Después de pasar unos días en Rosario (Santa Fe, Argentina) por trabajo, dejo anotadas algunas reflexiones a modo de cuaderno de bitácora!
La ciudad de Rosario está ubicada en el centro - oeste de Argentina. Viven más de un millón de habitantes y es la capital y ciudad más importante de la provincia de Santa Fe. Se la declaró ciudad el 5 de agosto de 1852. Y entre sus principales atractivos destaca el Monumento a la Bandera.
Hay que decir que mi estancia en Rosario coincidió con el Día de la Bandera Nacional: inicialmente me sorprendió la gran cantidad de banderas que había partes, en edificios oficiales, particulares o incluso en taxis.
Pensé si se podía tratar de algún fenómeno deportivo, ya que se estaba jugando la Copa América, hasta que comprendí que se trataba de los actos de celebración de la bandera, que el general Belgrano plantó por primera vez allí mismo donde ahora está la ciudad de Rosario.
Parece que los colores albiceleste de la bandera, nacida durante la guerra de la independencia de España, corresponden a la casa real española, y es por ello que también muchos clubes deportivos "reales" los llevan en su equipación.
Asistí a los actos de celebración, que tuvo lugar el 20 de junio en un escenario montado entre el río Paraná y el Monumento a la Bandera. Todos los discursos estuvieron muy inflamados con un tono muy patriótico: "Día de la Bandera: Rosario, cuna de la Bandera Argentina, ratificó su compromiso con la Patria". Mirándomelo como catalán, que soy nacionalista en el sentido de aspirar al pleno reconocimiento nacional de mi país, el tono nacionalista que se derramaba, con referencias constantes a la "Enseña patria", me resultaba un punto incómodo. Aún siendo correcto, en mi perspectiva tenía un deje de romanticismo y de patriotismo que me resultaba antiguo. Quiero que se entienda mi perspectiva: desde mi origen estamos permanente atenazados por un nacionalismo agresivo español, cosa que no tiene que ver con Argentina pero que me provoca distancia hacia las muestras excesivas de patriotismo por parte de quien ya tiene la fuerza de un Estado (otra cosa es la reclamación del derecho de autodererminación de los que no se ven atrapados sin poder decidir democráticamente). Si ello se dió así en todas las autoridades, más crítico me mostraría con la presidenta, con un tono populista excesivo.
La intendenta (alcaldesa) Mónica Fein dijo cosas como “Estamos aquí, bajo nuestra enseña patria, para comprometernos a trabajar juntos, codo a codo, a fin de expulsar la violencia, el dolor y la injusticia de nuestras comunidades, esforzándonos para que cada día haya más equidad y más dignidad para todos y cada uno de los argentinos y argentinas”. Al igual que el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, ambos socialistas, mezclaron las consignas patrióticas con referencias sociales, pero con un discurso ni emotivo en la parte patriótica ni muy creíble en la parte social. Sobre el general Manuel Belgrano -muerto hace 195 años- lo definió como “uno de los hombres más nobles de nuestra historia, aquél que supo dar las batallas necesarias para que nuestro país lograra su Independencia".
Cerró el acto la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Llegó bastante tarde y con un helicóptero que pasó por encima de la multitud para hacerse ver. Los movimientos y organizaciones peronistas lo ocupaban todo, con alarde de poder: sus banderas y pancartas impidieron que se pudieran ver los parlamentos de la alcaldesa y el gobernador. Sólo las bajaron cuando fue el turno de la presidenta, en un abuso de posición. Hay que decir que sus banderas incluso estaban encima de la torre de la televisión pública.
Respecto a la presidenta debo decir que me pareció una excelente oradora, con un gran dominio de la expresión, las emociones, la voz rota cuando convenía, los silencios... Dijo todo lo que tenía que decir, con el orden adecuado, desde "los fondos buitres" hasta "mi compañero que ya no está entre nosotros", pasando por la obligada referencia a las Malvinas. El tono, tremendamente nacionalista y populista.
Las palabras anteriores, de dos socialistas, también tenían un componente social, pero ni para mí se me hacían creíbles. Me recordaban algunas palabras de aquí, de personajes que se presentan como defensores de la izquierda pero que no se huele que tengan valores de izquierdas y apenas pueden pretender aspirar a ser gestores aceptables. De hecho, varias personas me afirmaron que lo único de bueno que habían hecho los socialistas para la ciudad era abrirla al río, al igual que habían abierto Barcelona al mar. La comparación también me la hacían ellos, y de hecho tuvieron relaciones institucionales y profesionales con la capital catalana para su proceso de reforma urbanística.
La Kirshner era otra cosa, impresionante, lo reconozco. Gente llorando a mi lado. Mucha fuerza. Después me llevaron a ver barrios de gente pobre. Me decían que algunos hace tres generaciones que no han trabajado nunca. Viven de las subvenciones públicas. Es lo que tiene el populismo, se trata de tener y mantener una bolsa de votos cautivos, mucha gente que te vote siempre. Comprar el votos. Y hacerlo no de manera evidente como estoy ahora yo alegremente dando a entender sino con un discurso bien trabado, de carácter social, que se hace creíble y que despierta emociones comunitarias. Tiemblo de pensar que alguien está diseñando que el modelo nos llegue a casa... Por tuit con un argentino, reflexionábamos al respecto. Y yo decía que "veo curioso y preocupante esa ocupación del espacio de la izquierda con estrategias y gente que no tiene valores de izquierda". Estamos en tiempos de cambios... Acababa yo con una esperanza en positivo: "Los valores de libertad y igualdad se ven apretados por la Ética y la Sostenibilidad".
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