- Artículo publicado el 15-05-2016 en la revista de lengua y derecho
Hace mucho tiempo, cuando los grupos de interés tenían posiciones divergentes, para la empresa era una oportunidad para el inmovilismo o para tirar por según sus intereses. Era el divide y vencerás. Pero hoy, en términos de responsabilidad social, si la empresa es la primera interesada en comprender las demandas, generar confianza, encontrar las mejores soluciones, innovar, integrar, desarrollarse... ya no se trata de esquivar los grupos de interés sino de hacer camino juntos y ayudar a trabajar las divergencias para que la empresa pueda orientarse a crear valor compartido.
- En primer lugar, difícilmente se puede hablar de avalancha de demandas, sino que los aspectos que pueden tomar relevancia en la gestión de la RSE forman parte de una serie de aspectos que muchas empresas ya gestionan con toda naturalidad y de manera integrada su funcionamiento empresarial.
- Por otra parte, en la mayoría de casos no se trata de demandas ex novo que vengan de la nada. Normalmente son aspectos que la empresa ya conoce y de alguna manera gestiona, pero que no les presta el grado de importancia que los grupos de interés consideran que debería. Es, pues, normalmente, una cuestión de grado.
- Ninguna de las cuestiones que hemos visto, y muchas más de las que podríamos hablar, no son excluyentes entre sí. Son plenamente compatibles. Es más, si vamos más allá de la buena práctica concreta y nos fijamos en los valores subyacentes, son todas necesarias para que formen parte de unos mismos valores de sensibilidad, respeto, responsabilidad... Una buena práctica en una materia y malas prácticas en otros denotarían la ausencia de valores subyacentes y, por tanto, una debilidad en la convicción, en la autenticidad.
- Lo que desgraciadamente sucede es que algunas empresas se dejan llevar por la capacidad de convicción del grupo de interés que tiene más fuerza mediática. Así, hemos pasado de la fuerza de los grupos de interés que en el modelo filantrópico solían tener ventaja (los que tenían contactos y acceso directo) a la fuerza de los grupos de interés que en el modelo de lobby tienen la ventaja de disfrutar de mayor presencia mediática.
- Las empresas que realmente gestionan la RSE, no deberían impresionar por los despliegues mediáticos sino que deberían sopesar cada una de las legitimidades, ponderadas según el propio interés corporativo. ¿Qué es más urgente, más necesario, qué afecta al cumplimiento legal, derechos humanos, mejoras, qué supone un riesgo, qué supone una oportunidad... En definitiva, la empresa tiene que hacer un mapa de grupos de interés y un mapa de materialidad, para priorizar los temas.
- No obstante, en el modelo de la RSE, solo se puede disponer de esta priorización si se han establecido los procesos de diálogo con los grupos de interés, los cuales servirán para comprender mejor cada una de las demandas, poder valorar su impacto, la legitimidad, los riesgos... y al mismo tiempo poder aprender, poder descubrir cuáles serían las mejores prácticas, poder generar confianza, poder encontrar las soluciones win-win.
- Pero los grupos de interés y sus demandas también pueden tener carencias en su propia responsabilidad social. Especialmente si no atienden a los impactos colaterales que su solución conlleva, o si no saben comprender la necesidad empresarial de encontrar las soluciones más eficientes. El objetivo sería alcanzar el triple ganancia, soluciones win-win-win, donde no sólo gane la empresa y el grupo de interés, sino también el entorno; es decir, que la solución sea tan integradora que dé respuesta o sume con otras demandas, con otras sensibilidades de otros grupos de interés.
- Los grupos de interés deberían hacer un gran salto adelante en la capacidad de comprender cada empresa interlocutora, sus características, su estrategia, su posicionamiento, las presiones diversas. Y también, comprender cuáles son los otros grupos de interés. Sólo así, los grupos de interés estarán más capacitados para abordar los retos y serán percibidos y valorados más para aportar soluciones que para poner sobre la mesa nuevos problemas y conflictos.
- Cuando una empresa y sus grupos de interés se sienten lo suficientemente seguras y confiadas para sentarse juntos con diferentes interlocutores a la vez es cuando se pueden las bases para poder trabajar en soluciones de gran rendimiento, con innovación social, que puedan integrarse en el empresa (no soluciones postizas) y que cubren diferentes sensibilidades de los grupos de interés, vectorizando lo que es más común, los valores de fondo que deben permitir avanzar simultáneamente en las buenas prácticas concretas.
- Finalmente estamos hablando de territorios socialmente responsables, porque este modelo también implica que los grupos de interés han de gestionar la propia responsabilidad social, y comprender cómo pueden incorporar las demandas de los otros grupos de interés en su propio funcionamiento. Integrando la complejidad en sí mismos, sabrán mejor como proponer que la empresa integre la complejidad que le piden desde múltiples iniciativas.
- Abordar los temas ambientales sería, de las tres materias, la que genera la carga económica más alta, pero es la más fácil de gestionar y no genera oposiciones. No cumplir la ley está mal visto. Si tienes un problema ambiental, generalmente se puede delimitar bien, presupuestar, llevar a cabo sabiendo los resultados esperados.
- Abordar la contratación de personas discapacitadas tiene desgravaciones y en muchas empresas afirman que les resulta muy rentable para la mayor implicación de las personas. Pero las cosas ya no son tan inmediatas, sino que depende de la cultura empresarial, hay que saber gestionar personas y valores, tal vez otras personas inicialmente no lo entenderán. No cumplir la ley está aceptado socialmente, hasta el punto que es la ley con mayor índice de incumplimientos, que incluso son más altos en el sector público que en el privado. Cumplir en temas ambientales aporta más prestigio y más seguridad jurídica.
- Abordar los temas de lengua tiene costes poco significativos y se hace para todas las lenguas que tienen un poder político fuerte que los apoya, a pesar de que las empresas que amplían las lenguas por criterios comerciales y de respeto a la comunidad manifiestan que salen beneficiadas. Pero se puede dar un problema respecto a presiones diferentes por parte de grupos de interés con intereses contrarios, hasta el punto de que este es el argumento principal para actuar con RSE en esta materia e incluso para no cumplir con la ley. Como algunos grupos de interés tampoco cumplen la ley, a la empresa le es más fácil obviar la materia dentro de la RSE y evitar el diálogo con los stakeholders correspondientes.
Para responder a esta cuestión, nos basaremos sólo en una de las materias, como ejemplo, ya que es en una de ellas, la lengua, en la que es más fácil de encontrar situaciones tales.
Nota: Este artículo es una variante del publicado hace tres años con el título Cuando los stakeholders divergían, las empresas se divertían
Este artículo se ha publicado el 15-05-2016 en la Revista de Lengua y Derecho
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