24.4.14

Yo no soy tonto #YoNoSoyTonto

Dentro de dos meses, cuando hayan pasado las elecciones europeas, comenzará a aparecer una propuesta de diálogo para Cataluña desde España. Formalmente no se presentará como un diálogo España - Cataluña porque difícilmente harán ningún paso que implique reconocer Cataluña como un sujeto con quien hablar. Por lo tanto, se pondrá sobre la mesa una propuesta para reformar el estado español, la Constitución. Puede que algunos, más osados, afirmarán que habría que respetar la singularidad catalana, así como la vasca y la gallega, y recentralizar al resto, acabar con el "café para todos", pero rápidamente serán tachados de herejes. La presencia en escena de UPyD evitará que este discurso ni siquiera se pueda considerar.

Por mi parte, confieso que no tengo ningún interés en escuchar. Primero España debería ser receptivo a la voluntad de los catalanes de ser consultados. En este marco de consulta democrática sería aceptable que el estado español hiciera su oferta para retener a Catalunya dentro de España. Pero sin la aceptación de este marco no es necesario que se esfuercen. La propuesta que hagan llega tarde. A la mayoría ahora ya no nos interesa. Sea la que sea, no dudamos que será rancia, obsoleta.

Pero el problema más grave es que no tendrá ninguna credibilidad. ¿Por qué deberíamos creer que son sinceros y quieren hacer un marco que garantice el respeto si ahora que ya podrían hacerlo sin cambiar la Constitución no lo hacen? La CE no obliga a perjudicar la lengua catalana tanto como pueden, ni a perjudicar la competitividad catalana en relación con las inversiones e infraestructuras, ni obliga a hacer leyes de recentralización o de unidad del mercado.

Mi lectura es drástica: si nos dicen que están dispuestos a hacer una reforma que blinde los derechos de los catalanes, cuando en el día a día tanto el gobierno de un color como del otro estos derechos se los pasan y se los han pasado por un lugar, quiere decir que ellos mismos se consideran una especie de seres carentes de control de las emociones que aceptan que deben ponerse un aparato que los limite en su instinto atávico. Pues ya se podrían poner ahora mismo un brazalete que haga sonar las alarmas cuando se aproximen a la zona prohibida de las conductas que consideran que no deberían tener.

De hecho, sería bueno que antes de proponerse reformar la Constitución hicieran una lista de cuáles son estas conductas que aceptan que no deberían tener, de límites que no deberían atravesar. Si resulta que el papel queda en blanco, quizás no es necesario que hagan el esfuerzo de cambiar ninguna Constitución porque quiere decir que siempre intentarán por la puerta trasera modificar el espíritu constitucional para hacer prevalecer sus intereses.


De hecho, puede que no bastaría con una lista donde afirmaran cosas como que hay que evitar que el estado juegue a favor de los intereses de la nación castellana dominante y sobre todo de Madrit (con t, como una manera de indicar que no nos referimos a la ciudad física). Quizás también deberían analizar cuál es el carácter dominante de su nación, que nunca ha tenido el diálogo o el pactismo como uno de sus elementos vertebradores. El suyo ha sido históricamente un modelo jerárquico, con tics totalitarios, y con dificultades para comprender los principios básicos de la democracia y del diálogo. 
Comprendo que esto que estoy pidiendo, y que sería el principio para poder establecer un diálogo respetuoso, para el establishment español y también para su intelectualidad sería un estocada insoportable. Para ellos, el cambio de modelo debería hacerse sin que pareciera que se hace para contentar Cataluña, y sin aceptar ninguna culpa. Lo entiendo tanto que de hecho no lo pretendo: cada sociedad, cada nación, es como es, y debe evolucionar por sí misma, y los demás no tenemos ningún derecho a hacerla cambiar hacia donde nos interesa a nosotros. Es por ello que considero que si cada nación se gobierna a sí misma, España por un lado y Cataluña por la otra, y todos juntos en Europa y si es necesario con órganos para trabajar conjuntamente las sinergias ibéricas, estaremos mucho mejor y podremos desarrollar mejor como pueblos hermanos.
Retorno al inicio de la reflexión para decir que ante las propuestas que el Sr. Rubalcaba y otros me puedan hacer en los próximos meses, mi respuesta será "No soy tonto #YoNoSoyTonto". Y por eso no me creeré nada ni querré perder ningún tiempo en intentar buscar dónde están las trampas.