La revista Nexe publica en su último número una
entrevista a Josep Maria Canyelles y Albert Huerta, expertos en responsabilidad social y en economía social, y socios de
Vector 5 · Excelencia y Sostenibilidad.
JOSEP M. CANYELLES Y ALBERT HUERTA: "HAY COOPERATIVAS QUE HACEN LAS COSAS MUY BIEN PERO NO SABEN CONTAR-LAS"
A menudo comenta que "la responsabilidad social debe ser integral e integrada". ¿A qué os referís, exactamente?
Josep Maria Canyelles: Debe estar en toda la organización. Es decir, no vale ser responsable únicamente en el ámbito laboral o medioambiental, por ejemplo. Al
mismo tiempo, no podemos tener discursos y valores declarados y que
esto no se acabe de concretar en procesos y procedimientos. Debe haber indicadores y objetivos integrados en el plan de gestión empresarial, la RSE no se puede hacer por separado. Si no, es ficticia. No
tiene sentido que una organización hable de responsabilidad y valores
pero tenga un plan estratégico a tres años vista que no lo especifique. En
este sentido, puede haber empresas familiares que tengan unos valores
humanísticos y que no los hayan sabido trasladar a los valores de la
empresa, a la dimensión operativa de los procesos, en el día a día. La RSE debe convertirse en un modelo de negocio, no se trata de por una parte ganar mucho dinero y hacer filantropía por otro lado.
Albert Huerta: Pensamos que la RSE es una metodología de gestión empresarial para una nueva manera de hacer negocios. Esto
quiere decir que la RSE fomenta la mejora continua de las empresas que
se basará en una serie de indicadores, procesos y metodologías.
Empresas como Telefónica, Repsol, etc. tienen
grandes departamentos de RSE y participan en programas para fomentar el
emprendimiento y, al mismo tiempo, tienen inversiones en paraísos
fiscales. ¿Cómo podemos distinguir la RSE real de la que sólo es fachada?
JMC: Desde un punto de vista de la RSE, que una empresa haga elusión fiscal no tiene sentido. Hay
gente que tiene una visión reduccionista y piensa que la RSE sólo tiene
que ver con temas ambientales y de respeto para la comunidad. Pero los temas fiscales y de buen gobierno también se deben incluir. Ahora
bien, a mí me da igual por donde empiece a gestionar la RSE una
organización: unas comenzarán por las buenas prácticas en el ámbito
laboral, otros por las sociales y otros por la filantropía. Lo importante es que esto sea un primer paso para identificar las áreas de mejora y llegar a hacer un modelo de empresa nuevo. Debemos
ser críticos con la empresa que dice que hace RSE y, al mismo tiempo,
mantiene las malas prácticas y no tiene ninguna voluntad de subsanarlo.
AH: La RSE no es a que dedicas los beneficios, sino como los obtienes. Eres ético y respetuoso con las personas y el medio ambiente? En
este sentido, hemos tenido dudas a la hora de trabajar con algunas
empresas porque hemos visto cosas que no quedaban suficientemente
claras.
Y algunas veces hemos decidido que, en definitiva, tenemos que entrar para hacerla mejorar y provocar cambios.
JMC:
Se trata de hacer que la empresa comprenda que la gestión responsable
no es un desiderátum ético ni un tema filantrópico, sino una oportunidad
para tener una empresa mejor y que esto se acabe traduciendo en un
retorno. La RSE te permitirá tener una organización más
sólida, que genere más confianza en los grupos de interés y que,
finalmente, reciba el premio de tener un retorno mayor.
Se dice que la responsabilidad social forma parte del Adn de las cooperativas. Cree que el cooperativismo lo explota bastante bien, esto?
AH: Es cierto que las empresas cooperativas tienen algunas cosas ganadas. Aunque
la fórmula jurídica no garantiza un funcionamiento mejor, es verdad que
los proyectos que han comenzado como cooperativa o empresa social
tienen unos principios o valores que deberían ser cercanos a la RSE. También
es verdad que los principios cooperativos están muy alineados con lo
que el nuevo management llama responsabilidad social. Ahora bien, creo que las cooperativas no han aprovechado suficientemente el tirón que ahora tiene todo esto. Tienen
un buen discurso y algunas se identifican con alguna manera de hacer,
pero comunicativamente hay mucho camino por recorrer. Hay cooperativas que hacen las cosas muy bien pero no saben explicarlas. Además, se está detectando que una parte de la sociedad tiene mucha sensibilidad por estos temas. Es una oportunidad que el cooperativismo no está aprovechando bien.
JMC: Algunas
organizaciones, entre las que puede haber cooperativas y entidades sin
ánimo de lucro, creen que tienen la RSE de manera innata. Y que es algo que tienen que hacer el resto de empresas, que son las que se tienen que ganar la legitimidad. Pienso que esto es un error de cálculo importante. Si
relegan la RSE sólo a las empresas pierdes la oportunidad de demostrar
ejemplaridad y ayudar a introducir tus buenas prácticas en el mundo de
la RSE y que las conozcan otras empresas. El mundo cooperativo podría liderar temas de RSE. Tiene buenas prácticas en algunas áreas, pero quizás tiene áreas de mejora en otros campos. Se debería hacer un esfuerzo, hay valores cooperativos que sintonizan plenamente con la RSE y habría que estar más presentes. Y, también, decir a algunas empresas que hablan de RSE que lo que practican no es exactamente responsabilidad.
¿Qué consejos darías a las empresas cooperativas interesadas en difundir sus buenas prácticas?
AH: A veces, desde el
cooperativismo y la economía solidaria se dedican demasiados esfuerzos a
diferenciarse del resto que a ponerse como ejemplo. Huelga
decir que somos la alternativa, porque hay muchas, deberíamos presentar
como experiencia que puede ayudar a construir las cosas de otra manera,
y decir que queremos tener un impacto social y económico. Debemos construir un discurso en positivo en vez de decir que los otros son malos. Deberíamos
usar las metodologías que utilizan las otras empresas para poder
compararnos, y no debería dar miedo decir que ahora tenemos un impacto
menor de lo que pensábamos. Al final, el lenguaje positivo es lo que motiva a la gente.
En el ámbito de la responsabilidad social, ¿qué pueden aprender las empresas cooperativas de las mercantiles? ¿Y al revés?
AH: El mundo cooperativo
debería integrar sistemas de gestión que permitieran compararse con las
empresas mercantiles y esto ayudara a ponerlo en valor ante la sociedad.
Se debería aprovechar para que el cooperativismo se
pudiera explicar, compararse con otros tipos de empresas y
organizaciones y poder decir que lo que está haciendo desde hace muchos
años, ahora está de moda. Por otra parte, la RSE serviría para cuantificar y comprobar si lo que se está haciendo es verdad. El mundo cooperativo tiene 7 principios que vienen marcados por la ACI, pero hay que demostrar que están interiorizados. Creo que la responsabilidad social puede aportar un discurso sobre las cosas que promueve el cooperativismo. En
el otro sentido, el cooperativismo podría servir de ejemplo como forma
de funcionar, que es lo que pretende la responsabilidad social. Al final, cuando una empresa apuesta para gestionar su responsabilidad social intenta explicar que es buena. En
este sentido, las cooperativas pueden ser un modelo para explicar que
es posible organizarse y gestionar una empresa de manera excelente y, al
mismo tiempo, respetar unos valores propios.
JMC: A veces se han defendido los valores cooperativos centrándose demasiado en la forma jurídica. Creo
que la RSE permite crear un espacio de juego en el que el
cooperativismo se debería abrir: se puede defender un modelo de empresa
que incorpore valores cooperativos y de responsabilidad de manera más
transversal, sin necesidad de ser necesariamente una cooperativa. En
este sentido, hay que apostar porque el mundo de la RSE haya
indicadores concretos (escalas salariales, implicación de los
trabajadores con la empresa...). El gran éxito del
cooperativismo debería ser aprovechar la responsabilidad para que
aquellos valores que siempre ha defendido entren a formar parte del
conjunto del tejido empresarial como forma de funcionar más plausible,
para dar satisfacción a la sociedad y al mismo tiempo a las mismas
empresas, demostrando que es un modelo de éxito.
AH: Un ejemplo muy claro es
que hace 10 años se impulsó el proyecto RSE.Coop, liderado por el
movimiento cooperativo y la Generalitat. Precisamente, se pretendía que las cooperativas fueran líderes en el ámbito de la RSE. Y
una de las cosas que se consiguió -y que creo que no hemos sabido
aprovecharlo es hacer una adaptación de los indicadores de una de las
metodologías más reconocidas internacionalmente, la
Global Reporting Initiative (GRI), para poner en valor los rasgos identitarios del cooperativismo. El problema es que no se le ha dado continuidad.
JMC: Esto implica que debemos ser muy exigentes. En cuanto a la escala salarial, la sociedad actual está preparada para entender que es una cuestión de dignidad. No puede ser que la relación entre el salario más alto y el más bajo sea de 1 a 2 millones. Si tenemos la valentía de pedir a las multinacionales transparencia y equidad, también lo tenemos que demostrar nosotros. No
es necesario desnudarse del todo, pero tenemos que ponernos de acuerdo
sobre cuáles son los indicadores que nos permiten decir que una economía
es digna. Quizás ahí sí que habría que decir que no
estamos dispuestos a trabajar o comerciar con una empresa que tenga una
disparidad salarial que sea inaceptable desde un punto de vista ético.
AH: Hay que ser realista. Por un lado, hay que reconocer el diferente esfuerzo y tareas que hacen las personas dentro de una organización. Por otra parte, es una cuestión de captar y retener el talento. Si queremos tener las mejores personas debemos reconocer su esfuerzo. Dicho esto, en este punto no existe un consenso. Movimientos
como el del bien común de Christian Felber dicen que se conformarían
con un ratio de 1 a 20, mientras que en el movimiento cooperativo a
veces se habla de 1 a 12. Creo que la mejor escala salarial es la que
decidan todas las personas que forman parte de la organización. Es decir, la asamblea de una cooperativa es soberana para decidir cuál es la ratio justa. En cualquier caso, no se deberían permitir las diferencias de 1 a 360.000 que existen actualmente.
JMC: Cuando hablamos de
responsabilidad social nos referimos a una metodología que tiene un
componente de voluntariedad, lo cual no quiere decir que no se tengan
que ir buscando consensos dentro de sectores para autorregularse. Lo importante es el concepto de "cumple o explícate" (comply or explain, en inglés). Y no se trata de únicamente cumplir la ley, también se han de cumplir las expectativas. Quizás
en nuestro sector la escala salarial plausible es de 1 a 20, pero en
otra empresa es de 1 a 40. Pues debería explicar los motivos. Una
empresa puede tener una escala salarial más alta y, en cambio, otra
puede tener más igualitaria porque externaliza todos los salarios bajos
subcontratando personas en vez de contratar directamente. Hace
20 años con las Ong hubo una crisis cuando se planteó un indicador: qué
tanto por ciento del presupuesto se destinaba realmente a cooperación y
cuál a mantener la estructura? Esto obligó a que algunas
organizaciones explicaran que se dedicaban a hacer sensibilización aquí,
otros hacían más cooperación en el tercer mundo, etc. Por lo tanto, lo importante es decidir cuáles son los indicadores válidos. Hace años, no daba mucha importancia a las escalas salariales. Pero ahora, viendo lo que está pasando, es un tema de dignidad y sentido común.
Trabajando con administraciones y otras entidades para
promover los territorios socialmente responsables, cuáles serían las
principales medidas que debería aplicar un ayuntamiento que quisiera
favorecer la economía solidaria?
AH: No se trata de hacer buenas prácticas aisladas, se necesitan una serie de acciones integrales e integradas. Por
ejemplo, no sólo se pueden aplicar cláusulas sociales, se puede
incorporar el discurso de la economía social en la educación y en los
cargos políticos y en los técnicos.
JMC: Es fundamental
disponer de una base previa que fomente los valores de la cooperación,
ya que tenemos un país de pymes que les cuesta mucho crecer y necesitan
innovar. Para ello, se deben agrupar y crear alianzas con
confianza y objetivos estratégicos compartidos, cultura del
partenariado, el diálogo ... Para el cooperativismo, esto es una gran
oportunidad y, por tanto, hay que aportar las capacidades de fomentar la
colaboración. Aquí existe el riesgo de que las cooperativas sólo quieran fomentar la intercooperación con otras cooperativas. Se entiende que quieran priorizar, pero no se deberían cerrar como si sólo quisieran crecer en detrimento de las otras.
AH: Debemos partir de
tablas de territorios socialmente responsables con la participación de
agentes diversos para analizar y buscar respuestas a los retos que
plantea el territorio. Esto significa que se deben reunir
la administración, la economía social, las pymes, las escuelas ... Todos
los implicados deben ver como dan respuesta a sus necesidades. A
partir de aquí, hay que ver qué estrategia se prioriza: en algún lugar
se pueden priorizar las cláusulas sociales, pero quizás en otro
territorio el problema es el paro juvenil y hay que aplicar otras
medidas. Debe ser un tema consensuado entre agentes que tengan ganas de construir y colaborar.
JMC: Estas tablas deben
tener organizaciones diversas que trabajan la RSE, fomentar espacios de
encuentro para compartir, abordar retos del territorio... Finalmente
todo esto se debe vincular a la identidad y visión del territorio, y que
se incluya en el plan estratégico. A veces, estas tablas
tienen un componente demasiado representativo, y lo que hace falta es
que haya los organismos que están gestionando la RSE. Este es un matiz que estamos intentando impulsar.
AH: Uno de los ejemplos
sería la Garrotxa, un territorio que hace tiempo que tuvo claro que
había que espabilar, como también pasó a Mondragon. Se
dieron cuenta de que debían promocionar ellos mismos y crear un espacio
de concertación con personas que no iban en representación de nadie,
sino que eran los que trabajaban estos temas día a día. Hay una mesa de productores agroalimentarios que decide, por ejemplo, si se crea una marca o no.
JMC: Un ejemplo urbano podría ser el Raval de Barcelona, un espacio con muchas necesidades y organizaciones. Se
ha trabajado para vertebrar todo este tejido con elementos de RSE, con
grupos de trabajo, la fundación Tot Raval y la implicación de diversos
agentes como el pequeño comercio, empresas más grandes, ciudadanía ...
Si en la Garrotxa es importante el turismo rural, en el Raval lo es la
cohesión social y la integración de las personas. Por lo
tanto, cada territorio ha hecho lo que le toca: identificar un reto,
sumar fuerzas y que cada empresa, aparte de gestionar la RSE inherente a
su actividad, ponga una parte de esta RSE al servicio del territorio.
¿Cuáles son los atributos más importantes de un destino turístico socialmente responsable?
JMC: Es una cuestión de criterios, hay muchas etiquetas, como turismo familiar, etc. Pero
con el turismo socialmente responsable estamos yendo un paso más allá,
hablamos de un enfoque global que es la concreción del territorio
socialmente responsable en el campo del turismo. A
veces, las grandes marcas como, por ejemplo, "territorios familiares"
están demasiado promovidas desde arriba, desde la iniciativa pública y,
por tanto, para tener un sello hay que cumplir unos criterios
estipulados muy claramente mediante una norma que lo regula. En
cambio, cuando hablamos de destino turístico responsable ponemos el
foco en que también haya organizaciones pequeñas (comercios, hoteles,
transportistas ...) que integren la responsabilidad como su manera de
hacer. Debemos crear la base para que esto sea auténtico y haya unos operadores que integren la RSE a su manera de hacer. Al final, cuando un turista llegue a un destino de este tipo percibirá autenticidad, y no una etiqueta.
AH: Los últimos estudios de
ámbito internacional ponen de manifiesto que hay un colectivo de
personas que a la hora de elegir un destino turístico se fija en cosas
que van más allá que las playas sean bonitas. Por ejemplo, en Noruega, el 80% de los turistas antes de elegir un destino se fijaban en sí era sostenible. Esto
quiere decir que es un mercado en crecimiento y debemos ser capaces de
demostrar que si nos identificamos como destino turístico responsable
esto debe ser verdad.
Hablamos del paradigma de economía colaborativa, nuevas tecnologías y turismo. Se puede considerar que empresas como Airbnb, Über, Blablacar, etc. actúan con responsabilidad social o simplemente se están aprovechando de un nicho de mercado y de una tendencia?
AH: La economía colaborativa la están promoviendo las grandes corporaciones, y el mundo cooperativo tiene un problema. No puede ser que si queremos compartir coche lo tengamos que hacer mediante Google. Como siempre, hay gente que hace un buen uso de estas cosas y gente que no. Esto
quiere decir que hay grandes empresas que se aprovechan de este
movimiento emergente para hacer cosas que quizás son legales pero no son
éticas, como el tema fiscal.
JMC: Si en nuestra sociedad está emergiendo una espiritualidad al margen de la iglesia, esta debe replantearse qué ha hecho mal. Si
ahora ha aparecido Google al margen de los que hasta la fecha
gestionaban la información, los medios de comunicación deben plantearse
qué errores han cometido. Y si están apareciendo formas de
hacer economía colaborativa, el mundo cooperativo debe ver qué
responsabilidad tiene, ya que ha aparecido en el margen. Como es que no se le ha ocurrido antes? Lo importante es que la economía colaborativa debe crear valor para todas las partes implicadas. Estamos
en un momento de tránsito y hay que ver cómo se pueden adaptar las
leyes para hacer posible que la economía colaborativa funcione, no se
trata de desregularizar y abrir todas las puertas, hay que pensar el
impacto que esto genera sobre todos los grupos de interés. No puede ser que haya modelos de negocio que, al ser bien vistos, se les permita todo.
Fuente:
Nexe 36
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