9.6.13

Carta abierta: ¿Hablamos de ello desde la RSE?

Cataluña y España afrontarán en este 2013 y 2014 una situación políticamente excepcional, marcada por la agenda soberanista que prevé la convocatoria de un referéndum o consulta equivalente para que la ciudadanía elija de manera democrática y pacífica que futuro quiere para Cataluña, en el sentido de seguir formando parte del Reino de España o bien crear un nuevo estado.

Sin entrar ahora en consideraciones de mayor profundidad, es evidente que esta es un dinámica social y política que conlleva una afectación y genera unos impactos de diversa índole en las organizaciones, en las personas, y en el conjunto de la economía y la actividad empresarial.

Esta es una dinámica que puede ser analizada desde el punto de vista de la responsabilidad social de las partes. De hecho, cada una de las partes, empresas, administraciones, partidos políticos, organizaciones sociales, universidades, etc., deberían analizar cómo gestionan desde una óptica socialmente responsable su afectación, posicionamiento, medidas y acciones.

Dicho de otro modo, formaría parte de una visión limitadísima de la RSE que aquellas organizaciones que están gestionando su responsabilidad social no incorporaran dentro de los aspectos a abordar un aspecto como este. En este momento, más allá de materias obvias y recurrentes como las emisiones de CO2 o la igualdad de género, una empresa que actúe en España debe observar temas que toman una materialidad evidente como las consecuencias de la crisis severa (paro, desahucios, pobreza...) y también del proceso abierto en Cataluña.

En rigor  -y así lo hemos defendido en varias ocasiones-  las empresas comprometidas con la RSE, desde siempre deberían haber incorporado dentro de los aspectos fundamentales y materiales de la RSE, y que son consustanciales a operar dentro del estado español, la gestión de la diversidad cultural, lingüística y nacional. Si me permiten ir más allá, afirmaré que la falta de acción proactiva en este sentido por parte de las empresas   -muy limitada o menudo en sentido contrario a las expectativas de las partes afectadas- es un factor que ha contribuido a generar la situación de impasse en que nos hemos encontrado. Por acción y por omisión, lo que ha favorecido que la política se exceda en sus funciones, sin que la sociedad civil no sólo no le haya corregido el rumbo, sino que a menudo se haya podido interpretar como una complicidad.

Esta semana se han producido dos noticias menores (una por activa y el otro por pasiva) que me han llevado a hacer este anuncio: me gustaría dedicar una serie de reflexiones concebidas para ayudar en la reflexión de esta materia para las empresas y consultoras que tengan interés en abordarlo. Todos sabemos que es una materia muy delicada, donde es difícil hacer aportaciones técnicas sin que se tiñan de cómo cada uno ve y analiza la situación. Aun corriendo este riesgo, creo que alguien tiene que empezar a abordar serenamente el tema, coger el toro por los cuernos y poner la materia dentro del debate de la RSE.

No sé si lo lograré. Tampoco dispongo de mucho tiempo para preparar reflexiones ordenadas. Ya me disculpo. Pero lo haré con la mejor intención. Porque estoy convencido de que con mayor sentido de la RS no habríamos llegado a este estadio, y porque estoy convencido de que por medio de la RS podemos hacer este proceso de manera que cree valor para todas las partes, de modo que finalmente todo el mundo salga beneficiado de él. Por supuesto, la otra posibilidad es que este proceso sólo sea utilizado para generar enfrentamientos inútiles y que sólo lleve a la destrucción de valor.

Por supuesto, y coherentemente con la visión que tengo de la RSE, entiendo que la incorporación de esta materia dentro de la gestión de la RSE no sólo debe comportar un ejercicio de relaciones públicas o de gestión de riesgos, sino que puede y debe permitir una mejora en la cultura organizativa de las empresas, en su diversidad y en su competitividad. Ya hablaremos cómo.

Como este es un ejercicio abierto, invito a cualquier otra persona que se quiera añadir. Las ideas de todos serán bienvenidas y nos ayudarán a identificar las mejores prácticas y la mejor manera de convertir las situaciones que pueden ser de conflicto con dinámicas que pueden ser generadoras de energía positiva.

He hablado de dos noticias menores. Son estas:

a) Una de activa: Telefónica, por boca del director general en Cataluña, ha mostrado que no interferirá en la política y que aceptará lo que la ciudadanía decida. Creo que es la primera gran compañía que lo hace. Kim Faura, director general de Telefónica en Cataluña: "La sociedad catalana nos encontrará a su lado en el escenario que sea"
Antes de que nadie pensara que en Cataluña podía haber un planteamiento de este tipo, ya teníamos dos compañías con un CIF catalán, es decir, empresas que facturan desde aquí y que si un día hay que pagar impuestos aquí, los pagarán aquí y por aquí. Sea cual sea el escenario que la sociedad catalana dibuje para el futuro, nos encontrará a su lado, siempre. Y te lo digo de verdad, porque lo hemos hecho en todos los países, es el ADN de la compañía y estamos preparando los pasos por lo que sea que tenga que ser. Nosotros hemos crecido a base de comprar compañías en diferentes países, y cada país tiene unos problemas diferentes. Yo no oculto que quiero vender porque tengo unos accionistas detrás. Ahora bien, siempre nos ofrecemos para actuar como partners y dejamos los números claros de lo que representa trabajar con nosotros. [...] Nosotros no hemos tenido presiones desde Madrid en este sentido. Nosotros, como partners, nos pondremos a las órdenes y al lado de quien haya y en el escenario que haya.
b) Y una de pasiva: las organizaciones empresariales y algunos conocidos dirigentes habitualmente afirman que hay que reforzar el mercado español único, en una crítica a la descentralización autonómica por la diversidad de normativas que supone. Curiosamente cuando estas trabas se ponen en el mercado lingüístico catalán entonces hay un silencio absoluto. El hecho de que una lengua de once millones de personas se intente dividir en lenguas diferentes, dificultando el mercado conjunto (publicidad, etiquetado...) supone una grave dificultad empresarial. Y encima inventando nuevas lenguas como el LAPAO ante los ojos incrédulos de las universidades del mundo. Pero aquí callan, demostrando que no defendían tanto intereses empresariales como intereses políticos.

En fin, seguramente hace mucho años que habríamos tenido que empezar a abordar estas cuestiones entre las personas comprometidas en la gestión responsable de las empresas y las organizaciones. El diálogo hoy es difícil por no decir inexistente. Los foros de debate que hace lustros habían creado entre intelectuales de cultura catalana, castellana, vasca y gallega hoy no existen y no hay canales. ¿Podríamos desde el mundo de la RSE abrir vías de diálogo sobre cómo abordar estas cuestiones de forma natural sin hacerlas espinosas? Quizás no arreglaremos el mundo, pero al menos nosotros habremos hecho nuestro trabajo.