2.7.11

Strauss-Kahn y Teddy Bautista

Tomé la opción de no hablar del caso Strauss-Kahn. En primer lugar porque era demasiado fácil y poco respetuoso con la presunción de inocencia. Pero sobre todo porque la intuición  -absolutamente desinformada- me hacía creer que le habían tendido una trampa. Una trampa lógicamente concebida para hacer caer a alguien que ya se da por hecho que caerá, porque todo el mundo tiene una trayectoria.

Ahora se van aclarando algunas cosas y, para empezar, la denunciante de Strauss-Kahn admite ahora que mintió durante la vista. Mi intuición habría visto fantasmas más grandes, pero vaya, ya toca mantenerse siempre a la espera de lo que digan los tribunales.

Sea como fuere, lo que puede suceder  -en función de cómo termine la investigación- es que se haya producido un gran error que tenga como consecuencia la destrucción de la carrera profesional de una persona, más allá de los diversos méritos y deméritos que pueda acumular. La crítica la lanzo de manera inequívoca a una gran mayoría de medios de comunicación y opinadores varios, que encuentran materia en estos casos y esquivan las mínimas normas deontológicas y éticas.

Claro que quizá la justicia y la policía también deberían ser lo suficientemente prudentes a la hora de facilitar que se registren imágenes de los detenidos  -ciudadanos honrados hasta que se demuestre lo contrario-  que castigan de manera cruel su dignidad.

Parece que la sociedad se deleita con estas imágenes. Vienen a ser la versión evolucionada, propia de la sociedad de la información, lo que en su época debían de ser los espectáculos en el circos romanos. Y es que el problema es que, pese a lo que digan las leyes, estamos reforzando una cultura informativa que vive de estos espectáculos de la imagen, donde alguien no pierde la vida biológica pero sí la vida reputacional.

Me parece que todos deberíamos ser más exigentes con el respeto a la presunción de inocencia. Esta semana, en un acto público, he visto en una proyección como se catalogaba como pirata una ONG que está pendiente de juicio. No me parece apropiado reforzar este tipo de juicios públicos, lo que no quita que no se puedan analizar los casos.

Por ello, ahora tampoco hablaré de los directivos de la Sociedad General de Autores y Editores.
La SGAE habría desviado dinero a través de sociedades de los propios directivos
La Audiencia Nacional investiga un presunto desvío de dinero a la filial digital de la SGAE. La operación la dirige la Fiscalía Anticorrupción. Según fuentes de la investigación que recoge la agencia EFE, el director general de la entidad, José Neri, sería el presunto creador de la trama. Microgénesis, una empresa de Neri, habría cobrado por unos trabajos de consultoría a la propia SGAE que nunca habrían hecho. La Audiencia investiga también otros miembros de la entidad que también habrían creado empresas para aprovechar su posición y desviar dinero. Según la investigación, el presidente de la SGAE, Teddy Bautista, no habría participado presuntamente en esta trama, si bien tenía conocimiento y no hacía nada para impedirlo. [Fuente: Ara.cat]
Como decía, evitaré hablar de estos hechos sobre los que puedo tener impresiones y sensaciones particulares, pero que no me corresponde manifestar públicamente, por respeto a los detenidos y también para no contribuir a consolidar esta cultura del escarnio previo al juicio.

Pero sí haré una reflexión. De hecho, la repetiré a partir de lo que ya escribí hace un par de años. Y es que sean o no culpables, hagan o no las cosas bien, una organización como la SGAE, así como todas aquellas que son de pertenencia obligada, deberían ser ejemplares en su RS:

18/05/08 Las organizaciones de afiliación obligatoria deberían ser ejemplares en su responsabilidad social

Cuando la pertenencia a una organización no reviste carácter voluntario sino que es obligada o cuando una organización, en virtud de un especial estatus promovido por la norma pública, ejerce unos derechos ante otras personas físicas o jurídicas, debe ser muy estricto tanto en el cumplimiento de la ley como en las formas. Se siempre lo ha considerado así. Hoy en día, estos lógicos requerimientos de sentido común adquieren una formulación nueva: este tipo de organizaciones deben ser ejemplares en la gestión de su responsabilidad social ya que de lo contrario pueden perder más rápidamente que nunca su reputación y la legitimidad que les permite actuar bajo tal estatus. Hoy, la legitimidad ya no viene por una norma emanada del ordenamiento jurídico sino que la autoridad debe fundamentarse en las cosas bien hechas y en el correcto ejercicio de la ciudadanía corporativa. En este sentido, hace tiempo que surgen voces críticas a las maneras de hacer de la SGAE (la sociedad general de autores y autoras) y hasta contra su propia existencia. [...]

Nota: también hablamos de la SGAE en el marco de un artículo sobre la Marató de TV3:

22/12/10 Éxito de la Maratón en el año de la crisis
[...] Hay que decir que la colaboración de voluntarios, empresas y artistas hace que todas las donaciones puedan ir a proyectos. Todos excepto los más de 50.000 euros que deberá abonar a la SGAE ya que anualmente pasa factura a La Marató aunque los artistas colaboran de forma gratuita. (PD: campaña en contra )