27.10.07
Pérdida de reputación: menos valor para OHL y menos legitimidad para el Estado
En la Nueva Economía el valor de las empresas tiene un alto componente basado en sus activos intangibles, entre los cuales el valor de la marca y la reputación. Es por ello que para las empresas cotizadas la RSE actúa como un fijador de valor, disminuyendo la volatilidad por la vía de la gestión del riesgo.
Desde este punto de vista, se hace interesante observar cómo los agentes implicados en el desastre del TGV se están viendo afectado.
Por una parte los agentes públicos, que con actuaciones manifiestamente tan graves con respecto a su impacto, y de forma presunta por lo que hace la mala gestión, no pierden un valor bursátil que no tienen pero pierden su equivalente, que en este caso sería legitimidad.
Por otra parte, la empresa más directamente implicada, OHL, perdió más de un 2% de cotización hace un par de días y la mancha en su reputación no será fácil de borrar.
Quizás habría sido más razonable para el interés de las dos partes mirar de llegar a un acuerdo pactado de rescisión del contrato, de lo que afectara a la reputación mutua. Pero esta posibilidad ya se ha hecho inviable cuando se han producido las acusaciones respectivas e incluso las sospechas de actuación deliberada.
Finalmente es posible que el tema acabe en los tribunales y que, después de un largo periodo, la Administración se vea obligada a pagar lo que está estipulado en el contrato, importe al cual se le puede añadir una indemnización por daños a la imagen corporativa. ¡Y es que tiene más valor esta imagen que el contrato que se pueda perder! Lo que suceda estos días y la imagen que se desprenda y los resentimientos que queden afectarán a su cotización bursátil y -es bastante evidente- futuros contratos con las administraciones socialistas.
Desde este punto de vista, se hace interesante observar cómo los agentes implicados en el desastre del TGV se están viendo afectado.
Por una parte los agentes públicos, que con actuaciones manifiestamente tan graves con respecto a su impacto, y de forma presunta por lo que hace la mala gestión, no pierden un valor bursátil que no tienen pero pierden su equivalente, que en este caso sería legitimidad.
Por otra parte, la empresa más directamente implicada, OHL, perdió más de un 2% de cotización hace un par de días y la mancha en su reputación no será fácil de borrar.
Quizás habría sido más razonable para el interés de las dos partes mirar de llegar a un acuerdo pactado de rescisión del contrato, de lo que afectara a la reputación mutua. Pero esta posibilidad ya se ha hecho inviable cuando se han producido las acusaciones respectivas e incluso las sospechas de actuación deliberada.
Finalmente es posible que el tema acabe en los tribunales y que, después de un largo periodo, la Administración se vea obligada a pagar lo que está estipulado en el contrato, importe al cual se le puede añadir una indemnización por daños a la imagen corporativa. ¡Y es que tiene más valor esta imagen que el contrato que se pueda perder! Lo que suceda estos días y la imagen que se desprenda y los resentimientos que queden afectarán a su cotización bursátil y -es bastante evidente- futuros contratos con las administraciones socialistas.
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