9.9.08

La política responsable como contrato con la ciudadanía

Nota: este artículo ha sido publicado en TecnoNews

Miquel Roca Junyent publicaba el pasado martes un breve artículo en la Vanguardia titulado 'Más equilibrio', en el que afirmaba que la democracia en los Estados Unidos de América tiene mucho más de contrato entre elegidos y electores del que suele verse en Europa. En el corazón del artículo hace una reflexión sobre los compromisos de las personas que asumen el liderazgo político y su capacidad de dar respuesta ante el electorado:

[...] En definitiva, EE. UU. no es tan diferente de Europa. En ambos escenarios el voto de las clases medias y del centro sociológico del país decanta las elecciones a favor de uno u otro candidato. El éxito o el fracaso se ventila en un puñado de votos; muy pocos. Todos los candidatos acercan posiciones y, muy a menudo, las diferencias se sitúan en cuestiones secundarias que los electores valoran muy relativamente. Por ello, las actitudes, los estilos, las trayectorias personales pesan mucho más que las razones ideológicas. Y los candidatos lo saben y no están dispuestos a que respuestas o propuestas excesivamente ideologizadas les separen de la confianza del elector.

En este sentido, el discurso norteamericano es más honesto que el europeo. En Estados Unidos, quien promete, normalmente cumple; en Europa - y España ha aprendido muy rápidamente esta lección- lo que se hace no guarda relación con lo que se promete. Los programas son meras referencias que no obligan a nadie; bueno, en todo caso no obligan a sus autores.

Así, la democracia estadounidense tiene mucho más de contrato entre elegidos y electores de lo que suele vivirse y verse en Europa. De España es mejor no hablar; recordar lo prometido se ha convertido en algo políticamente incorrecto. Ni hay reproche social por razón de cualquier tipo de incumplimiento. Basta con decir que, cuando se dijo tal cosa, la situación era otra. Un cambio de coyuntura es suficiente para abandonar la promesa. Y, lo que es sorprendente: ¡nadie se siente engañado! [...]


La Responsabilidad Social es una práctica en rápido desarrollo y con una importancia creciente. En la medida en que las empresas han ido incorporándola, otros agentes también se han sentido llamados a hacer pasos para gestionarla de manera adecuada a cada sector.

Así, cuando las administraciones públicas se han puesto a intentar gestionar su propia responsabilidad social lo han hecho -o lo están empezando a hacer- desde las empresas públicas atendiendo a la mayor facilidad para iniciar un cambio de su propia cultura. Nos parece un camino correcto para empezar.

Pero el progreso del RSA (RS de la Administración Pública) requiere avanzar previamente en otro vector que no es otro que la gestión de la RS en el mundo de la política. La política alimenta los valores y las ideas de la Administración y ésta no podrá acometer la magnitud del cambio cultural que supone la RS si no se inicia en la dimensión política: la clase política, las estructuras de los partidos políticos, las estrategias y el marketing político... Y muy especialmente el compromiso y el sentido contractual de los y las políticas ante el electorado.

En nuestra vieja Europa el fomento de la Responsabilidad Social de la Administración Pública y la clase política es una urgencia si queremos que las empresas sigan progresando en RSE y muchas más pymes se añadan a ello. El sector público es la mitad de la economía y sus decisiones afectan de manera determinante a la otra media.

Construir un Territorio Socialmente Responsable, que mejore el uso de los activos del territorio a partir de unas sinergias entre organizaciones crecientemente responsables en sus relaciones y sus impactos, necesita partir del ejercicio de la RS de todas las partes, empresas grandes y pequeñas, ONGs, sector público, agentes sociales, universidades, partidos políticos...

Si queremos que los valores socioculturales, organizativos y empresariales giren hacia un modelo más adecuado a la sociedad del conocimiento, más adecuado a una ciudadanía más informada y comprometida, hacen falta unos liderazgos sociales creíbles y confiables.


Josep Maria Canyelles
Promotor de Responsabilitat Global
www.responsabilitatglobal.com