11.6.08

Gestionar la marca y la reputación profesional

No es fácil presentarse profesionalmente. Si formas parte de una gran marca, tú eres parte de un engranaje y en el fondo tu posición queda disminuida (sólo interesas por la posición que ocupas).

En otro caso, si tienes una empresa pequeña, puedes parecer poca cosa, o se te puede asociar a falto de grandes horizontes. Me he fijado que muchas personas emprendedoras con una empresa pequeña se presentan añadiendo enseguida estamos en fase de expansión, talmente como si ser pequeño no fuera lo suficiente positivo.

Si vas por libre todavía se complica más: freelance transmite sensación de mercenario; autónomo sólo dice una cuestión técnica pero al hacerlo te disminuye a casi insignificante o periférico sustituible de cualquier empresa. Profesional aporta mayor dignidad pero también son profesionales los asalariados. En todo caso, deberemos decir profesional libre o independiente.

Para los profesionales independientes que lo somos por vocación o por estrategia, por posicionamiento querido en el mercado, la presentación es fundamental. Aun cuando no lo es todo, forma parte de la gestión de la propia marca, la identidad y la reputación. Porque cada vez somos más los autónomos no dependientes que, sintiéndonos plenamente empresa, gestionamos ciertos atributos y procesos del mismo modo que lo haría una organización.

Tampoco podemos decir que este sea un planteamiento común a toda nuestra 'categoría' pero sí que se husmea una cierta tendencia que toma fuerza muy rápidamente. Cuando pusimos en marcha el think tank Responsabilitat Global, algunas de estas ideas formaban parte de unas reflexiones iniciales, más vagas que no ahora, pero con unas intuiciones fundamentales. Y algunas ideas extraídas, entre otros, de Tom Peters. Tenemos conciencia de la necesidad de gestionar la reputación, la marca y la imagen profesional como una empresa.

Grandes profesionales que se encuentran dentro de estructuras empresariales no deberían sentirse atrapados en medio de un escalafón y han de trabajar por su reputación personal y su marca. Asociándola con la de la propia empresa, valiéndose y fortaleciéndolas las dos.

Pero desgraciadamente observamos como profesionales con un gran potencial quedan atrapados, limitados en su potencial, disminuidos en sus capacidades bajo una estructura y una tarjeta de presentación. Algunas empresas luchan contra este cáncer organizativo que la jerarquía, la departamentalización, la funcionalización... impone. Algunas incluso quieren romper con los títulos de los cargos.

Por otro lado ello no siempre es posible porque muy a menudo se producen carencias de alineamiento entre los valores de la empresa y de sus profesionales. Hoy los valores son materia sensible y relevante, y no es fácil trabajar en una estructura con valores diferentes de los tuyos. Por eso algunas empresas procuran incorporar valores humanísticos y vincular estos procesos filosóficos fundamentales a la gestión de la RSE.

Pero mucho talento ya prefiere trabajar desde una mayor autonomía, que no sólo es operacional sino también axiológica. "Si no llegamos a sincronizar valores, trabajamos por resultados" podemos pensar aun cuando algunas empresas son más listas y generan valores compartidos para religar implicaciones profesionales externas...

Y atención: esto también afecta a las Organizaciones No Lucrativas y a la Administración Pública... (próxima reflexión sobre este aspecto...)