1.5.13

La teleasistencia: tecnología e innovación al servicio de las personas (por Marta Ribera)

La jornada, que ha tenido lugar en el espacio Francesca Bonnemaison, se ha iniciado con una reflexión profunda sobre la necesidad de colaboraciones entre diferentes sectores, como sanidad y bienestar social, y la complejidad que la dimensión de ambas áreas conlleva, para mejorar la eficacia y la eficiencia del servicio de teleasistencia. El gran salto tecnológico de que somos testigos puede convertirse en el posibilitador de esta coalición.

Josep Maria Canyelles, experto en Responsabilidad Social Corporativa, que ha hecho la ponencia inaugural, ha situado las teleasistencias como un ejemplo que hay que situar dentro de las ciudades inteligentes, las smart cities, en las que existe el riesgo de que no se tenga suficientemente en cuenta las personas y los intereses y necesidades de carácter social.

También ha subrayado el valor social por encima de la tecnología, entendiendo ésta como la facilitadora de muchos avances que tenemos al alcance, pero que requieren una gestión adecuada para optimizar los resultados. No olvidemos que aunque en cuanto a tecnología hemos hecho grandes progresos, ésta no es más que la herramienta que permite llevar a cabo ciertas acciones para mejorar la calidad de vida, pero la capacidad de gestionar de manera adecuada es nuestra, y no hay que perder de vista el objetivo social que se quiere alcanzar. Podríamos decir que la mejor tecnología es la que no se nota, la que no recordamos que existe, dado el buen funcionamiento y la eficacia.

Canyelles ha terminado proponiendo una hibridación entre el desarrollo de las smart cities, como apuesta tecnológica para la sostenibilidad, y los territorios socialmente responsables, como una apuesta por la corresponsabilidad de los agentes en los compromisos con la sociedad y la voluntad de buscar soluciones conjuntas a los retos del territorio.

La teleasistencia

A nivel internacional encontramos otros modelos de teleasistencia. En el Reino Unido, donde la teleasistencia tiene más largo recorrido, constatamos que existe tecnología más avanzada. Sin embargo, el factor social y socializador que se da en nuestro país en Inglaterra no existe. Casos que permite el modelo de teleasistencia que ha adoptado en Cataluña, en el que un usuario llega a hacer una llamada simulando un "error" por el simple deseo de hablar con alguien, y que el sistema de tele operadoras de que disponemos contempla y atiende con una eficacia óptima, no es posible en otros modelos más sofisticados en cuanto a tecnología.  

El propósito de la teleasistencia es que personas que necesitan una cierta atención la puedan recibir desde su propio hogar, consiguiendo alargar el bienestar que supone poder permanecer en el domicilio habitual, facilitando al mismo tiempo la continuidad y la permanencia entre la comunidad a la que se está acostumbrado, lo que ya supone por sí misma un hecho de máxima importancia para personas que no tienen una dependencia extrema, pero que son susceptibles a desarrollar la. Hay que añadir que, según estudios realizados, la mayoría de las personas en esta situación priorizan no tener que ingresar en ningún centro o residencia, por lo tanto debemos tener en cuenta esta voluntad como criterio primero cuando pensamos en calidad de vida y bienestar.

A fin de ir tejiendo un servicio el máximo de eficaz posible hay que gestionar de manera adecuada los criterios de selección del usuario "diana". No se puede simplificar por franjas de edad o por tipología de discapacidad, se debe utilizar un espectro muy amplio para identificar las personas que son idóneas para recibir el servicio o que sacarán mayor provecho. Las personas susceptibles de necesitar el servicio tienen un perfil muy concreto y son necesarias encuestas numerosas para hacer un reconocimiento fiable. Este paso previo es esencial ya que nos permitirá una buena planificación del servicio, lo que se traducirá en mejora.

La teleasistencia sumada a innovación nos acerca a la idea de smart city. La incorporación de este concepto con una proyección clara hacia la vertiente social hace que cada vez se asocien más estas dos realidades, y subrayo realidades dado que Barcelona es actualmente la séptima ciudad smart del mundo. Por tanto, y pensando en el potencial que tiene la gestión de una ciudad inteligente para favorecer la atención social y mejorar la calidad de vida, debemos ser capaces de conjugar estos nuevos elementos que aparecen en el ecosistema del smart sin olvidar que el objetivo es mejorar el bienestar y la calidad de vida teniendo en cuenta el entorno, no sólo social sino también ambiental.  

La tecnología, de la mano de la innovación, debe ser la herramienta que nos permita una mejor gestión de la responsabilidad social que será el magma donde se mueve todos los agentes implicados para crear sinergias que favorecerán el proceso de mejora y, en consecuencia, optimizarán los resultados de manera exponencial. 

Marta Ribera i Rios
Responsabilitat Global

29 de Abril de 2013