Que la RSE sea una mera técnica, sin glamour, no la invalida. Al contrario, la hace más generalizable entre un gran espectro de empresas que, por razones diversas les puede interesar y que van desde el convencimiento y el compromiso hasta el interés reputacional y comunicativo o la gestión de riesgos, pasando por el desarrollo del modelo de gestión y la captación de oportunidades. Al igual que cuando hablamos de la calidad, ésta puede ser meramente una certificación o bien puede ser un compromiso empresarial de excelencia. Y no por ello criticamos la calidad, sino en todo caso el uso reduccionista que algunas organizaciones hacen.
Alertaba, pues, contra la crítica fácil, que puede ser contraproducente. Pero al mismo tiempo pedía que seamos cuidadosos con el uso de la RS, y no aceptemos que se haga un uso meramente propagandístico. Debemos hacer notar que algunas empresas hacen un mal uso de la RS, no que la RS no sirva. Hoy quiero hacer, también muy sintéticamente, una nota crítica.
Una primera reflexión sobre la integración de la RS dentro de la empresa y una segunda sobre la integración del contexto dentro de la RS:
1. Una empresa u organización que opte por gestionar la RS no es imprescindible que la eleve a un atributo de su propuesta de valor pero sí sería necesario que gradualmente vaya condicionando, más allá de muchos aspectos en su funcionamiento ordinario, sus objetivos estratégicos y finalmente el modelo de empresa. Con todo lo que esta afirmación implica: misión, visión, valores corporativos, estilo directivo... Si el proceso no lleva paulatinamente hacia este horizonte es que o bien ya no se creía de entrada o bien que no se ha sabido hacer una integración correcta dentro de la organización ya sea por errores técnicos y conceptuales o bien por falta de liderazgo adhoc.
2. Si bien la RS tiene un primer foco respecto a los impactos inherentes a la actividad de la empresa (responsabilidades primarias) y un segundo foco en los impactos respecto a sus grupos de interés (responsabilidades secundarias), antes de abordar las responsabilidades hacia los grandes problemas genéricos del mundo por medio de la filantropía (responsabilidades terciarias) defiendo que hay un espacio alrededor de retos de la sociedad en los que sí hay una responsabilidad compartida muy directa. Estaría en el 2,5 de la gradación que he hecho y se vincularía firmemente con el desarrollo de territorios socialmente responsables. Pongo dos ejemplos a continuación en el contexto del estado español.
- España es el estado europeo campeón en desigualdad. La democracia no lo ha resuelto. Los años de bonanza aún la han incrementado. Con la crisis ahora sufrimos las consecuencias con mayor crudeza. También podríamos hablar del paro estructural y la incapacidad para hacerle frente desde siempre. ¿Las empresas que gestionan la RS, en complicidad mutua y en diálogo con otros grupos de interés, no deberían buscar las mejores prácticas, la innovación socialmente responsable que pueda atender este gran reto? ¿No hay capacidad? ¿No hay coraje? ¿Qué falla?
- España es hoy un foco de inestabilidad por la incapacidad de gestionar la diversidad interna. Esta no es una afirmación sólo política porque la política no deja de ser un reflejo de la sociedad y de la vida económica. Incluso las iniciativas que a nivel estatal focalizan la gestión de la diversidad en el marco de la RS contemplan todas las diversidades posibles (de género, étnicas...) excepto una: la diversidad nacional, cultural o lingüística inherente a la propia composición del estado. Ahora algunas empresas lamentan que un proceso de nueva legitimidad democrática pretenda romper una legalidad caducada por la incapacidad de saber gestionar la diversidad. Insisto: ¿las empresas que gestionan la RS, en complicidad mutua y en diálogo con otros grupos de interés, no deberían buscar las mejores prácticas, la innovación socialmente responsable que pueda atender este gran reto? ¿No hay capacidad? ¿No hay coraje? ¿Qué falla?
Pero es más. A menudo decimos que la RS no es un gasto sino una inversión. ¡Falso! La incorporación de la responsabilidad social en la gestión de la empresa u organización solamente se convierte en una inversión con un retorno en valor económico y social bajo ciertas condiciones. Es engañoso defender comercialmente ante una empresa que si nos compra el paquete de soluciones de la RS la empresa saldrá muy reforzada. Hay que atender las condiciones para que esto tenga unas mínimas garantías de que sea así.
Y a menudo decimos que la RS es una opción de país que debe hacer la economía más sostenible y generar marca de país. ¡Falso! El desarrollo de la responsabilidad social en la economía de un país solamente se convierte en una opción con regreso si realmente favorece, más allá del número de empresas y sectores comprometidos, que la cultura empresarial del país evolucione, y que los grandes retos del país sean abordados desde la lógica socialmente responsable de las empresas y todos los agentes. La marca de país socialmente responsable no se hace por agregación de varias multinacionales que elaboren unas magníficas memorias de sostenibilidad.
Estamos construyendo un castillo en las nubes si no atendemos el reto que supone una gestión estratégica de la RS en las empresas. Igualmente estamos construyendo "a castle in Spain", como se dice en inglés, si no sabemos incorporar los retos del contexto en la gestión de la RS.
Josep Maria Canyelles
Responsabilitat Global / Vector 5
5 de mayo de 2003
Artículo publicado en Jornal. cat [ca]
Artículo publicado en Diario Responsable [es]
PD: Posteriormente he hecho este nuevo artículo para aclarar algún aspecte: Sobre la expresión "a castle in Spain"
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