9.3.14

[ARTÍCULO] El motorista que ayudó al CEO de HTC a llegar al MWC y los valores sociales

Una de las microanécdotas que han quedado de este Mobile World Congress 2014 ha sido la que protagonizó un motorista, que ayudó al consejero delegado de HTC, Peter Chou, a llegar a tiempo al MWC.
El 24 de febrero este motorista pasó conduciendo su motocicleta por el lado del taxi en el que estaba atrapado en un atasco el consejero delegado de HTC y éste le pidió ayuda para que lo trasladara hasta el Congreso de Móviles, donde tenía una reunión. El motorista le dejó un casco y accedió a llevarlo en zigzag entre los vehículos para llegar a tiempo y después rechazó el dinero que Peter Chou le ofreció por el viaje.

Al finalizar el congreso, el máximo dirigente de HTC pidió a sus colaboradores que buscaran el motorista y les facilitó los pocos datos de que disponía: era una moto Honda Scoopy verde y con matrícula amarilla. HTC inició una campaña en las redes sociales para buscar al piloto de aquella motocicleta que altruistamente llevó Chou al MWC rescatándolo del atasco y dejándole el casco de su hija que llevaba bajo el asiento. [Fuente: El Periódico]
El motorista ha sido finalmente identificado. Se dice Obdulio Herrera, tiene 53 años y ha sido invitado por la empresa a Londres como agradecimiento por su gesto altruista. Según la compañía, Obdulio, que no quiere más protagonismo, piensa que "la vida está llena de pequeños momentos donde todos deberíamos ayudarnos sin esperar nada a cambio y sin preguntar quién eres". Es algo que, según dijo, ha aprendido de su trabajo con personas con deficiencia auditivas y que lo reafirma en la convicción de que, "cuando alguien tiene problemas para comunicarse, debemos poner todos nuestros medios para mejorar su vida, aunque sólo sea durante unos minutos".

El gesto tiene valor en sí mismo. Quizás no debería tenerlo y no haría falta que le diéramos más importancia, pero en nuestra sociedad individualista, competitiva y crematística, a veces estas actitudes no son lo suficiente habituales. O, si lo son, no gozan del protagonismo y difusión de las prácticas que implican egoísmo, interés privativo y codazos. Por ello, conviene que otorguemos reconocimiento a la actitud cotidiana, simple, humana, colaborativa... Seguro que cada día hay miles de éstas pero esta ha trascendido y tiene un valor más ejemplar por el hecho de que la persona que estaba necesitada de ayuda era un cargo directivo que se había encontrado indefenso ante el tráfico y que podría haber recompensado a quien le ayudara.

Se me ocurren un par de reflexiones:

a) Causas. Al margen de que la actitud colaboradora y de no aceptar la recompensa se ​​deba a los valores del individuo, quiero hacer notar que él mismo afirma que ha tenido aprendizajes de su trabajo con personas con deficiencia auditivas. De alguna manera, un entorno laboral y social sensible con la diversidad y que desarrolle el sentido de responsabilidad hacia las personas permite que las actitudes positivas y los valores humanísticos que se refuerzan extiendan a otras esferas de la vida de las personas. Estoy afirmando -efectivamente- que las empresas pueden ser -y algunas lo son- un entorno creador o reforzador de valores positivos, que sus personas retornen a la sociedad.

b) Efectos. Acciones como éstas refuerzan los valores del compartir, cooperar, ayudar. Y en este sentido, crean capital social, ayudan a reforzar valores comunitarios y de confiar en el otro. En un contexto de evento internacional, aun tiene otro efecto, relacionado con la marca de país. El hecho de haber generado noticia, hace una pequeña aportación a una imagen de Barcelona y Cataluña como espacios donde hay un capital social sólido y una cultura del trabajo, donde la gente se gana la vida honestamente por su trabajo y no por azar.

A menudo se dice de los catalanes que somos un pueblo avaro, tacaño. De tanto oírlo quizás nos lo hemos llegado a creer y todo. El hecho de ser una sociedad emprendedora y creadora de riqueza ha sido ridiculizado bajo el chiste fácil por parte de otras sociedades que valoraban más la hidalguía. Pero no somos sólo una sociedad emprendedora sino una sociedad generosa, como muestra la existencia de una gran tradición de entidades no lucrativas o eventos solidarios como la Marató de TV3, entre otros. Nota al margen, dejadme decir que los mismos que adulteran la imagen de los catalanes con estos chistes también se ríen de Lepe, la zona de Andalucía más emprendedora y que, muy curiosamente, son tratados de tontos.

No nos reflejemos sólo en la tecnología que nos aporta el MWC sin pensar que la fortaleza del país es nuestro capital social, lo que nos hace una sociedad fuerte, cohesionada, con confianza. Sin el capital social que tenemos como país quizás no seríamos capaces de tener la capitalidad mundial del móvil y quizás incluso ya habríamos dejado de ser un país hace muchas décadas.

Sin duda, lo del motorista es una anécdota. Pero es real, es vida. Quizás hay que aprovecharla, junto a muchas otras, para hacer reflexionar. Si los chicos de las escuelas consideran que este señor ha sido tonto por no aceptar dinero por su favor es que quizás no vamos bien. Estamos en un mundo digital y de microimpactos. Aprovechémoslos para hacer pedagogía y para captar el interés.

Cada día cantidades infectas de teleporquería nos comunican que el éxito se construye a partir de hacer espectáculo execrable, carente de valores sociales, falto de respeto, falto de cultura. Nos comunican el éxito fácil, el dinero sin esfuerzo. Como los juegos de azar, también, pero todavía peor porque afecta mucho más transversalmente a toda la sociedad. Si queremos salir de esta mediocridad que nos hunde como país, hay que poner por delante los valores del trabajo, de la recompensa por el esfuerzo, la meritocracia, la dignidad y el valor del trabajo bien hecho.