Entiendo que quieran buscar un punto de neutralidad y que pidan diálogo. Pero supongo que no se les escapa que son las instituciones catalanas las que hace años que piden diálogo. Pero ni el gobierno español, ni ninguna institución del Estado, ni ningún otro agente, con excepción de Podemos, han dado ninguna oportunidad al diálogo. Ni se ha producido ninguna propuesta que no sea la negativa a todo y la represión.
Bajo mi punto de vista, llegan muy tarde. Mucho. ¿Dónde estaban cuando Cataluña pedía diálogo? Quizá también se habían creído el discurso que los medios de comunicación habían hecho dominante por no decir único en España: que todo era una estrategia de cuatro políticos catalanes alocados y que, en todo caso, no dejaba de ser un postureo para conseguir una mejor financiación.
Si ahora se dan cuenta que han sido engañados, lo primero que deberían hacer -junto a pedir diálogo- es pedir a la prensa española que deje de manipular, ya que es imposible hoy en día un diálogo en un contexto en el que la población española sólo tiene acceso a una parte de la información o de la interpretación de los hechos.
Los catalanes ya hemos votado. Dos veces, en elecciones y en referéndum. Llegan muy tarde. Y aún así, muchos podríamos estar de acuerdo a probarlo de nuevo y a establecer un proceso de diálogo. Pero es obvio que el Estado español no es fiable. Tiene la fuerza política, policial y militar. Y han mentido demasiado, incumplido demasiado. Sólo podríamos dialogar si hay mediación. Si la parte española no acepta de ninguna manera la mediación y si no aceptan de ninguna manera que uno de los resultados de la mediación debe poder ser un referéndum de autodeterminación, se trata de una trampa de dilación que no se puede aceptar. Nadie en el mundo civilizado lo podría entender.
Reitero que su gesto es importante porque esto que hacen supone una afrenta al ciudadano coronado Felipe VI. Su majestad dejó claro que estaba de una parte, que no estaba ni por mediaciones ni por el diálogo. Sencillamente allanó el camino para la aplicación del artículo 155 o para lo que sea necesario. De hecho, avaló la acción terrorista de la policía española y mostró desprecio por los heridos.
En estas condiciones, los catalanes (todos) no tenemos manera de defender nuestra sociedad, nuestra economía, nuestra cultura, nuestra dignidad. No nos han dejado otra alternativa que la aplicación radical de la democracia. Ahora necesitamos aplicar la ley y hacer, tal como estaba previsto, la declaración de independencia.
Yo no lamentaría si la declaración se ha de guardar unos días en el cajón. Si tenemos que esperar quince días, por mí no hay problema. Demos una oportunidad a España y a la Unión Europea, de acuerdo. En todo caso, podría servir para demostrar una vez más quien ha estado permanentemente pidiendo el diálogo y quien ha estado por aplicar una interpretación de las leyes contra los catalanes y para reescribir las leyes a medio partido con fines políticos.
El estado español no para de intentar perjudicar Cataluña. Ahora con un decreto urgente para promover que las empresas catalanas marchen en España. El mal que ahora nos pueden causar en unas semanas es muy inferior al que si no nos vamos nos seguirán causando durante años. Ahora el tiempo se ha acelerado y debemos decidir si no queremos traspasar a nuestros hijos esta tensión a que el Estado español somete Cataluña para contener su desarrollo.
De hecho, ya hemos decidido, ahora sólo hay que aplicar sus consecuencias. Y hacerlo inteligentemente con un control del tiempo, no precipitándonos y asegurando un apoyo creciente tanto de la población catalana como de la opinión internacional. Suscribo, en este sentido, las reflexiones de Pilar Rahola diciendo que
Es un juego de ajedrez donde una mala jugada puede hacer perder piezas valiosas de la partida. Sobra decir que continuarán las provocaciones (quizás con detenciones) y las agresiones (la decisión de animar a la huida de empresas de Catalunya es de una maldad iracunda), pero la respuesta tiene que ser la de hacer el camino trazado, sin acelerar los tiempos. Catalunya está más cerca que nunca de conseguir validar sus derechos en la esfera internacional. Pero si el corazón caliente vence a la cabeza fría, se puede estropear todo. No se trata de protagonizar selfies épicas. Se trata de cambiar la historia.
Hago toda la confianza al Gobierno, que ya ha demostrado su capacidad para cumplir todo lo que ha ido anunciando. Y si la declaración se produce el martes, estoy seguro de que sabrán que es lo mejor que pueden hacer. Sin embargo, encontraría razonable darse quince días para consolidar el apoyo creciente, para provocar más y más errores en la parte española, y para mostrar ante el mundo que se ha actuado con la máxima prudencia y control de la situación. Por supuesto, la preparación del 155 sí debería suponer la inmediata activación de la declaración.El independentismo va ganando por puntos, por los graves errores de Rajoy, que lo fía todo a la fuerza y las amenazas. Una DUI inmediata implicaría intentar ganar por KO, como también lo implicaría aplicar el 155, suspender la autonomía y enviar al ejército. ¿Está en condiciones el Govern Puigdemont de desplegar ahora mismo todas las medidas que son necesarias para hacer efectiva esta independencia? ¿Se podrá controlar el territorio y hacer que todos los servicios y organismos –empezando por los Mossos– asuman la nueva legalidad naciente y su defensa activa? Posponer la DUI no sería renunciar a saltar la pared, sería ganar más legitimidad ante terceros, para favorecer la mediación y subrayar, de paso, el carácter intransigente del Gobierno. Y aprovechar para ampliar el perímetro del soberanismo y las complicidades exteriores. La prisa debe dar paso al control inteligente de los acontecimientos.
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