20.4.11

La final de Copa pondrá en peligro la salud del público

  • El himno español sonará a un volumen por encima de lo permitido en el umbral del dolor
  • La actitud nacionalista de la Federación puede afectar al público de la final de la Copa del Rey
  • 120 decibelios es más que un concierto de rock y equivalente al ruido de un avión volando a baja altura 
  • Expertos indican que a partir de los 55 decibelios se entra en unos niveles molestos por las personas

La Real Federación Española de Fútbol, ​​actuando más como fuerza política nacionalista española que como organismo deportivo, pretende garantizar, por encima de cualquier otro criterio, que se oiga el himno español en el momento que la familia real haga entrada al campo.

Por ello, los técnicos de sonido tendrán a su disposición 100.000 vatios de potencia extra que la Federación ha contratado para que el himno no quede deslucido por los silbidos de los catalanes.

Hay que recordar que hace dos años, en la final que enfrentó al FC Barcelona y al At. De Bilbao, las dos aficiones catalana y vasca ahogaron con silbidos y un fuerte abucheo la interpretación del himno. En aquel momento, la Televisión Española ocultó los hechos, lo que supuso la destitución del jefe de Deportes de la cadena pública estatal.

Desde este blog donde reflexionamos sobre la responsabilidad social de empresas y organismos, ahora nos toca hacernos dos preguntas:

a) Este objetivo de la Federación, ¿debe pasar por encima de la salud del público?

La respuesta parece evidente, pero no solo se trata de una cuestión de si superan o no el umbral del dolor. Es también un tema de sentido común. El criterio de la Federación es desmesurado, es prepotente y es provocador.

Estamos ante un partido de fútbol. Por más importante que sea, no deja de ser un juego donde las pasiones deportivas se deben controlar con cordura. Pero los factores políticos también tienen un papel que no se puede menospreciar. Muchos catalanes quieren mostrar su desafecto con España y en estos eventos se hace difícil no hacerlo porque el mero hecho de no hacerlo puede parecer una legitimación de lo que está sucediendo en el Estado.
Una federación deportiva debería comprender que para muchos catalanes, este es un partido en el que interpretará el himno que corresponde solamente a uno de los equipos, a pesar de que legalmente corresponda a los dos. Ante los sentimientos y las legítimas interpretaciones, la federación debería actuar con sensibilidad y limitándose a hacer cumplir la ley, sin entrar en la guerra del volumen, que puede enrarecer el partido desde su inicio. De hecho, algunas peñas madridistas han pedido a su afición que animen el Real Madrid con banderas españolas, que no deja de evidenciar que, más allá de lo que el Estado establezca oficialmente, las banderas española y catalana representan realidades nacionales diferentes.

b) ¿Es legítimo que un evento deportivo se utilice para fines políticos?

Podríamos decir que en nuestro contexto es inseparable: el mismo sentido de cada uno de los dos clubes está cargado de contenido político, en el sentido más amplio y librado de connotaciones partidistas. De hecho, no se podría entender que Barça y Madrid sean dos de los mejores clubes del mundo si no fuera por la oposición que mantienen y para cada uno de ellos representa una afirmación nacional diferente.

El conflicto existe a partir del momento en que el Estado español se niega a reconocer la nación catalana, lo que con toda naturalidad se hace en otros estados plurinacionales con una democracia avanzada como en Canadá, donde el Estado reconoce la realidad nacional de Quebec. Además, en Cataluña ha aumentado mucho el deseo de recuperar un estado propio, hasta el punto que la mitad de la población ya podría estar a favor en este momento según las encuestas. En estados con una democracia avanzada como el Reino Unido, muchos unionistas, a pesar de ser contrarios a la independencia de Escocia, defienden que los escoceses puedan decidir democráticamente su futuro.

Como dato de gran valor, hay que decir que entre los no partidarios, hay un gran desconocimiento sobre lo que cuesta mantener el Estado español. Muchas nuevos catalanes venidos de fuera en los últimos años y, por tanto, sin otras consideraciones afectivas, se han convertido en independentistas pragmáticos, al no entender cómo puede haber tanta pobreza en estos momentos en uno de los países que si fuera independiente tendría mayor riqueza de la Unión Europea.

Volvamos al fútbol y a los acontecimientos deportivos. Si el débil sistema democrático español no permite decidir sobre el futuro de nuestro país, no es normal que un pueblo pacífico y democrático quiera aprovechar los acontecimientos deportivos, aquellos que pueden tener más repercusión mediática global, para hacer saber al mundo cuáles son sus aspiraciones.

Si pueblo de Cataluña decide de manera mayoritaria en los próximos años asumir las riendas de su futuro como nación libre dentro de Europa, los demás Estados deberán hacer el paso de reconocer el nuevo Estado, recuperado después de tres siglos. Es normal que Cataluña quiera hacer ver al mundo cuál es el sentimiento, el cual no debería ser una sorpresa para la comunidad mundial. España, como Estado, dispone de muchos canales para hacer valer su mensaje y dar su versión. Cataluña dispone de muy pocos medios para hacerlo. ¿Alguien puede considerar que no es legítimo aprovechar aquellos canales que de manera pacífica permiten hacer ver el mundo que seguimos existiendo como nación? Quizá hacen más política aquellos que, haciendo uso de los medios que el Estado les da, ahogan el sentimiento nacional de Cataluña e intentan eliminar nuestra realidad.

Afortunadamente, Cataluña existe todavía, y en un mundo donde la transparencia se hace inevitable y la democracia insustituible, 120 decibelios o las detenciones indiscriminadas de jóvenes que lleven banderas o pancartas no podrán ocultar al mundo un espíritu de libertad y una vocación para ejercer el derecho a decidir.


Artículo publicado en:
Expoknews (castellano)
Jornal.cat (catalán)


PD: Admitida la demanda de Solidaritat contra el volumen del himno español en la final de Mestalla. El Síndic de Greuges valenciano estudiará el caso