15.10.11

Regalos a los maestros (II)

Ayer hablamos de regalos y lo hicimos focalizando sobre todo los Regalos a los maestros / Regals als mestres, sin saber que ayer mismo la UNESCO propuso que los buenos maestros cobren más. Por eso, complementaré la reflexión de ayer con estas dos notas:

Primera. Creo que en nuestra sociedad, de acuerdo con el grado de desarrollo que tenemos, los retos que plantea una economía del conocimiento y los problemas que arrastramos en cuanto a productividad y competitividad, hay que avanzar urgentemente hacia un sistema de retribución más vinculado al rendimiento.

Sin duda, éste no es un paso fácil, porque cuando hay que valorar el rendimiento en tareas basadas en el talento, lo que hay que medir no son productos elaborados sino otros intangibles como la calidad asociada al servicio.

Desde una óptica de responsabilidad social y, de hecho, de justicia retributiva, este también es un paso necesario. Ya no trabajamos por horas sino por rendimiento y es por ello que se debe medir la paga, por lo menos esa es la tendencia. Y se equivocan los que no quieren ni entrar a valorar estos términos porque conciben el trabajo solo en los parámetros del cumplimiento de unos horarios.

Cobrar por resultados ya no es sólo el verdadero estímulo sino que cobrar por presencialidad es un antiestímulo. Premia a los peores y, en consecuencia, desincentiva a los mejores. También es cierto que el paso de esta política antigua a la moderna no se basa solamente en este hecho, y que esta medida aislada puede generar incluso disfuncionalidades si no se sabe articular en el contexto corporativo de un cambio de modelo cultural y estratégico.

En el campo de la educación esto también es así. Leemos que más de la mitad de países europeos ya tienen bonificaciones en el sueldo de los profesores para incentivar la calidad de la enseñanza. La propuesta persigue premiar a los docentes que obtengan mejores resultados a través de una serie de pruebas de evaluación a los alumnos. El asesor de políticas educativas de la Unesco Francesc Pedró ha propuesto en Barcelona, ​​en una jornada sobre políticas educativas del Institut Català d'Avaluació de Polítiques Educatives que el sueldo de los maestros incluya un complemento para recompensar la calidad y la eficiencia de su labor docente. El complemento, que ya está previsto en la Ley de Educación de Cataluña (LEC), iría en la línea de lo que ya hacen la mitad de los países de Europa y Estados Unidos, con mejoras de sueldo de entre un 30 y un 50% del salario base.

Segunda. Voy más allá. Cuando ciertas profesiones ya incorporan los regalos como una práctica cotidiana regular, de eso se le llama propinas. Las propinas están aceptadas en algunas culturas. En algunos países son una práctica tan normal que incluso tienen la consideración de casi obligadas. Viene a ser de mala educación no darlas. Tan normalizadas están que se entiende que el salario sea bajo porque ya se ve complementado con la generosidad de la clientela. Por otro lado, este complemento salarial forma parte del dinero negro, que esquiva la imposición fiscal.

Es fiscalmente injusto para la sociedad y es perjudicial para el trabajador que pierde dignidad salarial más otras consecuencias (paro, jubilación). Pero alguien podría considerar que es una manera sencilla de tener un sobresueldo, es decir, una remuneración variable, por objetivos. Incluso podríamos considerarlo moderno si entendemos que se procede con la implicación plena de un grupo de interés: la clientela.

Pero no podemos considerarlo así. Hablé de ello hace tiempo en dos reflexiones: En contra de la propina y Sorpresa por la práctica de donativos y propinas (2. Las Propinas). Hice referencia a un reportaje de la Vanguardia, titulado " La propina Sufre por la falta de profesionalidad ", donde se explica que esta práctica va perdiendo peso:
En contra de la propina. Entre las muchas razones que explican la tendencia está el avance de un nuevo tipo de clientela contraria a pagar propinas. No es por tacañería, explica Pablo Batlle, coautor del libro Protocolo y buenas maneras,de editorial Planeta. Se trata más bien de una filosofía en la que se da por supuesto que el trabajador del sector servicios debe ganar un sueldo digno y suficiente, sin necesidad de que los clientes les aporten extras. "Suelen ser personas con formación universitaria, de entre 30 y 40 años", explica Batlle. La teoría del movimiento antipropina se basa en que la perpetuación de este pago "de más" hará que los empresarios nunca suban el sueldo a sus empleados. Aparte del aspecto económico, también arguyen el respeto por la persona. Para ellos, dar propina equivale a dar una limosna y menospreciar la labor del profesional. Norbert Bilbeny, profesor de Ética de la Universitat de Barcelona, afirma que el hecho de ofrecer propina "humilla a la persona que la recibe". Según él, se trata de un "reconocimiento de inferioridad del otro y por lo tanto un comportamiento éticamente incorrecto".