La Fundación Esplai ha concedido los segundos Premios al Voluntariado, con los que quiere reconocer a aquellas personas y organizaciones que representan los valores de promoción de la sociedad civil, de trabajo por las personas más necesitadas desde una acción voluntaria.
En la convocatoria 2011, los premiados han sido, en la categoría de trayectoria, para José M. León Francia, que fue gerente de la Confederación de Centros de Desarrollo Rural (COCEDER).
En la categoría de jóvenes voluntarios, el premiado ha sido Umair Dar, joven de 23 años de origen paquistaní llegó a Cataluña hace 8 años y que colabora activamente en diferentes proyectos de mediación intercultural en Badalona Sur.
Transcribimos a continuación la entrevista a Umair Dar, estudiante de Ciencias Políticas en la UAB y premio Esplai del Voluntariado (La Vanguardia):
"Nuestro éxito es poder hablar en catalán"
- El que no se sienta pakistaní y catalán a la vez estará condenado al fracaso
- El día que el catalán deje de ser la lengua vehicular habrá una fractura social
- La lengua catalana es el eje vertebrador de la integración
¿Con qué edad llegó a Catalunya? Con 15 años. Acabé la ESO y el bachillerato y me puse a trabajar ocho meses de pizzero. Descubrí entonces que el mundo es demasiado duro si no tienes estudios.
Nací en el Punjab, que significa tierra sin ríos. Mi padre vino a Catalunya, solo, encontró trabajo y al cabo de cuatro años, con la regularización de Aznar, pudo reagrupar a mi madre y a cuatro hermanos. Primero viví en el Raval y ahora en Badalona”. Lo explica Umair Dar, pakistaní de 23 años, estudiante de Ciencias Políticas y Gestión Pública en la UAB, mediador en Badalona y miembro de distintas entidades (Esquerdes, Asociación de Estudiantes Pakistaníes, Camí de la Pau, colectivo Sense Papers).
En el instituto Pau Claris empezó en una aula de acogida, que como sabe han recibido críticas. ¿Cómo valora esta experiencia? Fue muy rica. Y eso que éramos 25 en el aula (22 chinos, un boliviano, un marroquí y un pakistaní). En el Raval todo el mundo hablaba castellano y yo tenía reticencias contra todo lo catalán, no tenía ganas de aprender la lengua, me parecía una pérdida de tiempo y quería regresar a Pakistán. Debo dar las gracias a mis tres profesores del aula de acogida: Carme, Jordi y Eulàlia. Si hoy me considero catalán, es gracias a ellos. Se implicaban, nos apreciaban y se notaba. A partir de aquel momento vi que si hablaba en catalán la gente me animaba y eso me dio confianza. No me imagino mi educación sin esa aula.
¿Cuál fue su primer contacto con una asociación catalana? Como mi casa era demasiado pequeña, iba a hacer los deberes al Casal del Raval. Allí encontré a periodistas e ingenieros que nos ayudaban a estudiar. Y al mismo tiempo me sirvió para introducirme en el voluntariado. Durante un año fui monitor de niños en este casal. Me sentía obligado a devolver las ayudas. En aquellos niños veía otro Umair que crecía.
Luego se fue a vivir con su familia a Badalona. Sí, vivo en Sant Roc, con una importante presencia de inmigrantes, y empecé a trabajar como mediador, lo que me dio la oportunidad de intervenir en el barrio, de dar referentes a los niños. “Tú eres un catalán de origen pakistaní”, les digo. “Has de sentirte orgulloso de tus padres y amar a la cultura catalana”. El que no se sienta pakistaní y catalán a la vez estará condenado al fracaso.
¿Es difícil la convivencia en el barrio? En Sant Roc-Artigas el colectivo mayoritario es el de los gitanos catalanes, luego estamos los pakistaníes y los latinoamericanos. La convivencia es buena, pero frágil, es un bosque en peligro de incendio. La esperanza está en las escuelas donde niños de distintos orígenes van juntos y son amigos desde pequeños. Un caso a parte son los gitanos rumanos, son otro estilo de vida familiar y otros hábitos de higiene que no son compatibles ni con los gitanos catalanes. Pero no molestan, hacen su vida, el principal conflicto surge por la ocupación de la vida pública.
¿Cuáles son los problemas más graves del barrio? En primer lugar, el paro, está claro. Luego hay otro más profundo que es la falta de referentes. Los jóvenes están perdidos, les gusta la ropa y los coches caros, sus expectativas son muy altas y los recursos escasos, y eso genera frustración. Otra cuestión preocupante es el fracaso escolar. Es muy alto entre los gitanos y entre los marroquíes. Pero también es un fracaso no llegar a la universidad. Yo estudio en la Autònoma y el contraste entre este campus y mi barrio es muy fuerte. Bellaterra es como una utopía, allí nadie me ha preguntado de dónde soy. Y he aprendido lo que dijo el escritor Paulo Coelho: “Tú no puedes cambiar el mundo pero puedes mejorar tu barrio”.
¿Qué opina del modelo de integración de Catalunya? Me gusta. El Pacte Nacional per la Immigració ha funcionado y no se ha discriminado. Soy un defensor radical de que el catalán sea lengua vehicular en la educación. El día que deje de serlo habrá una fractura social. Y la sociedad ha de ayudar respondiendo en catalán a los inmigrantes. Es cierto, por ejemplo, que en Badalona ha triunfado el discurso fácil, demagógico, sobre la degradación y la delincuencia, pero estamos mejor que hace cuatro años, se ha trabajado en la cohesión social, en la acogida... aunque no se ha sabido valorar ni explicar.
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