2.2.23

Hablamos poco de la responsabilidad social de los medios de comunicación. Reflexión con motivo de la sentencia del TJUE

  • La responsabilidad de los medios de comunicación es fundamental puesto que contribuyen a crear valores sociales y cada vez más a polarizar la sociedad en burbujas irreconciliables alimentadas por la tergiversación informativa.
  • España sigue retrocediendo en lo que se refiere al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 16 de Naciones Unidas, que habla de paz, justicia e instituciones sólidas y pretende promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas.

Hablamos poco de la responsabilidad social de los medios de comunicación. Si siglos atrás los valores de una sociedad venían conformados por la familia y por la iglesia y posteriormente también por la escuela, la intelectualidad y los movimientos sociales, hoy es evidente que el mundo corporativo es quien muestra gran capacidad y todavía desarrollándose para marcar no sólo las modas sino los referentes culturales, modelos sociales y valores de la sociedad. El marketing ha sacado nota al realizar este trabajo, que es más profundo que meramente colocar un producto en un segmento de mercado.

Dicho esto, los medios de comunicación son su correa de transmisión porque el entusiasmo interesado, el asentimiento o, por el contrario, el sentido crítico hacen que una constelación de valores sustituya a otra de forma generalizada, masiva y acelerada. La mayoría de los medios están estrechamente vinculados al poder e intensamente condicionados por los anunciantes y por la propiedad. No descubro nada nuevo.

Pero a la hora de abordar la responsabilidad de las empresas frente a la sociedad, a menudo ponemos la mirada en la empresa que hace las cosas mal y desatendemos el entorno mediático que pone en bandeja la aceptación (o aceptabilidad) social. Los medios de comunicación han renunciado a ser la voz de la sociedad, la voz de los grupos de interés, los portavoces de los colectivos que carecen de voz. Por ejemplo, la voz de las generaciones que todavía no han nacido. No les exigimos lo suficiente. O quizá piensen que no es lo que los lectores esperan. O sencillamente el perro no muerde la mano de quien le da de comer.

Pero hablar de la RSC de los medios no sólo hace referencia a cómo contribuyen a modificar los valores sociales. También existen aspectos más inmediatos, materiales, objetivables, como el dilema entre verdad o la tergiversación. Le llamo dilema porque es una elección voluntaria, que forma parte del estilo propio, y que se hace de manera consciente.

Permítanme ejemplificarlo con una información importante y muy esperada: la sentencia del TJUE sobre las prejudiciales de Llarena. Busco la información aportada por un medio alineado en el españolismo pero que tradicionalmente había sido riguroso, y me encuentro con una ocultación de la frase más importante de la sentencia, que abre una nueva interpretación muy relevante por la jurisprudencia europea y para el caso en concreto. Lo fundamental es que para denegar una euroorden había que demostrar el fallo sistémico de la justicia de un país pero ahora se añade al mismo nivel, con la conjunción “o”, si hay grupo objetivamente identificable. Es decir, que el fallo no es sistémico sino sólo contra un grupo, y ahí quedan abiertas todas las posibilidades, un grupo sexual, de origen, o cómo sería el caso una minoría nacional o, si se quiere, un colectivo ideológico como el independentismo.

El hecho de que El País oculte esta información, dando continuidad muchas tergiversaciones hechas en el último decenio, convierte a este diario en un panfleto, al menos en esta parte de la información. Lo mismo sucede con el estado español, donde no podemos negar que existe un estado de derecho, pero que éste se rompe completamente cuando nos referimos al Procés. Instituciones públicas y medios de comunicación consideran que el fin justifica los medios, y que pueden hacer una excepción en un asunto, creyendo que no afectará al conjunto de su actividad.


Textos de Silvia Agulló, periodista de El País y de la sentencia.

Pues eso es lo que nunca aceptaríamos de una empresa: la responsabilidad social debe ser transversal, integral, no se pueden hacer excepciones. Y si alguna vez se incumple, hay que rendir cuentas bajo el lema del comply or explain , cumple o explícate. Ten el coraje de explicar públicamente que vas a crear un agujero en el estado de derecho o en el rigor informativo porque consideras que un concepto como la unidad del estado es más importante que el propio estado de derecho o que el rigor informativo.

Y aún, un criterio fundamental para el periodismo, no mezclar intencionadamente información y opinión. Aquí la irresponsabilidad de las malas prácticas es dramática. Lo es como principio deontológico y ético. Pero más aún por las consecuencias que comporta. Uno de los retos sociales más relevantes que deberíamos afrontar colectivamente, junto a la desigualdad, la diversidad y otros, es la creciente e interesada polarización social. Tanto las redes sociales como los medios clásicos son los principales culpables, junto con cierta política que vale. Creando burbujas sociales que no se escuchan entre sí y en un contexto de malestar creciente estamos creando el fermento del enfrentamiento y la violencia. Cuando El País, percibido por sus lectores como un medio serio, tergiversa sistemáticamente la información en una materia,


Algunas reflexiones relacionadas sobre gobernanza y ODS 16 en torno al caso catalán (negrita para los textos en castellano):