21.12.08
Transparencia en la alta política: el caso de Hillary Clinton
La transparencia sobre la relación de donantes de la Fundación Clinton, como condición impuesta para que Hillary pueda aspirar a la Secretaria de Estado, permite avanzar en el escrutio público y es una práctica que debería generalizarse en otros ámbitos de la esfera política.
En el caso de las multinacionales tenemos casos de transparencia forzada por las circunstancias como el caso de Nike, la cual después de boicots y riesgos reputacionales importantes decidió hacer públicos los nombres de todos sus suministradores, en una acción de gran valor ya que se encuentran disponibles en su portal corporativo, lo que ninguna otra empresa del sector ha hecho.
En el mundo de la política, ni por voluntad ni por obligación, no se han producido casos de tanta transparencia. Y es por ello que el dato de que la Fundación Clinton haya hecho público el listado de sus donantes tiene un valor relevante, aunque sea de una manera no deseada sino como condición impuesta para que la señora Hillary Rodham pueda llegar a ser secretaria de Estado de los Estados Unidos de América.
Para quien no lo sepa, Hillary Rodham es el nombre real del personaje conocido como Hillary Clinton, y que no tenemos porque reconocer ya que es la consecuencia de una tradición legal machista de ese y otros países por la que pierden el apellido propio y ganan el de su marido (véase artículo).
Efectivamente, Bill Clinton (¿o quizás deberíamos llamarle Bill Rodham?) Ha revelado su larga lista de mecenas, lo que ha generado una incomodidad por los nombres e instituciones que aparecen.
De hecho, la transparencia no es más que mostrar abiertamente (¡y ya es mucho!) pero no supone ningún tipo de componente ético en la gestión de los intereses y las causas y efectos de las donaciones. Sin embargo, permite poder observar con mayor información cuál va a ser el comportamiento de la futura secretaria de Estado en relación a los intereses de quienes están detrás de las donaciones.
Es evidente que la generosidad de líderes extranjeros condiciona a Hillary Rodham. Como informa hoy la Vanguardia, la Fundación Clinton "se resistía desde hacía diez años, de exponer a escrutinio público la lista de 208.000 personas e instituciones que dieron generosas cantidades - hasta un total de casi 500 millones de dólares-a la su fundación filantrópica y la biblioteca presidencial de Little Rock (Arkansas) que lleva su nombre. Entre quienes contribuyeron destacan líderes y gobiernos extranjeros, empresas y artistas. La lista de contribuyentes, que ocupa 2.300 páginas, es políticamente embarazosa para Clinton. Proyecta sombras de duda sobre si ha habido o habrá tráfico de influencias. Resulta particularmente comprometida para su esposa, Hillary, designada para ocupar la secretaría de Estado en la futura administración de Barack Obama".
Pero esta transparencia tiene la gran virtud de permitir que a lo largo de los próximos días y específicamente en las sesiones que celebrará el Senado para ratificarla en el cargo, se puedan plantear preguntas difíciles sobre las amistades y los donantes extranjeros de su marido.
Y esta será una información que también planará a lo largo del mandato, ya que entre las personas e instituciones donantes hay dirigentes de países y empresas sobre los que el gobierno estadounidense puede verse obligado a tomar importantes decisiones durante los próximos años.
Sería deseable que, aunque viniese poco de gusto, estas muestras de transparencia se fueran generalizando en la vida pública, empezando por el mundo de la política, ya que afecta al interés general y también permitiría que algunas empresas salieran retratadas.
La política empresarial del ir dejando caer algo por vías perfectamente legales y procurar un beneficio en absoluto ético y nada legal de la acción pública es una práctica que habría que erradicar de inmediato. No sólo perjudica a los intereses generales y establece unos valores sociales nefastos sino que prima a empresas no necesariamente más productivas y efiecientes.
Desgraciadamente no todas las presiones de baja estopa aparecerían en esta foto. Por ejemplo, en nuestras latitudes también se producen de forma importante otro tipo de presiones que no podrían salir reflejadas: la llamada de "o tal cosa o ya sabes que nos podemos deslocalizar", sin la que serían difíciles de comprender ciertas decisiones públicas.
Este artículo ha sido publicado en Diario Responsable: Transparencia en la alta política: el caso de Hillary Clinton
En el caso de las multinacionales tenemos casos de transparencia forzada por las circunstancias como el caso de Nike, la cual después de boicots y riesgos reputacionales importantes decidió hacer públicos los nombres de todos sus suministradores, en una acción de gran valor ya que se encuentran disponibles en su portal corporativo, lo que ninguna otra empresa del sector ha hecho.
En el mundo de la política, ni por voluntad ni por obligación, no se han producido casos de tanta transparencia. Y es por ello que el dato de que la Fundación Clinton haya hecho público el listado de sus donantes tiene un valor relevante, aunque sea de una manera no deseada sino como condición impuesta para que la señora Hillary Rodham pueda llegar a ser secretaria de Estado de los Estados Unidos de América.
Para quien no lo sepa, Hillary Rodham es el nombre real del personaje conocido como Hillary Clinton, y que no tenemos porque reconocer ya que es la consecuencia de una tradición legal machista de ese y otros países por la que pierden el apellido propio y ganan el de su marido (véase artículo).
Efectivamente, Bill Clinton (¿o quizás deberíamos llamarle Bill Rodham?) Ha revelado su larga lista de mecenas, lo que ha generado una incomodidad por los nombres e instituciones que aparecen.
De hecho, la transparencia no es más que mostrar abiertamente (¡y ya es mucho!) pero no supone ningún tipo de componente ético en la gestión de los intereses y las causas y efectos de las donaciones. Sin embargo, permite poder observar con mayor información cuál va a ser el comportamiento de la futura secretaria de Estado en relación a los intereses de quienes están detrás de las donaciones.
Es evidente que la generosidad de líderes extranjeros condiciona a Hillary Rodham. Como informa hoy la Vanguardia, la Fundación Clinton "se resistía desde hacía diez años, de exponer a escrutinio público la lista de 208.000 personas e instituciones que dieron generosas cantidades - hasta un total de casi 500 millones de dólares-a la su fundación filantrópica y la biblioteca presidencial de Little Rock (Arkansas) que lleva su nombre. Entre quienes contribuyeron destacan líderes y gobiernos extranjeros, empresas y artistas. La lista de contribuyentes, que ocupa 2.300 páginas, es políticamente embarazosa para Clinton. Proyecta sombras de duda sobre si ha habido o habrá tráfico de influencias. Resulta particularmente comprometida para su esposa, Hillary, designada para ocupar la secretaría de Estado en la futura administración de Barack Obama".
Pero esta transparencia tiene la gran virtud de permitir que a lo largo de los próximos días y específicamente en las sesiones que celebrará el Senado para ratificarla en el cargo, se puedan plantear preguntas difíciles sobre las amistades y los donantes extranjeros de su marido.
Y esta será una información que también planará a lo largo del mandato, ya que entre las personas e instituciones donantes hay dirigentes de países y empresas sobre los que el gobierno estadounidense puede verse obligado a tomar importantes decisiones durante los próximos años.
Sería deseable que, aunque viniese poco de gusto, estas muestras de transparencia se fueran generalizando en la vida pública, empezando por el mundo de la política, ya que afecta al interés general y también permitiría que algunas empresas salieran retratadas.
La política empresarial del ir dejando caer algo por vías perfectamente legales y procurar un beneficio en absoluto ético y nada legal de la acción pública es una práctica que habría que erradicar de inmediato. No sólo perjudica a los intereses generales y establece unos valores sociales nefastos sino que prima a empresas no necesariamente más productivas y efiecientes.
Desgraciadamente no todas las presiones de baja estopa aparecerían en esta foto. Por ejemplo, en nuestras latitudes también se producen de forma importante otro tipo de presiones que no podrían salir reflejadas: la llamada de "o tal cosa o ya sabes que nos podemos deslocalizar", sin la que serían difíciles de comprender ciertas decisiones públicas.
Este artículo ha sido publicado en Diario Responsable: Transparencia en la alta política: el caso de Hillary Clinton
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