12.12.07
¿Quis custodiet ipsos custodes?
¿Quis custodiet ipsos custodes es una expresión latina que quiere decir "quién vigila a los vigilantes"?
Si en el campo de la responsabilidad legal hay un sistema policial y judicial que vela por el cumplimiento de la ley, en el mundo de la Responsabilidad Social hay organizaciones e iniciativas que promueven el reconocimiento de estas prácticas y compromisos voluntarios.
Organizaciones que promueven marcos de información (como el Global Reporting Initiative), organizaciones que auditan, verifican o certifican, organizaciones que promueven normas, organizaciones que promueven etiquetas o reconocimientos (como la Fundación Lealtad) ... Son organizaciones que directamente o por medio de sus intrumentos nos transmiten que una empresa dispone de unas políticas y cumplimientos en su RSE.
El problema es que a menudo no vemos como estas organizaciones (tan importantes en la cadena de las garantías de la RSE) garantizan que también son gestionadas de manera responsable y que sus certificaciones, etiquetas o auditorías aportan el nivel de confianza y certeza requerido.
Podemos hacer una excepción positiva con el GRI, ya que ha demostrado sobradamente, por origen, trayectoria y modelo de gobernanza que está bien gestionada y que merece la confianza de las partes.
No querríamos fomentar un sentido exageradamente crítico que pueda sencillamente quitar reputación de organtizaciones a las cuales se les tiene que suponer en todo momento la buena intención y la buena fe, pero la necesidad de mejorar el propio desarrollo de la RSE obliga a poner encima de la mesa puntos de vista que introduzcan una sana crítica. Hay que hacerlo de la manera más positiva y abierta al diálogo y la contrastación que sepamos, relativizando los posicionamiento si hace falta. Pero empezando a abordar a fondo temas que hasta ahora se han pasado de puntillas.
Venimos de unos años en lo que ha hecho falta generar consenso entre los agentes en torno a lo que era la RSE y el sentido de su práctica, sobre la voluntariedad y las medidas de fomento, etc. Venimos de unos años en los que ha sido fundamental hacer camino y demostrar con buenas prácticas que era posible un nuevo estilo de dirección empresarial y estrategia de mercado. Venimos de un tiempo en el que todas las iniciativas han sido bienvenidas porque formaban parte de un proceso de aprendizaje compartido y de conformación de un marco multilateral donde la juxtaposició de propuestas y modelos aportaba más riqueza y diversidad.
Cada cosa a su tiempo. Ahora entramos en una nueva fase de la RSE en estas latitudes. Ya ha acabado el tiempo destinado casi exclusivamente al debate y a la elaboración de los consensos básicos de las "tres patas". Ahora toca empezar a hacer trabajo y pedir la excelencia a todas las partes. Ahora toca correr un poco para recuperar el tiempo empleado.
Sin voluntad de perjudicar ni de ofender tenemos que empezar a debatir sobre la utilidad, funcionalidad e incluso la coherencia ética de algunas propuestas que han entrado en juego en los últimos tiempos. Lo iremos haciendo y aportando elementos para el debate.
Sólo un ejemplo. Ya tendremos oportunidad de entrar más a fondo, pero parece que empieza a generalizarse la percepción de que el modelo que nos propone la Fundación Lealtad no está bien resuelto. Si no pueden entrar las entidades que quieren, no garantizan nada más que lo que quiera decir la misma ONG analizada, y hay empresas que utilizan el listado de ONG reconocidas para seleccionar con quien dialogan y a quin financian, parece evidente que no sólo el mecanismo carece de veracidad sino que está causando un daño enorme a entidades que no quieran o puedan entrar en su rueda.
Es sólo una primera idea pero que pone encima de la mesa disfunciones que se están produciendo y que algunas organizaciones, empresas y expertos asumen como parte del juego.
Si en el campo de la responsabilidad legal hay un sistema policial y judicial que vela por el cumplimiento de la ley, en el mundo de la Responsabilidad Social hay organizaciones e iniciativas que promueven el reconocimiento de estas prácticas y compromisos voluntarios.
Organizaciones que promueven marcos de información (como el Global Reporting Initiative), organizaciones que auditan, verifican o certifican, organizaciones que promueven normas, organizaciones que promueven etiquetas o reconocimientos (como la Fundación Lealtad) ... Son organizaciones que directamente o por medio de sus intrumentos nos transmiten que una empresa dispone de unas políticas y cumplimientos en su RSE.
El problema es que a menudo no vemos como estas organizaciones (tan importantes en la cadena de las garantías de la RSE) garantizan que también son gestionadas de manera responsable y que sus certificaciones, etiquetas o auditorías aportan el nivel de confianza y certeza requerido.
Podemos hacer una excepción positiva con el GRI, ya que ha demostrado sobradamente, por origen, trayectoria y modelo de gobernanza que está bien gestionada y que merece la confianza de las partes.
No querríamos fomentar un sentido exageradamente crítico que pueda sencillamente quitar reputación de organtizaciones a las cuales se les tiene que suponer en todo momento la buena intención y la buena fe, pero la necesidad de mejorar el propio desarrollo de la RSE obliga a poner encima de la mesa puntos de vista que introduzcan una sana crítica. Hay que hacerlo de la manera más positiva y abierta al diálogo y la contrastación que sepamos, relativizando los posicionamiento si hace falta. Pero empezando a abordar a fondo temas que hasta ahora se han pasado de puntillas.
Venimos de unos años en lo que ha hecho falta generar consenso entre los agentes en torno a lo que era la RSE y el sentido de su práctica, sobre la voluntariedad y las medidas de fomento, etc. Venimos de unos años en los que ha sido fundamental hacer camino y demostrar con buenas prácticas que era posible un nuevo estilo de dirección empresarial y estrategia de mercado. Venimos de un tiempo en el que todas las iniciativas han sido bienvenidas porque formaban parte de un proceso de aprendizaje compartido y de conformación de un marco multilateral donde la juxtaposició de propuestas y modelos aportaba más riqueza y diversidad.
Cada cosa a su tiempo. Ahora entramos en una nueva fase de la RSE en estas latitudes. Ya ha acabado el tiempo destinado casi exclusivamente al debate y a la elaboración de los consensos básicos de las "tres patas". Ahora toca empezar a hacer trabajo y pedir la excelencia a todas las partes. Ahora toca correr un poco para recuperar el tiempo empleado.
Sin voluntad de perjudicar ni de ofender tenemos que empezar a debatir sobre la utilidad, funcionalidad e incluso la coherencia ética de algunas propuestas que han entrado en juego en los últimos tiempos. Lo iremos haciendo y aportando elementos para el debate.
Sólo un ejemplo. Ya tendremos oportunidad de entrar más a fondo, pero parece que empieza a generalizarse la percepción de que el modelo que nos propone la Fundación Lealtad no está bien resuelto. Si no pueden entrar las entidades que quieren, no garantizan nada más que lo que quiera decir la misma ONG analizada, y hay empresas que utilizan el listado de ONG reconocidas para seleccionar con quien dialogan y a quin financian, parece evidente que no sólo el mecanismo carece de veracidad sino que está causando un daño enorme a entidades que no quieran o puedan entrar en su rueda.
Es sólo una primera idea pero que pone encima de la mesa disfunciones que se están produciendo y que algunas organizaciones, empresas y expertos asumen como parte del juego.
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