intencionalidad era clara, y dado el sentido pacífico, democrático e incluso humanístico del catalanismo, quedaba fuera de duda cualquier otra interpretación. Así ante un nacionalismo de estado, más agresivo y dominador, y que no se hacía uso de este calificativo, aparecía un nacionalismo de defensa de la propia dignidad, derechos, cultura, economía, etc.
Pero con la globalización, la palabra se giró en contra, ya que el nacionalismo español se podía mostrar neutro y otorgar al nacionalismo catalán una carga de radicalidad, de peligrosidad, de desestabilización, e incluso tratando de vincularlo a movimientos comunistas, terroristas, o nacionalsocialistas. Todo era un gran engaño, pero todo valía. Y ciertamente la palabra les ayudó mucho. Pero al mismo tiempo también aumentó la convicción de que ellos eran los poseedores de la razón, ante la historia y ante el mundo.
Pero ahora se les desmonta todo y no saben por qué. Sería bueno explicar que también Einstein experimentó esa perplejidad pero, en cambio, este científico lo supo apreciar y comprender enseguida. Hace apenas 90 años de la visita de Einstein en Barcelona y es un buen momento para hacer notar su comprensión del hecho catalán. Habla de ello Marc Colomé en este artículo:

"Ahora os entiendo... ¡pero no lo llaméis nacionalismo!"



Einstein estuvo en Barcelona invitado por Esteve Terradas EFE
"Ahora comprendo y justifico su paradójico socialismo nacionalista . Pero eso no es nacionalismo verdadero! Si me queréis creer, prescindid de ese nombre funesto". Así se dirigía el físico Albert Einstein al socialista Rafael Campalans durante su visita a Cataluña entre el 22 de febrero y el 1 de marzo de 1923. Hace 90 años de aquella histórica visita a Cataluña del autor de la teoría general de la relatividad -probablemente el científico más importante del siglo XX- invitado por Esteve Terradas, miembro fundador de la Sección de Ciencias del Institut d'Estudis Catalans y uno de los primeros científicos del estado a adoptar las teorías de Einstein. La anécdota la había reproducido el mismo Campalans, entonces máximo responsable del Consejo de Pedagogía de la Mancomunidad y dirigente de una nueva corriente socialista que compaginaba la lucha por la justicia social con la del reconocimiento de la identidad nacional catalana. La conversación le había relatado el mismo Campalans en La Tralla, como recordaba un extenso reportaje de Emma Sallent y Antoni Roca en la Revista de Física en un especial del 2005. A Einstein le había desconcertado que Campalans se definiera como nacionalista y socialista a la vez. "¡Esto no liga!", Le había espetado el científico días antes. Pero acabó comprendiendo que no era ante el clásico nacionalismo esencialista reaccionario y antidemocrático que conocía y que acabaría en el nazismo. Campalans hizo caso de Einstein. Se empezó a definir como "catalanista".

Einstein y "la cuestión catalana"

Pocos meses después de la visita, el general Primo de Rivera hacía el golpe de estado y se disponía a hacer desaparecer la obra de la Mancomunitat. Campalans escribió el 17 de mayo de 1924 muy afectado a Einstein para explicarle la situación y pedirle que encabezara una corriente solidario en Europa que presionara a las autoridades españolas. La biografía de Einstein de Carl Seelig afirma, sin más comentarios, que el sabio alemán había dimitido en 1923 de la Comisión para la Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones por la "cuestión catalana". Lo había entendido.