Así, según Bauböck, los que deberían votar en el referéndum escocés son
exactamente los mismos que hoy pueden votar para elegir representantes
en el Parlamento escocés, responsable de un futuro cambio de su estatus
político.
Argumenta López que ciertamente un nuevo estatus político supone cambios para mucha gente; y
del mismo modo que no tiene sentido que todos los británicos puedan
votar por el hecho de que, de una manera u otra, les afecta -ya que ello
supondría negar de facto la posibilidad de escoger los escoceses-,
tampoco los residentes que podrían convertirse en nuevos ciudadanos de
un estado (y, por tanto, claro que les afecta!) no tienen por qué tener
reconocido su derecho a voto en esta consulta.
En el caso de Escocia no se ha seguido este criterio, y en el caso de
Cataluña todo apunta a que tampoco se seguirá, ya que el texto de la ley
de consultas dice que podrán votar:
- los electores en el Parlamento catalán;
- los nacionales de países de la UE con más de un año de residencia y empadronamiento en Cataluña;
- los extracomunitarios que hayan certificado tres años de
empadronamiento desde el día siguiente de haber obtenido permiso de
residencia;
- los catalanes residentes en el extranjero siempre que se inscriban en un registro voluntario.
López se pregunta si tiene sentido que un residente que hoy no puede
votar quien gobierna en Cataluña pueda, en cambio, votar sobre su futuro
estatus político. Seguramente sería más pulcro en un contexto plenamente democrático. Y seguramente en Escocia, donde se da el contexto democrático, deberían haberlo hecho así. Pienso
que no es el caso de Cataluña, por las débiles condiciones democráticas
de España y la falta de aceptación de derecho a decidir, a pesar de que
el Tribunal Constitucional ha abierto la puerta a regularlo.
En un contexto donde Cataluña hace un desafío democrático a España, y
donde tanto la batalla doméstica como la internacional se juegan en el
campo de la legitimidad más que un campo jurídico donde todo debería ser
posible, Cataluña tiene que hacer un plus de demostración del carácter...
Puede parecer una contradicción decir a la vez nacionalista y no
nacionalista, pero es que el sentido polisémico de la palabra lo
permite. Y lo aconseja para mostrar que sus sentidos pueden ser incluso contradictorios. Como es nuestro caso. Desde
el punto de vista ético, no tiene nada que ver un nacionalismo que
sencillamente aspira a sobrevivir como nación, como sociedad, como
cultura... a uno que pretende retener en contra de su voluntad a los
pueblos que ha ido integrando a lo largo de la historia y que no ha
podido asimilar.
0 comentaris:
Publica un comentari a l'entrada