31.5.15

Silbar contra una sombra del pasado. Un estado decimonónico

Anoche el F.C.Barcelona conquistó la 27ª Copa del Rey, lo que permite seguir aspirando nuevamente al triplete. Pero la noticia de la noche no fue deportiva sino sobre el minuto previo al inicio del partido, cuando todo el estadio del Camp Nou, con las dos aficiones del Barça y del Atlético de Bilbao silbaron monumentalmente el himno español, hasta el punto de que ni en el estadio ni por televisión no se pudo oír en absoluto. Yo también silbé, y con el convencimiento de estar haciendo lo que correspondía en este momento, en estos momentos que vive el país. Apunto unas reflexiones.

¿Por qué hay himno? La respuesta lleva implícita otra pregunta: ¿por qué la Copa es del Rey? En otros países es sencillamente la Copa, pero en España se quiso mantener continuidad con la Copa del Generalísimo. Si la transición hubiera puesto fin a toda la herencia de la dictadura seguramente este problema no existiría. Se trata de una interferencia de la política y una herencia de regímenes no democráticos.
¿Por qué ha pitado el himno? Porque las sociedades civilizadas expresan de manera civilizada los conflictos, y ante la falta de capacidad de España de dar canalización democrática a las aspiraciones de los catalanes, una parte de estos optan por mostrar desafecto con las instituciones representativas de este estado.
¿Es ofensivo silbar un himno? La intencionalidad es lo que determina si el silbido tiene carácter ofensivo. En este caso, de manera muy clara, no había la voluntad de ofender a las personas que sienten que forman parte de la nación española sino que tenía por objetivo mostrar el malestar frente al comportamiento agresivo del Estado español contra la pluralidad nacional.
¿Es ético silbar? La ética no puede dar una respuesta categórica a una reacción como esta, pero sí podría considerar que es legítimo que una sociedad muestre de manera pacífica su irritación y protesta cuando siente que le están pisando los derechos y la dignidad. Aún es más así cuando se intenta canalizar el desencuentro político por vías democráticas, pacíficas y dialogadas y la respuesta es siempre el golpe en la puerta y el aumento de la agresión. Silbar los elementos simbólicos de este estado se convierte en una muestra de dignidad para que no parezca que su presencia es aceptada con normalidad.
¿Es ético prohibir silbar? En un estado de derecho donde la democracia sea fuerte y arraigada nadie debería tener miedo de las acciones pacíficas de protesta, y menos de las acciones que están anunciadas y se sabe cómo se desarrollarán y que no tienen ninguna consecuencia en el orden público. Ningún gobierno en un entorno democrático no tiene ningún derecho de meterse en la manera de expresarse de los ciudadanos, ya que son libres y responsables y no súbditos. Es más, el gobierno debe respeto a los ciudadanos. Ordenar que se impida silbar el himno de España, poner la ley al servicio de una creencia no mata solamente la separación de poderes de Montesquieu, sino que equipara España a una república islámica, porque no son las formas, sino los principios, lo que corrige la aberración de supeditar el argumento al dogma.
¿Es legal silbar? Por supuesto, y así lo confirmó la Audiencia Nacional en referencia a los silbidos del la Final del 2009, sentenciando que no fue "una conducta injuriosa" ni se cometió los delitos de "ultraje a España" o "apología del odio nacional". Sin embargo, excediéndose de sus funciones, tal vez para proteger su cargo, la sentencia censura "el comportamiento más que desagradable que tuvieron que soportar los monarcas y aquellos que no compartían la pitada". Para reir, pero la sentencia es rotunda.
¿Es oportuna la reacción españolista? Depende de lo que pretendiera: podemos decir que ha sido acertada si se pretendía precisamente provocar y motivar para un silbido más general y más intenso. En caso de que no fuera este el objetivo, ciertamente no parecería muy inteligente. Prohibir el silbido, amenazar que se sancionarán los clubes y que habrá responsabilidades individuales sólo produce un efecto multiplicador. Ahora ya no sólo se pitará el himno. Se pitará la prohibición de pitarlo. Se pitará la amenaza de ser castigado si silbas. En el límite del ridículo institucional, político y jurídico, la secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, ha pedido que se desaloje el campo si silban el himno español: "Si un equipo no está conforme, pues que no juegue". Quizá como que el Estado español no existía durante la época medieval, ahora tienen la necesidad de revivir los elementos de aquellos tiempos, y perseguir a los sentimientos de las personas, las expresiones de las ideas, como si persiguieran a herejes y brujos.
¿Se podía haber reaccionado diferente? Por supuesto, por ejemplo no dando importancia, lo que no la habría evitado pero habría templado la protesta. O haciendo que también sonaran los himnos nacionales de Cataluña y Euskadi. Pero esto no habría impedido algún tipo de protesta ya que el conflicto no es de himnos sino que se vehicula en otros terrenos donde el comportamiento es agresivo por sistema. Desde el Gobierno, el Consejo Superior de Deportes y la federación no han hecho ningún esfuerzo para intentar visualizar un escenario diferente. Por ser activos y no reactivos

¿Quien falta al respeto de quien? Para citar un ejemplo, el uso de la lengua. Como se puede ver en la imagen, el arco para los campeones sólo está en castellano, no en catalán y vasco, que eran los dos equipos que jugaban. Es un tema de respeto, y de gestión de la diversidad. Algunos dicen -y están convencidos con un gran sentido de imperio!- que la lengua de los españoles es el castellano, pero resulta que la Constitución dice que el castellano es la lengua del Estado (no dice nada que tenga que ser la lengua oficial de la sociedad civil!), y la competición está organizada por una organización privada que tiene derecho y deber de mostrar respeto. Además, si hiciera caso a la Constitución y no a las consignas de quienes gobiernan también sabrían que se establece el respeto a las otras lenguas, lo que no hacen. ¿Quien falta al respeto?
¿Y ahora qué? Las instituciones españolas son víctimas de las propias declaraciones y del estado de ánimo catalanófobo que han contribuido a inchar. Por ello, ahora no pueden hacer nada más que anunciar medidas judiciales que, de acuerdo con sentencias anteriores, llevarán a un ridículo similar al del 9-N. Claro que siempre pueden cambiar las leyes sobre la marcha con efectos retroactivos, que de esto saben, o ¡mandar cambiar las definiciones del diccionario para pitada pase a significar una acción terrorista, quien sabe!
 
Si en el futuro nos podemos desplazar en el tiempo se producirán encuentros entre personas que tengan valores muy diferentes fruto de los siglos que los separen. No sabemos cómo podrán reaccionar, pero algunos eventos como los de ayer nos pueden acercar a esta experiencia de ciencia ficción y ver como una sociedad del sXXI debe hacer frente a unas instituciones con una cultura decimonónica cuando no directamente medieval.

Hechas estas consideraciones, esperamos que nunca más tengamos que pitar ningún himno porque las voluntad de los pueblos se puedan expresar a través de los canales democráticos haciendo posible que el sentido común prevalezca.
Estas son algunas reflexiones hechas anteriormente sobre el mismo tema:
16.8.13 Ètica i xiular himnes
 
La sociedad es conflicto. La vida es conflicto. Las sociedad maduras, como las personas con mejores habilidades sociales, no dan la espalda al conflicto sino que hacen frente y lo gestionan. Aprender a gestionar conflictos es signo de madurez personal y capital social de una comunidad. Forma parte de un aprendizaje permanente y es fundamental para evitar que los conflictos se enquisten, vayan reapareciendo constantemente, dificulten las alianzas y las colaboraciones, acaben disminuyendo la capacidad de una sociedad para orientarse a tareas positivas tanto de creación de valor social como económico. 
Cuando una demanda social amplia, formulada democráticamente y pacífica, no recibe respuesta, es normal que cualquier evento público sirva para expresar que la sociedad catalana se encuentra en este punto. Unos silbidos, en este contexto, es una reacción educada que sencillamente quiere hacer saber al mundo -estado español incluido- que aquí se está produciendo una situación que deben conocer.

Ciertamente, parece que se hace necesario expresar ante el mundo que el himno español en estos momentos en Cataluña no suena por una voluntad democrática de su ciudadanía sino por un imperativo legal y una falta de plenitud democrática. Si el estado español a estas alturas se mostrara dialogante y, como Gran Bretaña, con voluntad de facilitar que la ciudadanía se pronuncie, dudo que ninguna persona hubiera pitado el himno español. Es decir, el silbido no era contra el himno español sino contra las actitudes que este estado, por la vía de los sucesivos gobiernos, han mostrado y muestran ahora mismo respecto a Cataluña. El matiz es muy importante para comprender el sentido de la protesta, para explicar que no hay odio contra España, y que de hecho España, en caso de que Cataluña opte por la independencia, deberá ser el principal estado amigo.