20.6.10

El mecenazgo también tiene un componente estratégico de país

Al tener que explicar qué es la Responsabilidad Social a menudo recurrimos a marcar la diferencia con prácticas tradicionales y conocidas como la acción social o la filantropía, las cuales pueden formar parte de una política de RSE pero no serían por sí mismas.

Al hacer estas explicaciones necesarias para situar la RSE como un estilo de gestión, integrado en el funcionamiento de la empresa ya menudo vinculado a la misma dimensión estratégica, se corre el riesgo de hacerlas caer en el saco de las prácticas antiguas y incluso puede parecer que marcamos un punto de separación.

Nada más lejos de nuestra intención. Prácticas como el mecenazgo son necesarias y forman parte de un comportamiento noble. Sin duda tenemos que ser críticos con aquellos que puedan hacerlas para limpiar su imagen mientras que continúan llevando a cabo malas prácticas empresariales junto a estas aportaciones, pero este análisis hay que hacerla con el cuidado suficiente para no perjudicar el prestigio que se merece el mecenazgo como buena práctica más allá de si se integra o no en unas políticas de gestión de la RSE.

La filantropía es necesaria no sólo por las insuficiencias económicas de la financiación pública sino porque es sano que la sociedad -y el mundo económico- se implique en los proyectos que merecen su interés.

La filantropía puede abarcar fines culturalesambientales, sociales, y por supuesto las de carácter científico. Precisamente en materias como las de investigación, la filantropía lo ha tenido más fácil para dar un paso adelante que las otras filantropía también deberían ir haciendo. Hablábamos de ello en un artículo titulado  'Ha terminado la filantropía a la antigua: las empresas ahora hacen Inversión Social!', donde explicábamos que el filántropo ya no puede limitarse a ejercer la generosidad sino que debe implicarse en el éxito y el impacto de inversión.

Joan Massagué, uno de los científicos más reconocidos del mundo en materia oncológica, destacaba que la implicación social es básica en investigaciónFalta que la investigación cuaje y impregne todo el tejido social. Hay que incorporar la investigación a la cultura en mayúsculas. Para ello es necesaria la implicación de todos y actuaciones diversas: nuevas leyes para incentivar la filantropía, científicos líderes que abandera esta transformación, ganarse la confianza de la gente con resultados de investigación destacados. Es un trabajo indispensable que pide unión de esfuerzos y voluntad de muchas partes. Irá pasando. De hecho, fundaciones e instituciones privadas ya están detectando centros de excelencia que generan confianza.

El mecenazgo siempre ha sido importante en Cataluña, como se refleja en el magnífico libro de Pere Clotas sobre el mecenazgo, la noticia es que lo sigue siendo a pesar de que la mayoría de las grandes empresas tengan la sede fuera: de las 100 principales empresas, sólo 20 por 70 en Madrid. Pero en plena crisis y ahora que las obras sociales de las cajas de ahorros también han notado la caída de recursos, es aún más relevante que estas prácticas encuentren nuevos mecenas dispuestos a invertir su dinero y sus capacidades.

Es por eso que valoramos que las donaciones filantrópicas hayan sufragado el 33% de la investigación biomédica catalana del 2009 y que Salud busque complejos fondos privados para dar a los centros científicos, con el propósito de que la filantropía científica llegue a financiar el 50% de la investigación biomédica que se hace en Cataluña. Una ambición, por cierto, incomprendida por la mayoría de sus colegas autonómicos Hoy se habla en una noticia en el Periòdico:
Mecenas en el hospital

Edición ImpresaSe empieza a despertar en Cataluña (apenas se da en el resto de España), tras un sueño de décadas, una figura tal vez inspirada en el renacimiento italiano, o en ciertos millonarios estadounidenses: el empresario de éxito, autodidacta en cultura científica y sin hijos que da importantes cantidades de dinero de forma altruista y silenciosa para que los biólogos y los médicos investiguen en la búsqueda de soluciones que alivien el sufrimiento de la humanidad. No es fácil acceder a estos individuos, que suelen vivir en ambientes ajenos a los investigadores sin dinero pero con ideas. Es este detalle, el de las ideas innovadoras, el elemento que los une, una vez encuentran el eslabón de contacto. El mecenazgo privado nutrió el 2009 con 18,8 millones de euros los 21 centros catalanes que investigan y tratan el cáncer, el sida, las alteraciones genéticas, las enfermedades digestivas o la malaria, entre otros proyectos. Esta cifra supuso el 33% de los fondos que los científicos recibieron directamente para sus estudios -55,8 millones de euros en 2009, sin contar las aportaciones europeas-. Al margen de ello, el Departament de Salut destinó 184 millones a la financiación de estudios que hicieron los hospitales en su práctica diaria. [continuar leyendo el Periódico]
El mecenazgo debe ser una práctica reconocida socialmente e integrada de manera general en una gran parte de población, aunque sea de manera modesta. En este sentido el éxito de la Marató de TV3 ha servido para facilitar que muchísimas familias y organizaciones participen de la filosofía del mecenazgo. Además, se ha realizado sobre un modelo de una fundación basada en el buen gobierno y la transparencia. Lo remarcamos porque es fundamental que también las organizaciones destinatarias aprendan a funcionar con estos mecenas que optan por la filosofía de la inversión social. Ya sean ciudadanos independientes o grandes corporaciones, los donantes deben tener información sobre una base de rendición de cuentas suficiente.

La Maratón también se dirige precisamente a la investigación sobre la salud, un campo en el que tenemos un campo de investigación abierto y con grandes éxitos que se esperan mayores en el futuro. El mecenazgo en este campo, pues, no sólo debe esperar el impacto de los éxitos médicos sino que a la vez es una opción estratégica de desarrollo territorial. Este es sin duda uno de los campos donde podemos sobresalir en el mundo. Por eso hay que sumar todos los esfuerzos posibles, públicos, privados, y universitarios.

Articular estos partenariados -lo que se conoce como la triple hélice- no deja de ser una manera de avanzar hacia un territorio socialmente responsable, en la medida en que las estrategias colaborativas facilitan este recorrido que debe ser complementado con una correcta selección los proyectos según con su sostenibilidad y unos compromisos éticos de RSE por parte de las organizaciones públicas, privadas y sociales participantes. El mecenazgo puede, pues, ser una práctica estratégica, sostenible y de alto impacto si se lleva a cabo con unas condiciones que vaya más allá de la filantropía bien intencionada pero poco comprometida.